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Ra

Lo hizo también en la gestión de las investiduras fallidas de 2016, hasta que el PSOE se suicidó con la abstención

Ra

-Pa, ¿lo has llamado?

-Sí lo he llamado JC. Pero me ha dicho que ya subirá?

-Pero? ¿cómo es posible esto? ¿A ti? Mira que si te lías la manta al triángulo se puede armar la de?

-Bueno, ya sabes cómo es.

-Pero vamos a ver? ¿Cómo es posible que semejante humano se comporte así con la que está cayendo? ¿Y que le llamemos desde aquí y no se digne a subir?

-¿Sabes lo que me respondió?

-Sorpréndeme:

-Ahí va, JC: «A veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, y eso es también una decisión».

-¡Por el amor de ti! Es peor de lo que me temía.

-A ti te puede parecer un dislate, JC. Pero él está tan creído de que así es como hay que hacer las cosas, que así es como van bien.

-Parece que tú lo defiendas.

-No, no? pero es que a lo largo de la historia he visto tantas cosas que ya nada me parece bien ni mal, sino todo lo contrario. Una manera de verlo es pensar que Mariano Rajoy sabe medir los tiempos, que su principal virtud es dar una patada al balón y esperar a que aparezca en su camino.

-Bueno? es una forma de verlo. La otra es imaginarlo como un don Tancredo, más paralítico que la mujer de Lot.

-Pero coincidirás conmigo en que tan mal no le ha ido, porque empezó como concejal en 1981 y ha ido pasando por casi todas las responsabilidades posibles hasta llegar a la más alta a la que un español puede aspirar sin que su apellido sea Borbón. Rajoy es como el chino que se sentaba en la puerta de su casa a ver pasar los cadáveres de sus enemigos.

-Sí, pero al cabo de los años, muchos de los balones que despejaba han vuelto. Carpetas de asuntos pendientes que acumulaba le vuelven a la mesa, con mucho más papel y complicación. Dio una patada a la corrupción y ahora los escándalos le han explotado porque no estaban muertos, sino mal enterrados.

Lo hizo también con la reforma de la Constitución, algo sobre lo que casi todo el mundo está de acuerdo. La metió en el cajón de «pendiente sine die» y no la abordó cuando tenía mayoría absoluta y ahora puede verse obligado a discutirla con un parlamento poco amable y una enorme tensión territorial. Lo hizo también en la gestión de las investiduras fallidas de 2016, hasta que el PSOE se suicidó con la abstención. Hasta la financiación autonómica fue al pudridero.

-Viéndolo así?

-¿Hay otra manera de verlo, Pa?

-Prudencia, JC. A eso algunos le llaman prudencia.

-Yo le llamo pesimismo, Pa. Esa sensación de que quien hace algo se equivoca. Y el bueno de Ra piensa: «Que se equivoquen los otros, yo quietecito no puedo meter la pata». Fíjate en el asunto de Cataluña: dio una patada a esa carpeta que solo le sirvió para ganar tiempo. O más bien para perderlo.

-La verdad es que sí, en ese asunto puede que lleves razón en parte. Recuerdo el 16 de octubre de 2013, cuando el señor Duran Lleida le dijo al presidente Rajoy en el pleno del Congreso: «Lidere una respuesta de Estado, porque, si no lo hace, si no responde a las aspiraciones de Cataluña, entonces se va a encontrar con una declaración unilateral de independencia que algunos van a hacer en el Parlament». Premonitorio de lo que se vive justo cuatro años después. Pero eso no es óbice para que lo que ha pasado ahora, con los Puigdemones, los Junqueras y los cuperos mal afeitados sea intolerable, realmente un dislate injustificable.

-Cierto, muy cierto. Pero un estadista no es alguien que se sienta a esperar que los problemas le exploten bajo la silla. Hay que adelantarse a ellos, intentar articular medidas preventivas. Entonces Rajoy tenía mayoría absoluta, pero se encogió de hombros y la sensación de agravio en Cataluña se ha ido multiplicando. Ahora, desbordado, está obligado a actuar cuando la única ley que se cumple en Cataluña es la de la gravedad y con los independentistas en la calle, y hasta la alarma de la Unión Europea. Tiene que actuar débil y sin apoyos, porque también ha ido aplazando durante años lo de tejer acuerdos con otros.

-Sí? eso es cierto. Y me temo que no va a ser él quien tome decisiones arriesgadas ni rápidas por su legendario control de los tiempos y por su falta de premura para gestionar cada asunto que se encuentra. El domingo por la noche dijo solemne que convocaría a todos los partidos con representación parlamentaria, y el martes por la tarde aún no lo había hecho. Que nadie le meta prisa para buscar una salida sensata.

-Así están allá abajo, atrapados entre quienes se saltan todas las leyes y quien nunca tiene prisa para buscar soluciones.

-¿Se te ocurre alguna solución, alguien que pudiera desencallar ese asunto?

-¿No había un americano, un tipo de pelo panocha, aficionado a hacer muros y dispuesto a llevarse por delante al primero que le mire mal? Quizá para él este asuntillo catalán no fuera más que un entremés?

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