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Las gemelas del mercado central

De lunes a sábado abren su puesto en el Mercado Central de Alicante, un paraíso decorado con productos de la terreta

Regentan un negocio de frutas, verduras y hierbas naturales en el Mercado Central. Virginia y Nuria se establecieron en 1990 en un rinconcito de la plaza. Apenas podían moverse en ese espacio. Eran dos adolescentes luchadoras que un buen día decidieron dejar de estudiar y seguir, como comerciantes, una tradición familiar ligada a la tierra y a sus frutos en el municipio de Agost.

27 años no son nada para estas dos gemelas nacidas en una casa rodeadas de cepas y hortalizas, sobre todo lechugas, brócoli y muchas vides. Crearon el negocio de casi venta directa para evitar a los intermediarios en un negocio en el que, según opinan, debe primar la calidad al mejor precio.

Ahí están ahora Virginia, a la izquierda de la imagen, y Nuria, a la derecha, en el puesto número 293 del recinto municipal que cada día decoran con esmero.

Aseguran que su negocio se basa en ofrecer a la clientela productos autóctonos alicantinos que ellas mismas cosechan, compran a agricultores de la comarca o adquieren en otras ofertas.

La parada, triplicada en superficie después de 27 navidades, está repleta de género, pero muy ordenada. De un cordel penden racimos de uva, pimientos, tomates y guindillas secas, ajos, ñoras. Al fondo, lejos del mostrador que acoge verduras y frutas, entre una variada oferta de plantas aromáticas, destacan varias calabazas decoradas por Nuria con distinta orientación cultural reviviendo la pasión de su madre, Teresa, por la pintura y las manualidades. Su padre falleció a mediados de los noventa. No han perdido la tradición familiar ni el tiempo. Viven en Agost. Se levantan a eso de la cinco de la mañana para llegar temprano al Mercado y rellenar y ordenar el expositor. Creen que el tardeo alicantino es bueno para el mercado.

Las dos están casadas. Virginia tiene dos chicos, que viven en Suiza e Inglaterra, y una hija que aún estudia. Su marido trabaja en la hostelería. Nuria tiene dos muchachas: su marido, también agricultor, se encarga de una tierra sembradas de naranjos que su familia cuida desde hace décadas en la provincia de Valencia.

Están contentas. El negocio funciona; las gemelas disfrutan, aunque admiten que los mercados públicos precisan de más ayudas de las administraciones.

De niñas eran como dos gotas de agua. Pasados los cincuenta todavía resulta difícil distinguirlas. Algún robo han soportado en el cambio de su tenderete; también enormes amistades.

El puesto sólo cerró una vez por vacaciones. Hace unos años, Nuria y Virginia pillaron a los suyos y disfrutaron de unas pequeñas vacaciones en París. Siempre se turnan: o está en el puesto la del pelo más rizado o la que lo tiene más liso. Son las gemelas del Mercado que, además, cultivan en su terreno pimientos de padrón.

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