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Suma no cero

Ocurre que los coroneles cuarteleros se han extinguido a la misma velocidad que las guindillas picantes en el recetario para ser sustituidos por algunas eminencias con galones que secuencialmente firman manifiestos

Suma no cero

Que es lo que le espetó un amigo a Jacinto Miquelarena en un andén bilbaíno cuando un coronel asomó la cabeza por la ventanilla del vagón y mandó a su ordenanza traerle una guindilla de la cantina bajo amenaza de que se la metería por el trasero si no picaba mucho. Ocurre que los coroneles cuarteleros se han extinguido a la misma velocidad que las guindillas picantes en el recetario para ser sustituidos por algunas eminencias con galones que secuencialmente firman manifiestos. Los que suscribe el sanedrín de la izquierda instalada suelen ser diuréticos por su premisa: el monopolio de la superioridad ética bajo cualquier circunstancia. Hoy han publicado una homilía contraria al «procés» con un preámbulo que atufaba a reproche dirigido a la Generalitat: como también rechazan el franquismo, la guerra, los recortes, la corrupción y a Rajoy, Puigdemont es culpable de haber mancillado este pedigrí al obligarles a apoyar circunstancialmente al Gobierno. Esta cofradía es la misma que exigió hace unos años al Tribunal Constitucional que prevaricara convalidando un Estatuto inconstitucional; ahora sugiere que el Gobierno suspenda la autonomía catalana; dentro de unos días, criticará la «reacción desproporcionada» del Estado.

Han vuelto a hacerlo. Mientras la Guardia Civil registra imprentas con el celo de National Geographic grabando las intimidades del escarabajo pelotero y Montoro bloquea las nóminas de Junqueras como si fuera un exmarido moroso, el Congreso ha sido incapaz de consensuar una declaración sobre Cataluña. A efectos de responsabilidad histórica, «el Congreso» son PP, PSOE y Ciudadanos. El resto de la cámara bien es numéricamente irrelevante, bien ejerce de caballo de Troya, bien adolece de hermafroditismo político como Podemos, cuyo elixir mágico para la crisis es apoyar un referéndum que califican de ilegal. No tiene mucho sentido personalizar el fracaso, ya que la discrepancia rebasa el ámbito de la táctica política: el PSOE cree que es posible el acuerdo con los actuales dirigentes de la Generalitat; el PP y Ciudadanos, no. La posición más expuesta es la del PSOE, que debe gestionar simultáneamente la presión sobre sus cargos públicos en Cataluña, la insufrible ambigüedad de parte de la cúpula del PSC y la necesidad de mostrar firmeza sin aparentar sumisión al Gobierno. Abracadabra.

20 miércoles

Lo peor del PP no es que su indisimulable tuétano sea el de un partido madrileño que desperdiga cada cuatro años a sus cuneros por el extrarradio nacional para que regresen a la moqueta de la Castellana con el acta de diputado; no, lo peor del PP es la reata de parásitos, meritorios, voceros y demás industrias auxiliares que acampa a su alrededor. El presentador de cierto programa satírico animó hace unos días a Corea del Norte a disparar un misil sobre Barcelona «porque así ganamos todos». Ocurrió en una de esas cadenas cuyo lema parece ser «antes una España roja que rota» y que hace unos meses prácticamente acusaron de genocida a un concejal de Podemos que había colgado en la red dos chistes sobre el Holocausto. Uno comprende que los beneficiarios se afanen en defender los privilegios de una megalópolis administrativa situada en el centro de un páramo rodeado a su vez por una próspera periferia. La geografía tiene sus caprichos y los cocientes intelectuales también: con una ocurrencia grosera se ha suministrado un auténtico agravio a quienes deben inventarlos diariamente.

21 jueves

Quería escribir sobre Elche y Hércules, dos boxeadores sonados que se reencuentran en el asilo y rememoran los combates épicos de antaño. Una extraña sincronía para compartir calamidades les ha hecho coincidir en el lazareto de Segunda B y en la eliminatoria copera de anoche, que ni siquiera interesaba a los apostantes chinos. Sin embargo, ayer también estalló el motín en Barcelona y el fútbol debe regresar a su condición de juego infantil practicado en paños menores. La pregunta existencial ya no es qué ocurrirá durante la festividad del 1-O o su octava del 2-O, sino si sobreviviremos a las vísperas. Por mencionar una evidencia poco esperanzadora, está descartado que pueda disolverse pacíficamente una concentración de miles de revoltosos. Algunos hombres más enérgicos que los actuales lo intentaron, pero el epílogo invariable siempre fue furgones apedreados, barricadas improvisadas, colapso en urgencias y recriminaciones de cicatrización dudosa. La certeza es que ningún Estado tolera su desaparición forzada, lo que conduce a un único desenlace: la muchedumbre deberá retroceder. En Moncloa admiten sugerencias.

22 viernes

Tras echar un vistazo a las portadas de cinco periódicos extranjeros, he recordado que el lunes envié algunos documentos a unos abogados de Barcelona y ahora mi inquietud no es que los documentos no hayan llegado, sino si el bufete todavía existe. Es alentador que sólo uno de estos periódicos, el circunspecto La Republicca, hable de «la guerra catalana»; el resto modera sus titulares salvo el escocés «The Nation», que pide a sus lectores solidaridad con la causa independentista. Pero el tono general es de cauteloso estupor, lo que permite aplicar de nuevo la teoría de juegos al tiberio catalán. Aunque los optimistas se aferren a la hipótesis del «juego de suma cero», es decir, aquel en que la ganancia de uno de los jugadores queda equilibrada por la pérdida del

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