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La apocalipsis que nos rodea

La apocalipsis que nos rodea

17 LUNES

De Zombis y cicerones

Un socarrón senador de «Compromís» ha preguntado al Gobierno por los protocolos de seguridad si se produce un apocalipsis zombi y el ministro del ramo catastrófico ha contestado muy seriamente que ningún protocolo sería válido por dos motivos: un apocalipsis es un apocalipsis, sea de zombis o de jinetes alados con guadañas, y además no está científicamente demostrada la existencia de zombis. El senador ha aclarado que pretendía denunciar la indolencia del Gobierno ante el control parlamentario pero, como el Gobierno ha contestado con rapidez supersónica, tal vez por complejo de culpa pero más probablemente para reenviar el sarcasmo, el asunto queda algo lejos del ingenioso «tramabús». Este neologismo alude a un autobús fletado por Podemos que recorre monumentos del latrocinio como sedes de partidos, empresas e instituciones. El vehículo ha sido tuneado con los rostros de adversarios políticos, enemigos personales, condenados, imputados, investigados y sospechosos habituales, una caza de brujas serigrafiada e itinerante que añade una paletada más de frivolidad cutre a la romería revolucionaria. Es el tránsito del espectáculo de la política a la política del espectáculo.

18 MARTES

Control de daños

Si ayer quedó claro que el Gobierno descarta un apocalipsis zombi, hoy es innegable que tampoco tenía previsto que Rajoy fuera citado por el tribunal del «caso Gürtel». La reflexión más densa que ha emitido tras el pasmo ha sido un anónimo «qué putada», la traducción contemporánea del general Silvestre cuando supo que Abd-el-Krimm había rodeado el campamento de Annual: «A correr hijitos, que llega el moro». Efectivamente, es insólito que un presidente de gobierno testifique sobre la financiación irregular de su partido, pero ocurre que también es insólito que un partido se financie irregularmente y por otra parte no supone ningún desdoro admitir ante el tribunal que la única ocupación de Rajoy como secretario general del PP era cobrar un sobresueldo. Siempre es preferible reaccionar con naturalidad ante la amenaza para minimizar su impacto que ceñirse el peto de gladiador furioso como ha hecho Rafael Hernando, un patoso apagafuegos que acusa al PSOE de haber instigado el trance. Al margen de que la decisión de citar a Rajoy procede de tres magistrados, es improbable que un partido incapaz de encontrar su censo de militantes para las primarias pueda haber tramado una operación tan refinada.

19 MIÉRCOLES

Medio hombre

Siguen apareciendo zombis y quizás el Gobierno esté considerando corregir su respuesta al senador de «Compromís». La Policía ha detenido esta mañana al sucesor de Esperanza Aguirre en la presidencia de la comunidad madrileña bajo una polifacética acusación que afecta a media docena de artículos del Código Penal. González es uno de los abundantes implicados en la «Operación Lezo», cuyo nudo crucial son unas tenebrosas transacciones perpetradas en Cartagena de Indias. En esta ciudad colombiana adquirió gloria militar Blas de Lezo, un marino vasco anterior a Sabino Arana que defendió la plaza del asedio inglés en la llamada «Guerra de la Oreja de Jenkins». A Blezo lo apodaban «medio hombre», ya que había perdido en combate un ojo, un brazo y una pierna, con lo que todo el asunto rezuma amputaciones: una oreja, un ojo, un brazo, una pierna y el corazón de Esperanza Aguirre, quien ha confesado sentirse destrozada. Es una forma melodramática de expresar el sufrimiento de quien ha exhibido la misma sagacidad para elegir subalternos que Julio César para adoptar hijos. Alea jacta est.

20 JUEVES

Sentido y sensibilidad

La organización «Transparencia Internacional» publica desde 1995 el «Índice de percepción de la corrupción». Según los datos de 2016, España ocupa el honrosamente discreto puesto 41 de 176 países, ordenados por menor percepción (Dinamarca) a mayor percepción (Somalia). Como el baremo se obtiene fundamentalmente mediante encuestas, lo cual explica que se refiera a «percepción», los resultados padecen un inevitable grado de contaminación subjetiva: el «tráfico de influencias» puede «percibirse» como delictivo en algunos países o como un ingrediente más del proceso comercial en otros. Estos matices acarrean demasiadas ambigüedades y cierta sensación de artificio: la corrupción existe o no, independientemente de lo que perciban los afectados. Por ejemplo, es un hecho que una parte de las ayudas españolas a Haití han atracado en Panamá y no en Puerto Príncipe; es también un hecho que apenas se habla de Haití en bares, ascensores y salas de espera; por último, es otro hecho que varias personas han sido encarceladas por este motivo. Pero como lo que percibimos es el desfalco y no su castigo, Botsuana nos precede en la clasificación.

21 VIERNES

El eco de la marsellesa

Mientras en Madrid se ha declarado oficiosamente el pánico y en algunos despachos y urbanizaciones se otea por los visillos la llegada inminente de la Guardia Civil, Francia clausura la campaña electoral con un atentado en los Campos Elíseos que sólo puede beneficiar a los partidarios de las leyes de hierro. Su candidata es Marine Le Pen, una inteligente chovinista que se refiere a Francia como algo distinto de los franceses (un juego peligroso que también practicó De Gaulle, aunque con propósitos más elevados) y que ha logrado conjurar tanto el voto urbano postcomunista como el rural conservador bajo los emotivos estandartes del miedo, el hartazgo o la nostalgia. Las presidenciales francesas, a rebufo del Brexit y la elección de Trump y sazonadas con la psicosis del tiroteo, pueden desembocar diabólicamente en algo bastante parecido al apocalipsis del senador de «Compromís»: una segunda vuelta en que millones de votantes derechistas tendrían que optar por Le Pen o por un candidato de izquierdas, sea el radical Mélenchon o el moderado Macron. Ay.

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