Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sombras en Segunda B

Así se convirtió el Eldense en el huésped de una trama corrupta que opera en las categorías bajas del fútbol profesional

Uno de los accesos a las gradas del estadio Nuevo Pepico Amat. Áxel álvarez

Hay un dicho italiano que dice algo así como «cada mañana se levantan un listo y un tonto, y, si se encuentran, se monta el negocio». La historia reciente del Eldense, el equipo decano de la provincia, colista de Segunda B y tristemente famoso por su exposición a una red de estafadores y de corruptos como se recuerdan pocas en el fútbol español, está llena de italianos, de negocios, de listos y de tontos.

La trama que investiga la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía Nacional es una bola de putrefacción futbolística que se ha pinchado en el Eldense pero que podría afectar a numerosos clubes españoles, especialmente en Segunda B y Tercera.

Como todas las historias de mafia, esta también empieza en Italia.

En mayo de 2015, la comisaría de Catanzaro, Calabria, hace pública la lista de detenidos de la Operación «Dirty Soccer». Son 50 dirigentes, managers, futbolistas y entrenadores que podrían haber participado en una trama de amaño de partidos para estafar a casas de apuestas que también mercadeaba con la trata fraudulenta de jugadores y otras operaciones oscuras en el entorno de clubes de la Lega Pro y la Lega Nazionale Dilettanti, equivalentes a la Segunda B y la Tercera división españolas. La red estaba copada por dos organizaciones criminales, según la policía italiana, que no dio más datos.

Esta semana varios medios han publicado que una de ellas es la mafia local, llamada ‘Ndrangheta, que tendría en la figura de Ercole di Nicola, entonces director deportivo del l’Aquila, a su hombre de confianza en esta red de fútbol profesional de baja categoría en Italia. Di Nicola fue juzgado y condenado a arresto domiciliario durante varios meses.

A sus órdenes como entrenador de los juveniles de ese equipo, estaba el hoy célebre Nobile Capuani, sobre quien pesa la sospecha de haber exportado las formas y los fines de la trama a España tras haber rodado la metodología por varios clubes italianos. Sus acciones más conocidas están en Jumilla, donde ejerció de presidente, y en Elda, donde ha sido hasta su detención e imputación esta pasada semana gestor deportivo.

Una red de amaños en Segunda B con conexiones en casas de apuestas asiáticas como la que se investiga a raíz del presunto amaño del Barcelona B-Eldense necesita mucha gente para funcionar.

El caso permite trazar una línea de puntos discontinuos que une el infecto vestuario del Nuevo Pepico Amat Nuevo Pepico Amat con la lista de condenados por la operación Dirty Soccer. Capuani es uno de ellos, pero hay muchos otros personajes, algunos conocidos en el mundo deportivo de la provincia y otros anónimos, que están vinculados a los muchos intentos de compra de clubes e introducción de jugadores extranjeros que se han producido en España en los últimos dos años. Un calco del modus operandi de Dirty Soccer, una cadena de intereses que ha estallado en el eslabón más débil de la cadena, los gestores deportivos del Eldense.

Parásitos

ParásitosMientras la Fiscalía Antimafia ultimaba la operación en Italia, en España empiezan a darse los primeros casos de aparición de gestores milagro. Diferentes grupos de supuestos inversores extranjeros, normalmente italianos, se ponen en contacto con clubes modestos pero profesionales, algunos desesperados por no poder pagar nóminas de jugadores, al cuerpo técnico o afrontar pagos a Hacienda o a la Seguridad Social.

Lo hacen a través de personas cercanas a la directiva -abogados, representantes de jugadores, entrenadores-, de quienes consiguen una cita para presentar a los dirigentes un proyecto capaz llevar al club hasta la siguiente categoría con el que incluso van a ganar dinero. Nadie, lógicamente, lo rechaza de primeras.

Capuani visitó directamente a directivos de clubes de la zona levante este verano, en plena pretemporada, como confirman las directivas del Torrevieja, Atlético Saguntino y Eldense. Hablan de un modus operandi común.

Elegir el momento y el club adecuado es un arte que dominan muy bien. «Te hacen sentir especial. Te dicen que han estudiado al club, que sus técnicos italianos creen que necesita un refuerzo estratégico en tal o cual posición, hablan de capacidad para invertir unos 700.000 euros anuales para ascender de categoría, que si jugadores de la Juventus, el Milán... Yo estaba emocionado; nosotros, que buscábamos desesperados 200.000 euros para poder pagar a la plantilla», cuenta un directivo del Eldense. Como la inmensa mayoría de fuentes consultadas, sólo habla a cambio de anonimato.

«A mi me ofrecían además un sueldo de 3.000 euros al mes como presidente institucional. Sólo tenía que sentarme en el palco», ríe ahora el presidente del Saguntino, Juan Manuel Domingo. «Les dijimos que sí a todo, pero a condición de consignar todo el dinero por adelantado ante notario. Por si se iban o algo. Y ya no volvieron más», recuerda irónico.

Como un parásito en permanente movimiento en busca de huéspedes, estas tramas sólo logran anidar en una pequeña parte de los lugares que visitan. Pero si consiguen entrar, el parásito causa daños devastadores a su huésped en apenas dos o tres meses, como prueban los casos Jumilla y Eldense.

En Torrevieja tampoco funcionó, pero Capuani, a pesar de tener ya entonces un historial de titulares en internet nefasto -en español, pero también en italiano tras haber gestionado el club de fútbol del pequeño municipio de Poggibonsi y otras entidades menores- siguió moviéndose y consiguiendo citas. Curiosamente, esta pretemporada fue recibido y rechazado tras cinco reuniones infructuosas por la entonces junta directiva del Eldense, presidida por Germán Torregrosa. Pero en pocas semanas habría cambios en el club que convertirían al que era un indeseable en verano en un salvador en año nuevo.

Desembarco en Ibiza

Desembarco en IbizaUn año antes, se produjo un intento de entrada en el Club Deportivo Ibiza por parte de otro grupo de capital italiano. Es de las primeras operaciones sospechosas en España que se conocen.

Recién llegado a Tercera, el equipo necesitaba un empujón. Es el verano de 2015 y los directivos se empiezan a mover. «Empiezas a llamar a empresarios de aquí y nadie te da un duro, así que una persona nos dice que conoce a alguien que nos puede ayudar», recuerda un exmiembro de junta del club ibicenco.

De esa gestión surge la visita del abogado madrileño Paco Serrano, cuenta, quien se presenta «como representante de unos inversores italianos interesados en entrar en la directiva». Mismas promesas a cambio de ceder el control y el CIF del club. «Nos ofrecieron 60.000 euros y el pago inmediato de 20.000. Querían traerse a jugadores de Italia, echar a nuestro entrenador y traer a otro suyo, querían que contratáramos a jugadores antes de recibir su dinero; es el mismo modus operandi que allí», apunta el exdirigente. «Al final lo que querían era comprarnos y hacer una serie de gestiones que no nos parecían bien para una entidad sin ánimo de lucro como nosotros», añade.

Esta operación, protagonizada por los dueños de Chimera Gold, una empresa toscana de moda y bisutería, no cuajó, pero pondría por primera vez negro sobre blanco -en contratos y actas- los nombres de algunas personas que han protagonizado episodios idénticos en otros clubes en lo venidero.

Los dos más recurrentes de aquel movimiento son el del propio Paco Serrano y el del entrenador Alessandro Gaucci, entrenador e hijo del polémico expresidente del Peruggia Luciano Gaucci.

Ambos abandonarían la isla tras haber entrado y salido con enorme polémica de la directiva del equipo, como publicó entonces Diario de Ibiza, del mismo grupo que INFORMACIÓN. El técnico italiano desembarcó en varios equipos andaluces mientras que Serrano volvería a estar implicado en gestiones con clubes modestos en Castilla León y el sureste peninsular.

Movimiento en Jumilla

Movimiento en JumillaUn año antes, en el verano de 2014, un manager deportivo conocido como Morris Piagnello desembarcaba en Jumilla para ofrecer un intercambio de jugadores al club a través de su escuela Genova International School of Soccer (GISS). Es un viejo conocido en la provincia: en 2015 ofreció un convenio muy parecido al Hércules -quien sigue siendo su «partner» según la web de la GISS- , y se introdujo en el Jove Español de San Vicente del Raspeig. Exfutbolista y manager que presume en Facebook de fotos en palcos de primer nivel - tiene fotos con Pelé, Cristiano Ronaldo y el mismísimo papa Franciso-, unos meses antes había sido detenido en España por la citada operación antimafia. En febrero de 2016 fue condenado a ocho meses de inhabilitación y a una multa de 35.000 euros por la Figc (Federazione Italiana Giuoco Calcio).

«Estuvo unas semanas en Jumilla y se marchó, pero le abrió la puerta a los otros», cuenta un expresidente de la entidad. Pagniello es, según dirigentes del Jumilla, quien introdujo a la siguiente hornada de directivos italianos, formada por los representantes de otro fondo inversor, esta vez de capital inglés, pero dirigido por el italiano Alex Olivas y el argentino Carlos Pizzi. Contaban con la asistencia de Nicola Guidorzi, que hacía labores de traductor y abogado.

Eran representantes del fondo Football & Management y se hicieron con la presidencia del FC Jumilla en el verano de 2015. Establecieron su base de operaciones en el Hotel Monreal, de tres estrellas, con cuya gerencia firmaron un convenio a nombre del club, para reservarse 10 habitaciones y pensión completa durante varios meses. Allí se alojarían los directivos y algunos de los jugadores que traían para foguearlos en la Segunda B española. En la última etapa de esta junta también se alojaría un abogado: Paco Serrano.

«Todos los que venían lo cargaban a la cuenta del club. Venía y entraba mucha gente, futbolistas con sus novias y sus familias. Los directivos eran muy majos, la verdad. Pasaban mucho tiempo reunidos en cafeterías cercanas», cuenta la recepcionista del hotel. Chicos jóvenes, estilosos, con tatuajes y gorras. Fueron meses en los que Jumilla parecía la nueva meca del fútbol.

Pero esta primera tanda de managers transalpinos se cerrará a finales de 2015 con la salida de los directivos y una deuda adquirida a través de la persona jurídica FC Jumilla FC por valor de 200.000 euros. En los juzgados del municipio siguen volando las querellas relacionadas con el equipo. Una de ellas, la del hotel. «Al mes de entrar esta gente me debían 8.590 euros. Reclamé y me ingresaron 5.000 euros desde una cuenta en Suiza, pero ya no hubo nada más. Los eché y ahora he denunciado al club», cuenta Jesús Monreal, gerente del hotel.

Los representantes de Football & Management saltan antes de Navidad pero el club vuelve a confiar en otro gestor del país mediterráneo: sin antecedentes conocidos en el fútbol español, entra en escena Nobile Capuani. Aparece conciliador, con aparente seriedad y la compañía de abogados. Reconoce las deudas en el hotel de Olivas y Pizzi y se queda con Guidorzi como asistente, según cuenta el que hasta este jueves era su abogado, José Miguel Esquembre.

Capuani pronto perdería las formas y revelaría el carácter melodramático, poco convincente y perseverante que le atribuyen quienes han tratado con él en Elda y Jumilla. Con el control de la entidad y la asistencia en lo deportivo de Salvatore Casapulla, empieza a traer los jugadores prometidos.

Los alojan en pisos, a veces en condiciones de hacinamiento, mientras continúan muchos impagos pese al cambio de directiva. «Me deben 4.000 euros, sin contar los destrozos de la casa», cuenta Andrés Belda, propietario de un inmueble de 300 metros cuadrados donde vivían hasta doce jugadores, alquilado personalmente por Capuani. «Cuando le pedía el dinero se exaltaba y daba puñetazos en las paredes. Dejé de tratar con él, ya me iba a reclamar al secretario del club», recuerda.

Capuani acaparaba problemas fuera del club y también dentro. Pide la cabeza de Josico, el entrenador que fue capaz de mantener la posición del equipo pese al desastre financiero, para introducir a los jugadores gestionados por su fondo inversor. «Josico se plantó, dijo que no quería a los jugadores que estaba trayendo y le hicieron la vida imposible», recuerda Gumersindo Jiménez, presidente de honor del Jumilla.

Las «promesas» que Capuani traía al municipio vinícola y que posteriormente vendió también en Elda eran «jugadores de regional, como mucho», según uno de los miembros de la plantilla. Los chicos creían estar en un programa de formación de futbolistas de élite que prometía grandes carreras futbolísticas tras un periodo de fogueo en las exigentes Segunda B y Tercera españolas. Es el mismo tipo de operación por la que Pagniello ha sido demandado por padres de jugadores, según recogen varios artículos periodísticos. «El padre de uno de los italianos había pagado unos 20.000 euros para que se estrenara. Todos estaban más verdes que el cebollón. No entiendo cómo podían pensar que podían competir en la Segunda B española», recuerda el futbolista jumillano.

La Opinión de Murcia publicó la rescisión del contrato de Capuani y Casapulla el 22 de abril de 2016 tras una operación liderada por Paco Serrano, hoy considerado un héroe aunque con alguna sombra en Jumilla.

Existen diferentes versiones sobre la vinculación del abogado madrileño con Capuani, pero todas les colocan como una buena relación inicial que se estropeó entre enero y abril de 2016 en este club. «Capuani pidió a un amigo suyo que le recomendara a un abogado para los problemas que Jumilla. El amigo era Alessandro Gaucci y el letrado recomendado Paco Serrano», cuenta una fuente muy próxima al italiano. El gestor ha regresado a Italia esta misma semana tras ser imputado por corrupción entre particulares y pertenencia a banda criminal por su gestión en el Eldense.

Desenlace en Elda

Desenlace en EldaSencillo, futbolero de corazón, de su tierra. También parece, por su perfil de Facebook, partidario de algunas frases de Mussolini y del regreso de la lira. Capuani, defenestrado en prácticamente todos los clubes que pisa, conserva en esta pretemporada toda su tozudez y la cualidad de aparecer en el peor momento con una aparente solución. Con la cantidad de intereses que hay afectados sólo unos días después de que el escándalo del 12-0 ante el Barcelona B pusiera el foco en el municipio del Medio Vinalopó, resulta difícil articular la historia real de su llegada a Elda. Pero esto es lo que cuentan quienes la vivieron:

En noviembre de 2016, el Eldense es un club de Segunda B desesperado. Sin junta directiva tras la dimisión del presidente Torregrosa, está regido por una gestora formada por miembros de la anterior directiva, empresarios del calzado y la hostelería casi todos. «La renuncia de Germán», cuenta uno de ellos, «nos deja peleados entre nosotros y con el fondo de 200.000 euros que habíamos acordado poner a escote para rematar el presupuesto del club sin completar», añade este empresario. A mediados de otoño el club es último, no paga a sus jugadores, hay un baile de entrenadores insoportable y las gradas del Nuevo Pepico Amat rugen: a cuatro años del centenario, todo amenaza con venirse abajo. A finales de diciembre, Alfonso Ortuño, presidente de la gestora, admite que no hay dinero y que el equipo está virtualmente en Tercera. Lanza un SOS: se acepta milagro.

Lo que sucede a continuación se ha contado estos días. Ortuño se reúne con Paco Serrano. El abogado acumula ya por estas fechas polémicos desembarcos en clubes castellano leoneses pero un perfil prestigioso en Jumilla tras dejar el club en manos de inversores chinos solventes. Sigue enfrentado a Capuani desde hacía un año, pero el nombre de italiano no aparece en esta reunión cuyo objeto es buscar un inversor interesado en rescatar al Eldense, según fuentes próximas a Ortuño. No hallan solución y pocos días después, Ortuño y Esquembre, un abogado ilicitano que entonces ya trabaja con Capuani para gestionar Elda, firman a toda velocidad un contrato, gestionado con el máximo secreto, por el que el club deja la gestión deportiva en manos del italiano y de su técnico Filippo Vito di Pierro.

Unos días después se hace público y llegan los avisos desde Jumilla y los mensajes de «ya no se puede hacer nada» por parte de la gestora. El Eldense sabe que seguramente ha vendido su alma al diablo, pero cree que, vigilado, no puede hacerle mucho daño. Error.

«La situación era diferente a la de verano y por eso firmamos esta vez. Hemos pecado de inocentes, la verdad es que no investigamos nada de este tío. Tenía denuncias cruzadas en Jumilla, así que no sabíamos quién mentía... Pero los vigilamos de cerca, pusimos cortafuegos en el contrato y no permitimos que hicieran nada fuera de su ámbito sin nuestro consentimiento», cuentas dos destacados directivos que tampoco quieren decir sus nombres. Capuani ha dejado una deuda deportiva por valor de 100.000 euros y también servicios por pagar.

Ahora, la gestora, que fue capaz de adelantarse unos días al 12-0 y denunciar a la Guardia Civil sus sospechas de amaños en el vestuario, espera ser absuelta. Primero hoy por el Pepico Amat, que se conjura en lo que se espera sea un partido de catarsis contra el Sabadell. Y luego por la historia: los directivos del Eldense se conforman con que tras la investigación queden sólo como los tontos que acabaron siendo el negocio de unos listos y unos italianos.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats