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Retratos urbanos

El niño que creció con la radio

Este hombre creció con la radio. Se hizo periodista y durante casi cuatro décadas fue guionista, locutor, redactor, jefe de la FM y director de Radio Alicante

El niño que creció con la radio

Lo parieron en la trastienda de una planta baja de la calle General Elizaicín, en el barrio alicantino de El Pla. Sus padres, Antonio y Mercedes, ya fallecidos, regentaban un comercio dedicado a la venta de piensos para animales en tiempos difíciles. En los patios de muchas de las casas se criaban conejos y gallinas para sortear el hambre y sus miserias; en una carnera colgada en la pared se almacenaban salazones y embutidos. La familia Llorens Brotons también suministraba a sus parroquianos legumbres a granel y otros productos consumibles, como aceite de oliva o conservas.

Ahí vivió su infancia Benjamín. Con la inauguración del mercado de Carolinas, en 1958, su padre consiguió un puesto de venta de ultramarinos. La madre siguió con el negocio, «trabajaba como una leona». Atendía casa, tienda y a sus dos hijos. Muchas horas pasó sentado sobre una saca de garbanzos en espera del cierre. Siempre se oía la radio.

El chavalín pronto entró en algo así como una guardería, pegada a su casa. De ahí pasó a estudiar en el colegio público Padre Manjón, que entonces lo conocían como «El cuartel», porque en tiempo de guerra fue la sede de la guardia de asalto republicana. Un buen día, don Ramón, su director, reclamó la presencia del progenitor para transmitirle que cambiara a su hijo de colegio, porque el muchacho daba de sí. Dicho y hecho. Benjamín dio a parar con sus huesos en el Instituto Cultural Hispano Americano (ICHA), que habilitó un matrimonio llegado de Venezuela, después de hacer las américas. Sus alumnos pasaban el tiempo de recreo en el Castillo De Santa Bárbara, cuando el paraje era un vergel custodiado por militares y reclutas. Desde una de las aulas salió la voz de Benjamín al público. El centro disponía de un sofisticado sistema de megafonía que recorría el recinto. O sea, que al lector lo escuchaban todos los escolares. Benjamín leyó con audiencia sus primeros cuentos, sus primeras historias. Recuerda con cariño al profesor Pedro Olivares.

Se hizo bachiller en Maristas, con otro periodista, Mariano Sánchez Soler, como compañero de pupitre y de diversión. En COU se divirtió en guateques de menor a mayor solvencia y en discotecas como ´La pérgola verde´, ´Rafa´s´ o ´El duende´, entre glorias y fracasos.

Quería ser periodista. Se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense de Madrid. El ministro de Educación de la dictadura franquista decidió aplicar el curso académico al año juliano; es decir, entre enero y diciembre. Una faena.

Después de seis meses de espera, con el resacón de la navidades, Benjamín pilló el expreso y marchó a Madrid. Se alojó en el Colegio Mayor Santa María de Europa. El muchacho creía que se trataba de un centro moderno, pero a la entrada se topó con dos enormes monumentos de yugo y flechas. Se acojonó. Los tutores eran progresistas, afortunadamente. Ahí estuvo tres años. Bebió cava junto al resto de aquella tropa para celebrar la muerte del general Franco, en 1975.Se apuntó al Partido Comunista de España (PCE), del que llegó a ser responsable de agitación y propaganda en la facultad varios cursos. Durante las vacaciones mantenía contactos con comunistas alicantinos como Miguel Segarra, Antonio Martín Lillo y Manuel Alcaraz, entre otros.

Lo suyo era la radio. En quinto de carrera logró una beca para aprender en el Gabinete de Investigación y Experimentación Radiofónica, que organizaba Radio Madrid y que pagaba el Monte de Piedad. Solicitó prácticas en Radio Alicante. Antonio Serrano, su director y padre profesional, le metió en la emisora. Hizo guiones para programas que otros locutaron. Se metió en serio en ´40 Principales´. Fue director de los servicios informativos y, poco más tarde, responsable de programas. La mili la saldó en el acuartelamiento de Rabasa, ya crecidito.

Tuvo una oferta de Antena 3, pero se quedó en Radio Alicante en plena movida de la FM a principios de los ochenta. A mediados de la década fue nombrado director. En el último año del pasado milenio, la compañía lo destinó a Murcia como director regional. En 2003 regresó a Alicante. Dio todo lo que pudo. Se dejó la voz, que no la palabra. En 2011 encontró otro destino: el paro, en plena crisis. Las empresas del sector prefieren ser regidas por directores comerciales frente a periodistas acreditados y decentes.Siempre ha sido feliz. Es un niño de la radio. La televisión llegó a su casa cuanto ya era universitario. Todo por la radio. Ahí sigue. Largos paseos al despuntar el alba. Escribe excelentes trabajos sobre su ciudad, Alicante, que cada viernes publica en la Hoja del Lunes, que gratis dirige.

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