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El mejor periodista con humor

Anda con sus tres pasiones: el humor, el periodismo y la tuna. Cuenta a su manera el tiempo en el que nos ha tocado vivir

El mejor periodista con humor

Cuánto nos ha hecho reír. Este hombre ha contado la historia de Alicante, de España y del mundo entero en críticas viñetas. Hijo de un matrimonio gallego, Enrique Pérez Penedo casualmente nació en Alicante, donde su padre trabajaba como militar en el desaparecido aeródromo de Rabasa, en cuyo suelo se levantó la Universidad de Alicante. Al cierre del acuartelamiento, la familia se trasladó a Madrid. Superado el PREU, inició la carrera de Ciencias Químicas con más penas que gloria. Parido para una actividad creativa, el muchacho cateó todas las asignaturas que a su pupitre arribaron. Aprovechó los suspensos para alistarse a la tuna universitaria y servir a la patria en una 'mili' con enchufe que duró unas semanitas en Pinar de Antequera (Valladolid). Descubrió su vocación: el humor gráfico.

No sé cómo entre sus manos cayó un folletín de la recordada academia CEAC para aprender a hacer chistes por correspondencia. Ahí se metió, disfrutó de lo lindo entre dibujos e indicaciones de ida y vuelta. Se agarró con descaro a la plumilla y a la tinta china. Se entregó. Encontró su orilla, que no es poco.

Con la jubilación de su padre, Argimiro, la familia Pérez Penedo regresó a Alicante. Estamos en 1971. Enrique curso matrícula en el viejo CEU para seguir con su carrera para aprender cositas sobre la composición de la materia y sus reacciones. Ahí no había químico.

Dejó los estudios

Siguió con sus viñetas. Un buen día de 1972 se presentó a primeras horas de la mañana en la redacción del diario INFORMACIÓN, alojada en la calle Poeta Quintana. Lo recibió Fernando Gil, ya fallecido, entonces redactor jefe. El chaval le mostró algunos de sus trabajos: «Déjalos y vuelve otro día», le dijo el gran cronista. Volvió al día siguiente, también a hora temprana. Se topó con el mismo periodista. Tímidamente le preguntó por lo suyo. «No lees el periódico, Enrique. Hoy ha salido tu primer chiste». Enrique alucinó. Abrió el camino para contar sus historias en el mayor periódico de tirada provincial. Se convirtió en colaborador habitual y se granjeó a lectores y a los miembros de una redacción que olía a plomo, cubierta por una densa capa de humos y donde en pocas mesas faltaba botella de cualquier licor.

Tiempo de cambios en la prensa

«Tuve la suerte de que Jesús Prado fuese nombrado director, era un periodista acojonante que, además, nos dejaba trabajar en un medio cuestionado por la derecha y por la izquierda».

Poco a poco se adentró en la tinieblas de la redacción. Plomo y linotipias. De escasa atención al diseño. A Enrique se le requería, también, para diseñar las portadas a grandes titulares y para determinadas páginas. Entró en plantilla como diagramador y fue un de los pioneros en establecer maquetas pautadas para diseñar las páginas ordenadas y de fácil lectura. Ahí estuvo entre 1972 y 1984. La empresa, propiedad del Estado, pasó a manos privadas. Pérez Penedo tomó su tipómetro y sus lápices y se estableció como diseñador en la Universidad de Alicante, a requerimiento de su entonces rector, Antonio Gil Olcina. Hace un rato que se jubiló como jefe del Gabinete de Diseño. Sigue con sus chistes. Con sus historietas. Preside Feco-España, un libre albergue de humoristas gráficos que trabajan unidos para trasladar carcajadas en un escenario de plena libertad informativa en tiempos convulsos.

Se define como «dibujero». Para él, Forges es el jefe de su negocio, aunque no quiere dejar atrás a El Roto o a Mingote. «No tengo ni aproximadamente puñetera idea de los chistes que he realizado». Habrá pintado y rotulado más de 20.000 historias de nuestras vidas y las de nuestros padres y abuelos en clave humor. A buen recaudo están en las entrañas de su ático en la barrida de Carolinas sus trabajos, salvo los de los tiempos de las linotipias que acabaron en las papeleras ensuciados por tintas, grasas y por los trazos de los diagramadores.

Ha mostrado su legado en decenas de exposiciones. Ha ganado premios nacionales e internacionales. Algunas de sus crónicas están almacenadas en su libro «Pajas mentales». Un lujo.

Enrique Pérez Penedo, es libre. Sólo tiene como obligación enviar al periódicos cinco viñetas semanales, pero se lía entre congresos y cónclaves chistosos, como su pasión por la tuna universitaria.

En su ático, casi pegado al cielo, guarda a buen recaudo de cientos de carteles y muchísima música de tuna estudiantina. Alicante puede presumir del periodista que mejor ha contado nuestra historia en clave de humor. Y ahí está. Templado.

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