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La nueva revolución industrial

La escasa automatización de la economía alicantina conserva empleos pero compromete la competitividad futura

La nueva revolución industrial ÁXEL ÁLVAREZ

La joven recolectora presiona el pedal y la máquina avanza unos centímetros. Sin soltar las manos de la trenza de la tomatera, llega al siguiente racimo y lo deja en la cesta. Los raíles que recorren cada línea de cultivo son a la vez tuberías para conducir el CO2 procedente de la planta de cogeneración anexa. Es el sistema que usa desde 2013 Bonnysa, la multinacional agroalimentaria con sede en Sant Joan, para aumentar el rendimiento de los nueve grandes invernaderos que tiene en la finca Pla Benet del municipio.

«Por la noche y en función de la temperatura inyectamos el gas. Se ha logrado aumentar la producción en un 25% y a la vez reducir la huella de carbono», cuenta Rafael Alberola, director de energía y logística de la compañía. «Es una inversión potente pero a la larga haces más con menos», apunta el ingeniero de Bonnysa.

A unos kilómetros de allí, en la planta de embalaje de producto, el jefe de fábrica, Antonio Gracia, explica lo que ha supuesto la reciente adquisición de una envasadora danesa que genera 45 paquetes triangulares de 260 gramos de tomates cada minuto. «Esto antes se hacía con una línea de 26 personas. Ahora con tres», apunta el responsable de la instalación.

En Ibi, ITC, un gran proveedor de envases para la industria alimentaria y cosmética, también acaba de acometer «una importante fase de robotización» según cuenta Luis Rodríguez, secretario general de Fempa. En el sector de la logística, Seur ha modernizado su planta de distribución en Alicante incorporando interconexión de maquinaria, cuenta el secretario general de Fetrama, Francisco Ortiz. Cuando se chequea lo que están haciendo las grandes empresas de la provincia a través de las patronales, parece que la optimización de recursos, la reducción de huella medioambiental y la aplicación de robótica y automatizaciones en que se sostiene la cuarta revolución industrial está ya en marcha en la provincia.

A fin de cuentas, sólo faltan tres años para 2020, fecha en que entidades tan dispares como la OCDE, CaixaBank, CC OO o Randstad sitúan la irrupción sensible de la automatización y la digitalización en nuestro sistema productivo (se habla de un 12% de puestos de trabajo en riesgo inmediato de desaparición en España). Desaparecerán trabajos pero se crearán, aseguran, más aún. Eso sí, estarán relacionados mayoritariamente con estudios superiores en ciencias,ingenierías y matemáticas. Cabe pensar que, si los empresarios ya muestran cómo los primeros de su clase se adaptan a los tiempos, el clima en los sindicatos sea tenso: tras la crisis y la austeridad, llegan las máquinas más avanzadas.

Robots

Cada vez hay más robots en la industria del país. Los brazos robóticos de compañías como Kuka, ABB o Stäubli están muy presentes en la industria de la automoción -la factoría valenciana de Ford en Almussafes tiene decenas de estas máquinas articuladas-, pero ganan presencia en el sector del metal y en la alimentación. Entre los tres, agrupan el 70% de las compras de autómatas en España del año 2015, último dato de que dispone la Asociación Española de Robótica y Automatización Tecnologías de la Producción (AER-ATP). Las factorías del país incorporaron entonces 3.710 unidades nuevas a sus plantas, un 16% más que el año anterior. Los robots en activo del país forman un parque de unas 33.338 máquinas.

El uso de estas herramientas androides, programables para desplazamiento y manipulación en procesos productivos, es tan sólo una parte del proceso de sustituir la mano del hombre por maquinaria en cada vez más fases de la producción que se ha llamado automatización. Al tiempo, la automatización es una de las cuatro patas de la llamada cuarta revolución industrial en la que el impacto de la tecnología afectará a cada vez más puestos de trabajo: robots, conectividad, información y servicios digitales. Su irrupción ya ha modificado parte del paisaje cercano: cajas de autopago en las grandes superficies o la paulatina desaparición de oficinas bancarias por la mejora y extensión de servicios de banca online son efectos directos.

Anteriores revoluciones tecnológicas se cebaron con los trabajadores manuales. Esta vez, volverán a sufrir más que nadie pero no habrá sector que no se vea afectado. El informe Industria 4.0. Una apuesta colectiva presentado por CC OO en 2016, asegura que este cambio de paradigma afectará de forma especial a «los trabajos manuales y repetitivos». «Son los que tendrán mayor posibilidad de ser reemplazados por máquinas, aunque se producirá mediante un proceso muy lento». Otro informe de CaixaBank Research, publicado hace un año, sostiene que entre las profesiones en riesgo de desaparecer a medio plazo están contables y analistas financieros: el software se desenvuelve muy bien en entornos ordenados.

Pero, a pesar de las advertencias, todo este proceso no ha arrancado de manera evidente en la provincia. Se han perdido trabajos por automatismo, pero se trata de casos puntuales para los representantes de la industria y los servicios de UGT. Identifican cambios y mantienen el sempiterno tono grave con que analizan el mercado de trabajo pero no son capaces de dar la alarma general porque las máquinas hayan llegado.

Eduardo Vacas, secretario general de la federación de Servicios, Movilidad y Consumo (FeSMC) de UGT en l'Alacantí-La Marina sí reseña un duro golpe reciente en la banca. «Los eres del Banco Popular y el Sabadell han dejado a gente en el paro que saben que su puesto ha sido sustituido por una máquina. No son reemplazados por otros trabajadores», sostiene el sindicalista. «Y en las grandes superficies cada vez se quiere sustituir más a la cajera tradicional», agrega.

Buena parte de los estudios que se han publicado aseguran que el cambio tecnológico no destruye necesariamente el empleo, sino que simplemente lo transforma. Es la tesis en la que se apoya el director de la tienda Carrefour de Sant Joan, Francisco Carceller, donde los clientes usan también cajas de autopago desde hace tiempo. «Son un sistema complementario al actual y no contemplamos ni reducir ni eliminar servicios de cajas», afirma el responsable de la gran superficie, quien resalta además que la plantilla «se incrementa en las secciones donde se requiere atención personalizada, como en la sección de frescos, en charcutería o pescadería». Su idea es que las maquinas trasladan recursos humanos, no los reducen.

Valentín Bote, director del servicio de estudios laborales Randstad Research, cree, sin embargo, que este sistema de venta es sólo una fase más de una automatización que terminará cobrando al cliente sin que deba detenerse en la salida de la tienda.Y da por descontado que también terminará con el personal de caja. «Este desarrollo tecnológico va a necesitar mucho empleo», apunta. Empleos, eso sí, reservados para los citados profesionales con estudios superiores de la rama STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y

Matemáticas, en sus siglas en inglés). «Estos estudios tendrán un futuro dulce con un crecimiento anual del 10% en las ofertas de trabajo, mientras que aquellos que no tengan la cualificación suficiente no van a encontrar oportunidades», apunta Bote.

Paisaje pyme

Las cajas triangulares de tomates llevan una etiqueta: «Edeka». «Es una cadena de supermercados alemana con seis mil tiendas en el país», apunta el responsable de logística de Bonnysa. La empresa santjoanera es uno de sus proveedores y sirve además a muchos otros distribuidores europeos. Su negocio genera una facturación anual que ronda los 150 millones de euros, así que sus responsables no se equivocan mucho al calcular que pueden amortizar una máquina que cuesta 100.000 euros y sustituye a 26 personas en menos de un año.

El representante del sector industrial de UGT, Adolfo Durán, tiene la clave de por qué los trabajadores alicantinos no sienten que una automatización como esta sea una amenaza urgente. «El 90% de las empresas de la provincia son pymes. Salvo las multinacionales, ninguna tiene dinero suficiente para hacer esta inversión y comprar un robot o máquina de este precio. No pensamos que vaya a ser una cosa masiva» asegura.

Desde la patronal de la pequeña y mediana empresa de la provincia, su presidente, Cristóbal Navarro, asegura que sólo puede «confirmar» la tesis del sindicalista. «La microempresa no llega a implantar la mecanización o robotización avanzada», apunta Navarro. «En España hay 1.300.000 empresas. El 40% tiene un solo asalariado, y la media son seis o siete. Con estas estructuras es difícil invertir en automatización», afirma el director de Randstad Research.

El trabajo que hay en la provincia a corto plazo no peligra. Pero es pan para hoy y hambre para mañana:«El problema es que no vivimos aislados del mundo. Si no tienes estos elementos para competir, el trabajo en lugar de hacerse aquí se hará en otra parte del mundo. Y la experiencia nos dice que siempre que hay cambios surgen oportunidades, pero que a la vez siempre hay ganadores y perdedores», declara el experto en mercado laboral.

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