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Más de tres décadas en un archivo

Fue monaguillo, mancebo, turronero, cartero y reponedor; se hizo ordenanza municipal y después técnico de archivo.

Más de tres décadas en un archivo

Agustín Medina Ramos trabaja en el Archivo Municipal de Alicante desde 1982. Durante 35 años se ha dedicado a conservar, organizar y difundir el patrimonio documental que se custodia en el Palacio Llorca. Ha atendido a multitud de investigadores y curiosos; ha conocido a los principales protagonistas del mundo cultural alicantino.

Licenciado en Geografía e Historia, es autor de numerosos artículos publicados en llibrets de hogueras y barracas y revistas como Festa, Canelobre y El Salt. En el centenario del nacimiento del pintor Gastón Castelló (2002) publicó el libro «Gastón Castelló y las Hogueras de San Juan» junto a Santiago Linares y participó en el catálogo de la exposición. Ha sabido reconocer la importancia del patrimonio documental generado por la fiesta de Hogueras (carteles, bocetos, programas de mano, llibrets, etcétera). Este archivo es un lugar de referencia en la investigación.

Hoy, domingo, cumple 65 años. Mañana dejará de trabajar en el Archivo Municipal de Alicante. Pero Agustín seguirá con su labor de investigador de todo aquello escrito o impreso que huela a fiesta.

La entrevista transcurrió en una de las salas del palacete. En la sala dos hombres asiduos al lugar: uno parece sumergido en las entrañas de las barracas fogueriles para no pederse detalle alguno; el otro curiosea y toma notas sobre la vieja publicación alicantina el Tío Cuc.

Agustín nació en el barrio del Garbinet. Estudió en San José de Carolinas, en cuya parroquia ejerció de monaguillo siendo un niño. Dejó los estudios a los 13 años para trabajar como aprendiz en la farmacia de Gabriel Antón, situada en la plaza Gómez Ulla. Tras un tiempo de recadero y dedicado al aseo de la botica ascendió a mancebo. Su jefe le apoyó para que estudiase. Se matriculó en el instituto Jorge Juan haciendo la mili: asistía a las clases vestido de soldado.

Licenciado de materias militares, Agustín regresó a la farmacia, trabajó en otra botica en Ibi, como cartero, como turronero y acabó como reponedor de alimentos en Pryca de San Juan. Estamos a finales de los años setenta, transición incluida. En el supermercado conoció a Marieline, su mujer, entonces secretaria de dirección, mientras que Agustín era secretario del comité de empresa en representación de la USO. Agustín, Marieline y la familia Escarré emprendieron un viaje al Océano Ártico para ver la tundra. Los Medina llegaron en un «Simca 1000».

Al regreso, Agustín decidió optar a una plaza de ordenanza en el Ayuntamiento. Varios intentos más tarde superó la oposición y fue destinado a la Alcaldía, entonces presidida por José Luis Lassaletta, y acabó para siempre en el Archivo en tiempos de Vicente Samper Grau. Agustín, movido por la historia que le rodeaba, aprobó las prueba de acceso a la Universidad y se matriculó en Geografía e Historia. Mañanas de archivo y tardes de facultad. También fue secretario de Organización del PSPV.

Recuerda sus conversaciones con Enrique Cerdán Tato y con decenas de investigadores que se daban cita en el Palacio Llorca.

Agustín está jubilado. Cree que la informática lo ha cambiado todo. Denuncia que el archivo está algo abandonado. Faltan medios. Especialmente trabajadores que puedan conseguir que Alicante conserve lo heredado con el paso del tiempo.

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