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Hola, soy Dios

Rita

La fallecida senadora se encuentra ante su juicio final, uno que no puede retrasar...

- Ha llegado ya, Pa.

- Ve preparando el estrado y el mazo, que voy en seguida. No encuentro la peluca...

- Ya está todo listo, Pa.

- Vamos allá, pues: Señora Barberá, bienvenida.

- Gracias, Su Divinidad.

- Señoría será suficiente, esto es un juicio, el que no le pudieron hacer en la Tierra, porque no tienen los medios.

-Lo sé, Señoría Divinidad. Como me han explicado que aquí no hace falta abogado ni evidencias, ni atenuantes, ni...

-Así es, en efecto. Aquí lo sabemos todo. De manera que nos limitamos a constatar la realidad y a sentenciar.

-Lo comprendo.

-Aquí no valen las argucias legales, las dilaciones, los aplazamientos por enfermedad, los «yo no sabía, mire usted», los «yo creía que una comisión era una reunión de políticos», «ese fajo de billetes se me metió solo en el bolsillo» y otras ingeniosas estratagemas.

-Lo entiendo y lo acepto.

-Pues al lío.

-¿Perdón, JC?

-Que estamos perdiendo mucho tiempo y se nos va formando cola.

-Procedamos pues. ¿Qué tiene que decir, doña Rita?

-Inocente de todo punto. Y aforada.

-¿Perdón? Si no ha habido acusaciones. Y su aforamiento aquí? ¿cómo explicarle?...

-¡Inocente, divina señoría!

-En fin? Comencemos por el principio.

-Vamos. Yo he sido alcaldesa de Valencia desde 1991 hasta 2015. Y en ese tiempo he puesto a Valencia en el mapa.

-¿Cómo es eso?

-Pues convirtiéndola en una de las ciudades españolas más importantes. ¿No han oído us-tedes hablar de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias, del Oceanogràfic, del Gran Premio de Fórmula Uno, de la Copa del América??

-Sí. Hasta aquí han llegado los rumores?

-¡Exacto! Objetivo conseguido. Todo el mundo conoce Valencia. Todo el mundo habla de Valencia.

-Eso lo comprendemos. ¿Pero a qué precio?

-Bueno, divinidades? ¿Qué precio es aceptable por elevar una ciudad a categoría de mito? ¿Por engrosar la lista que ocupan Babilonia, Jerusalén, New York, Jericó??

-No sé yo?

-Sí es cierto que hubo que trabajar mucho.

-No me cabe duda.

-Y luchar cada día contra los aparatos esclerosos de la administración pública.

-Estoy seguro.

-Y disputar con otras ciudades y comunidades que aspiraban a lograr también esa diferenciación que tanto se cotiza en términos electorales.

-Comprendo? ¿Pero además de eso?

-Bueno, como aquí se sabe todo, no será malo que les cuente algunos de mis secretillos?

-¿Se? cre? ti? llos?

-Sí. Vamos a ver. Lograr tantas cosas y tan bonitas en tan poco tiempo no es fácil. Y necesita además dosis adecuadas de factor facilitador.

-¿Factor facilitador?

-Así es, Señoría. Un ejemplo: ¿cómo cree usted que se logra un Gran Premio de Fórmula Uno en circuito urbano cuando se han suprimido todos los existentes menos el de Mónaco?

-Estoy deseando que usted me lo diga.

-Pues con buenos contactos en los lugares adecuados y haciendo felices a esos contactos con buenas dosis de factor facilitador.

-¿Eso es lo que allá abajo se le llama comisiones?

-Perdóneme que le diga, señoría divina, pero allí abajo siempre han sido muy vulgares en estos temas.

-Comprendo.

-Verá, Divinidad. Al principio de cualquier carrera política todos somos muy inocentes. Todos llegamos con las beatíficas intenciones de mejorar la sociedad, la vida de nuestros conciudadanos y estas cosas. Pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que eso es como aprender inglés o perder peso. Y entonces nos aferramos a lo posible. Y resulta que para hacer cosas hay que estar en el poder. Y para estar en el poder hay que salir elegidos. Y para salir elegidos hay que hacer una buena campaña electoral. Y para eso hay que gastarse dinero, mucho parné. Y ese parné no cae del cielo, hay que inventarlo. Y yo he sido muy creativa, aunque está mal que yo lo diga.

-No hace falta que lo diga, señora. Nos consta.

-Sí. Pero también les constará que yo soy una política del tipo A.

-¿Tipo? A? ¿JC, tenemos re-gistrado ese tipo de político?

-No, Pa. No nos consta.

-Explíquese pues, señora, que esto es nuevo.

-Muy sencillo, divi seño. Verán: cuando se maneja mucha pasta y pasan por las manos de uno muchos mi-llones de euros existe una remota tentación de, digamos, asignar un pequeño porcentaje para el partido, ya se lo he explicado. A eso es difícil resistirse. Pero después surge la segunda cuestión: «De todo este pastizal? ¿quién se va a enterar si me embolso unos duros, yo, el padre de la Patria, que trabajo más que nadie y cobro menos que un carbonero?»

-Lo que siempre se ha llamado tentación, en una pa-labra.

-Así es. Y es cuando surgen los dos tipos de políticos: Tipo A: «No me quedo ni el cambio de un café». Tipo B: «Voy a abrir una cuentecita en Panamá por lo que pueda pasar". ¿Capishi?

-¡Capishi, muy bien! ¿Y usted es del tipo??

-¿Hace falta que yo responda a esa pregunta, seño?

-Es verdad. Aquí tenemos la información. A ver, JC?

-¡Adelante! La nube para políticos, sector A la está esperando. Pero quítese la chaqueta porque aquí hace bastante caloret.

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