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Del homenaje a los duelos

La particular visión de la semana de Andrés Castaño

EFE

LunesEL INVITADO

La sutileza irónica de Ximo Puig siempre descansa sobre una expresión amistosa que algunas veces simula sorpresa y otras ingenuidad. Se ha anunciado que Pedro Sánchez abandonará sus actividades tuiteras dentro de unos días para iniciar en Valencia la campaña electoral entre los militantes. Notificado Puig del desembarco inminente, su antológico comentario ha sido: «No sé a qué viene, pero será bienvenido». Admitamos la insuperable textura del desprecio, rubricado por una promesa de hospitalidad que hace pensar en esas visitas que tocan el timbre a la hora de la siesta. Por lo menos no ha dicho «está de paso», por aquello del doble sentido. Naturalmente, Puig sabe a qué viene y por ello es cualquier cosa excepto bienvenido. Sánchez desembarca para unir a los maltrechos despojos del «no es no» de un lado y, de otro, a los agraviados por Puig. El tribalismo socialista siempre ha sido coherente y los partidarios del «no es no» también son desafectos al «president», aunque sea imposible averiguar si fue antes el huevo o la gallina.

Martes

LA YENKA

Una lectura moderadamente optimista del acuerdo PNV-PSOE permite descartar las amenazas: conferir estatus de «nación» al País Vasco en poco impugna que la Constitución hable de «nacionalidad», ya que el «derecho a decidir» queda sujeto a la legalidad vigente, esto es, a la «indisoluble unidad de la nación española». Si esta interpretación parece la más razonable, ¿por qué el portavoz de la gestora socialista ha experimentado en veinticuatro horas tantos cambios de humor como el Dr. Jekyll en sus noches traviesas? En un primer momento aseguró que el acuerdo excedía las coordenadas ideológicas del partido; horas después, argumentó que debía leerlo en profundidad; por fin, su ponderada reflexión ha sido que es un acuerdo milagroso ya que incorpora al PNV al «bloque constitucional», algo chispeante ya que el PNV no lo sabía. Como en esas novelas de misterio en que el cadáver es un pretexto para desenmascarar al mayordomo, lo apasionante del pacto no son las discusiones semánticas, los límites constitucionales ni la tardía vocación estatal del PNV, sino el ADN extraviado de los socialistas.

Miércoles

POMPA Y CIRCUNSTANCIAS

Es absurdo enfangarse tras la muerte de Rita Barberá en un debate sobre los medios de información. Los gacetilleros que habían convertido el plató en tribunal de justicia garbancera hoy son las plañideras en ese mismo plató redecorado como capilla ardiente; pero también los compañeros del PP que hace unas semanas aplaudieron con saña el destierro de Barberá al gallinero del Senado, esta mañana alternan los elogios póstumos a la apestada con la búsqueda de culpables. Ayer, una tertuliana señaló refiriéndose precisamente a Barberá que «bastan indicios» para condenar a una persona. Poco importa que esta gansada demoliera dos siglos de paciente construcción de un sistema judicial de garantías. La riada se inició con la sustitución de la presunción de inocencia por la de culpabilidad, un fértil hallazgo que comenzó a aplicarse selectivamente según el criterio más viejo del mundo: sólo rige para el adversario político. Medios informativos y partidos comparten esta monstruosa responsabilidad, digan lo que digan ahora unos sobre «juicios paralelos» y otros sobre «libertad de información». Y no descansan: como esos parientes que intentan animar a la viuda tras darle el pésame, una de las plañideras ha comentado que en Francia algunos políticos incluso se habían suicidado. He temido que añadiera ambiguamente «aquí todavía no hemos llegado a tanto».

Jueves

CUM LAUDE

Por lo que pueda servir a Pablo Iglesias para diferenciar un homenaje de una ceremonia, baste recordar que la Cámara de Comunes rezó por el alma de un rey al que había ordenado decapitar. Pero Cromwell no había leído a los teóricos revolucionarios y por ello ignoraba que negar la despedida protocolaria a un fallecido tuviera algo que ver con las víctimas de la «pobreza energética». No fue casual que Iglesias las mencionara tras su espantada, ya que tenía previsto arrinconar al presidente del Gobierno con una pregunta. Es el tipo de problema que seduce a Podemos porque permite denunciar una situación odiosa sin inmiscuirse razonablemente en la solución. Lamentablemente, este profesor de ciencias políticas no sólo confunde los homenajes con los duelos, sino también las interpelaciones con las preguntas y fue el ministro del ramo y no Rajoy quien le contestó. Esto quizá explique por qué prefiere la democracia directa a la representativa: le evita aprenderse el reglamento de la cámara. Redondeando tanta fantochada fúnebre, los senadores de Podemos sí guardaron un minuto de silencio (deben de despreciar a las víctimas de la «pobreza energética») e incluso Rufián aplazó por una vez sus gamberradas.

Viernes

LA TUNA

La universidad como microcosmos incrustado en la jungla callejera e inmune a sus reglas y convenciones se extinguió cuando un rector pidió a la Policía que invadiera el campus y no que lo desalojara, que era lo habitual desde la Edad Media al menos. Ayer, la «ertzaintza» enfrentó una revuelta en la UPV de alumnos que protestaban contra las elecciones al rectorado y las imágenes no se compadecían con una de las cien mejores universidades jóvenes (fundadas hace menos de cincuenta años) del mundo, según uno de esos baremos prestigiosos que insistentemente abochornan a nuestra comunidad universitaria colocándola en las catacumbas de la excelencia. La queja de los alumnos va dirigida contra el valor doble del voto de los docentes y exigen la restauración del principio «un hombre, un voto», una sana aspiración del ser humano que a menudo se embrolla con que los soldados elijan a sus oficiales y otras ocurrencias mayoritarias.

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