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La moda de congelar el mundo

EFE/Emilio Naranjo

Lunes

MANNEQUIN CHALLENGE

Nuestra penúltima exhibición de antiamericanismo innato, siempre ejercido con tejanos y dieta de hamburguesa, son los «mannequin challenge», una gilipollez simpática consistente en grabar a un grupo de personas inmóviles. Aunque esto ya lo había logrado la fotografía, en los «mannequin» la cámara se desplaza captando en su recorrido una parálisis coral. Los pioneros fueron unos estadounidenses sin duda celulíticos, mostrencos y tragasantos que colgaron en la red su hallazgo antes de votar a Trump y desencadenaron una epidemia que ha cruzado el Atlántico. Sin embargo, la adaptación europea de los «mannequin» expresa una madurez conceptual y tono grave de los que carece la versión original: frente al gesto risueño de Lebron James en la Casa Blanca, Cristiano Ronaldo exhibe musculatura en el vestuario con expresión fiera. Es el acervo cultural de Europa. Lamentablemente, los estadounidenses ya se han cansado de los «mannequin» y han lanzado «¡Que viene Andy!», grito tomado de «Toy Story» que actúa como contraseña para que las personas que están siendo grabadas se desplomen sobre el suelo como hacían los juguetes de la película. Del estatuario colectivo a la lipotimia en masa, tal que una cola del INEM.

Martes

EL HOMBRE MARCADO

Cada vez que Borrell emprende una aventura política, la fatalidad se cierne sobre él. Cuando lideró el PSOE como vencedor en las primarias, algún compañero filtró que dos antiguos colaboradores habían trapicheado poco honorablemente en la agencia tributaria de Barcelona. Tras esta emboscada doméstica, Borrell renunció y emigró a Europa para reaparecer como alternativa a Susana Díaz durante la refriega civil que ha liquidado a Sánchez. Pero algunos hombres son rehenes de la desventura en formato de titulares inoportunos. No me refiero a que Borrell esté siendo investigado por sus actuaciones como consejero de una constructora, una pequeñez costumbrista en España desde la invención del cemento, sino a los 150.000 euros que le han estafado vía internet. Puedo entender que Rajoy no sospechara que el sobresueldo que recibía de Bárcenas olía a mordida o que Monedero ignorase que debía declarar a Hacienda el dinero de Chávez; pero que el eminente Borrell sea timado por una pantalla de plasma provoca cierta decepción melancólica. Como reflexionó aquel portero tras una catastrófica tanda de penaltis, lo más atractivo de la desgracia es que siempre inventa algo nuevo.

Miércoles

TIEMPO DE MUDANZA

No siendo experto en magia negra, ignoro qué pudo convencer a Rajoy de que era una luminosa idea proponer a Fernández Díaz como presidente de una comisión parlamentaria. Era evidente que la oposición no daría el plácet al único Ministro de Interior de la galaxia a quien han espiado en su despacho mientras él mismo espiaba, fue reprobado por la Cámara (nunca he sabido si por espiar o por dejarse espiar) y era pieza apetitosa para la cuadrilla de cazadores que desde la investidura aguardan con las escopetas cargadas la suelta de pichones desde la Moncloa para abatirlos en cuanto sobrevuelan el hemiciclo. Hernando, el inexplicable portavoz del PP (el otro Hernando, el del PSOE, también es inexplicable), ha afeado al PSOE la ruptura de un acuerdo previo con un severo «yo me visto por los pies», una expresión divertida de la época del chocolate de algarrobas que ahora sólo se usa en las barberías. Queda claro que Rajoy debe aclimatarse cuanto antes a la nueva aritmética parlamentaria y Hernando aprender a vestirse por donde le dejen.

Jueves

MAMMA MIA

Carolina Bescansa advirtió a la reina que sería vilipendiada si acudía hoy al Congreso con sus hijas como lo fue ella cuando compartió escaño con su bebé. En términos tradicionales, era el entrañable consejo de una madre a otra que tal vez pasaba por alto la diferencia entre usar a Errejón como sonajero existiendo servicio de guardería para los diputados y la presencia de la heredera del trono y su hermana en la apertura legislativa. Pero el pensamiento dominante (lo llaman ahora «mainstream») ha construido un argumentario político (lo llaman ahora «relato») que privilegia el absurdo, la excentricidad y el matonismo. Exhibir una bandera republicana durante el discurso del rey no pasa de mamarrachada disculpable; anunciar que el TC no tiene jurisdicción en Cataluña es otra mamarrachada y además un delito; y tomar partido por los agresores de dos guardias civiles convirtiendo un atentado en una trifulca de borrachos es una patraña más ridícula que indignante. Gracias al «mainstream», la única que parece estar en sus cabales es la abuela de la lotería.

Viernes

EL BALANCE

Acerca de los 5.000 millones que el Gobierno necesita para que la UE vise sus presupuestos, comienza a quedar claro que se optará por la «fórmula Churchill» que mencioné la semana pasada: cuando los gastos superan los ingresos, la solución es incrementar los ingresos y no reducir los gastos. Aunque la austeridad genera monstruos, el Estado no puede negar una operación de apendicitis a quien es incapaz de costearla y esto le distingue de las compañías eléctricas, que cortan el suministro por impago y a los pocos días se enteran por la televisión de que una anciana ha muerto asfixiada tras improvisar una estufa casera. Cabe preguntarse si puede ser legal que una empresa con mil millones anuales de beneficio deje sin calefacción a sus morosos. El Tribunal Constitucional dice que sí y entonces se activan los protocolos de asistencia: la compañía debe notificarlo a las autoridades y éstas proveer con celeridad. Pero los protocolos de asistencia en España padecen el mismo síndrome que la contabilidad pública y suelen desplegar sus efectos tras el funeral o la multa de Bruselas.

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