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¿Qué has hecho, Hilaria?

¿Qué has hecho, Hilaria?

-Pa?

-¡Contento me tienes!

-Pa?

-Calla, calla que estás castigado.

-Pa?

-Seis milenios sin bajar por la Tierra.

-¿Seis milenios, Pa?

-¡Seis milenios! Lo recuerdo como si fuera ayer. Te dije: JC, mira a ver qué hacemos porque he leído en el libro del futuro que un tal Trump va a ganar las elecciones americanas de 2016.

-Sí?

-Y tú me respondiste: «No te preocupes, Pa. Lo tengo controlado, eso debe ser un error de San Apocalipsis, el cronista, que es un cenizo y todo lo ve negro. También escribió que iba a gobernar Pedro Sánchez, y ahí tienes a Rajoy tan pancho».

-Así fue, sí?

-Claro. Pero yo no estaba tranquilo. Pero tú, erre que erre: «Esa amenaza ya está detectada y desactivada, Pa. He buscado a la persona idónea para neutralizarlo».

-Sí? me temo?

-Y yo pensé: «Eso es que JC ha enviado a su rascacielos a Chuck Norris, o va a hacer pública alguna de las historias que tenemos por aquí, en el libro de los secretos.»

-Eso debí hacer?

-Pero no, JC, no lo hiciste. En vez de eso encargaste el asunto a una señora a la que los americanos odian más que a Bin Laden, que en paz descanse, el muy cab?

-No tenía yo muy bien controlado el tema del odio ese? Creía que a haber sido ya inquilina de la Casa Blanca? iba a tener más fácil la vuelta?

-¡Pues te luciste! Pero bien lucido. Como cuando me convenciste para concederle el Premio Nobel a Obama.

-Sí? quizá algo precipitado sí que fue?

-Pero vamos a ver, JC, vamos a ver, que no entiendo una pa-labra: ¿Por qué co? diantres? ha ganado el tal Trump?

-Pues, francamente? ¿Por qué no llamamos a Hilaria y se lo preguntamos?

-Ya está tardando en subir!

-¡Hilaria, hija! Te acompaño en el sentimiento.

-Gracias, Pa.

-Perdona, mona, aquí el único que llama Pa a mi padre soy yo. Para ti Iahvé, o Santísimo de todos los Santísimos pues más aún.

-Perdón, Yahvi.

-Vale, Hil. Vamos al grano. ¿Qué has hecho, criaturita?

-Pues la verdad es que no lo entiendo, chicos, digo? perdón? Santidades. Decía Bill que lo teníamos chupado, pero ya veis. Desastre total.

-Ya, hasta ahí llegamos. Pero explícanos el desaguisado.

-Que caigo mal, Yahvi, que caigo como el culo?

-No llores, mujer, que ya no eres una niña. Y no será para tanto.

-Que se han ensañado conmigo. ¿Recordáis el tema de Mónica?

-¿Mónica? aquella Mónica?

-Sí. Esa Mónica. Aunque debería llamarla el zorrón de Minessota.

-Sí, hija. Recordamos.

-Pues bien. Desde que sucedió aquello caigo mal a la gente. En vez de apoyarme, el pueblo se ha vuelto contra mí. Es como si me dijeran: «Nena, tú eres tonta. Pero muy tonta». Y yo que soy una chica?

-Bueno? tanto como chica?

-Una mujer, quería decir, to-lerante y moderna, pues he tenido que cargar con eso durante toda mi vida política. Y ahora me pasa factura.

-Esto? ¿No será que metiste la patita en el asunto de los correos electrónicos?

-¿Cuándo fui secretaria de Defensa? No? no creo? Total porque me negué a utilizar la cuenta de correo electrónico del Gobierno y prefiriera utilizar mi cuenta personal para mandar correos híper-súper secretos a los malos? Bagatelas?

-Ya? También dicen que los americanos están un poco cansados de verte metida en política desde que los judíos vagaban por el desierto.

-¿A mí? ¿De verdad? Pero si yo solo he sido presidenta de la Corporación de Servicios Legales, gobernadora, primera dama, senadora, secretaria de Estado, presidenta del club social de la Urbanización «Los Guais de Washington»?

-Ya?

-Y que eres un poco antipática, un poco borde y un poco soberbia.

-¿Qué? ¿Qué está usted diciendo, señor mío? Que lleve usted una barba más blanca que el pelo de mi Bill y tenga un ojo en forma de triángulo no le da derecho a insultar a una señora, senadora por más señas. A ver si voy a venir con mis chicos los boinas verdes y le voy a pegar fuego a estas nubes mugrientas, que esto del cielo parece muy molón y en realidad es una cutrez de lo más ordinario, eso es lo que es.

-Bueno, bueno? dejemos el temita? ¿Tienes un diagnóstico certero de lo que ha pasado?

-Sin duda. La carta.

-¿La? carta?

-Sí, este verano estuve unos días de vacaciones en La Coruña, Spain.

-La conocemos. Buen marisco.

-Sí. Y allí comí con un tipo graciosísimo, el festival de la risa. Tanto que no podía parar de reír y él se zampaba todos los percebes. Un fenómeno del humor, oigan.

-Vaya, que majo.

-Y además de gracioso a mares es el presidente del Gobierno español. Dajoy, creo que se llama.

-Mariano.

-No; Madiano. Eso me dijo él.

-Bueno, al grano.

-Pues que hicimos migas, y hace poco me envió una carta. Resulta que él había tenido problemas en España, pero finalmente salió bien librado, lo han reelegido presidente.

-Sí, tras un año en blanco, pero sí.

-Y entonces me envió una carta con su estrategia políticas, la que -me aseguró- jamás le ha fallado.

-¡Caramba! Por fin el secreto mejor guardado. La madre de todas las estrategias: ¡Rajoy al desnudo!

-¿Y era muy larga la carta, Hilaria?

-En realidad no. La he seguido al pie de la letra. Aquí la traigo.

-A ver, a ver. Déjanosla.

-Aquí la tenéis. Solo tiene dos frases: «Haz como yo: N-A-D-A. Ya se equivocarán los demás».

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