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El premio Nobel

El premio Nobel

-¡Carape! Vamos a ver, JC. A veces, solo a veces, algunas de las cosas que hacen los humanos tienen una razón lógica. Quizá esta sea una de esas veces, aunque no sé yo. Recuerdo cuando le dieron el Nobel de la Paz a Obama, y lo único que había pacificado era su escalera. Aunque si me lo explicas bien a lo mejor me convences de que no estaba detrás la trama Gurtel.

-En Suecia la que funciona es la trama Ikea, que parece que quiere extender sus tentáculos a la ciudad de Alicante, en el Mediterráneo?

-Alicante? ah? ¡qué recuerdos!

-¿Recuerdos?

-Allí me retiré a reflexionar cuando separamos el Mar Rojo. Estaba yo enfadado con los egipcios, de modo que pasé una temporadita en el Sidi, en la playa de San Juan. Bonito hotel aquel, no sé si seguirá?

-Creo que no, Pa. Lo quieren convertir en apartamentos.

-Pero qué obsesión tienen en esa tierra por convertirlo todo en apartamentos y bungalows. Ya entonces había un alcalde emperrado en asfaltar hasta la playa. No recuerdo muy bien su nombre, solo que estaba ligeramente pasado de peso?

-Dejemos tus recuerdos y déjame que te cuente los motivos y los méritos del nuevo Nobel.

-Estoy impaciente. ¿Estás seguro de que no es por la trama Gurtel?

-No, Pa. ¡Qué pesado estás! Verás, la Academia le otorga el galardón «por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción».

-Ya. ¿Y eso qué significa?

-Jo, Pa. Estás espeso. ¿Te acuerdas de Homero?

-¡Desde luego! ¡Cómo he disfrutado de sus viajes!

-Pues igual que él escribió textos poéticos destinados a ser escuchados, Dylan ha concebido otros con similares fines. Y sus admiradores afirman que él también puede ser leído.

-¿Leído o escuchado?, que me pierdo.

-Las dos cosas, Pa. Dylan es un gran poeta, en la gran tradición inglesa. Sus letras son poéticas, reflexivas, diferentes al simple chuntachunta de «la quiero sí, la quiero sí».

-Ya?

-Por ejemplo, Pa: «Like a Rolling Stone» es una de sus mejores canciones y fue votada unánimemente como la mejor canción de todos los tiempos por la revista Rolling Stone.

-Vaya, qué sospechosa casualidad? ¿Gurtel?

-¡Pa!

-Además la Academia Sueca premia también, quizá demasiado tarde, a la que es, hoy por hoy, la manifestación literaria más importante y popular: las letras de canciones. Una forma de escribir condicionada a su acompañamiento musical, pero que, con el transcurso del tiempo, ha trascendido los límites de la música para influir al resto de la literatura. Y eso es especialmente manifiesto en Dylan, que ha causado un profundo impacto en la música popular y en la cultura no solo americana, sino de todo el mundo, con composiciones líricas de extraordinario poder poético.

-Vaya. Parece que te gusta li-geramente el tal Dylan, JC.

-En realidad me encanta. Como me gustan los autores que conciben la música para decir algo, luchar contra la injusticia o sencillamente contar una historia que realmente merezca la pena escuchar.

-Y Dylan es un maestro en eso, me ibas a decir?

-Parece que me leas el pensamiento.

-¿Solo parece?

-¡Pa!

-Vale, vale, no lo volveré a hacer.

-Mira, para muestra un botón:

«Cuántos caminos debe reco-rrer un hombre, antes de que le llames "hombre".

Cuántos mares debe surcar una blanca paloma, antes de dormir en la arena.

Cuántas veces deben volar las balas de cañón, antes de ser prohibidas para siempre.

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.

Cuántos años puede existir una montaña, antes de que sea lavada por el mar.

Cuántos años pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres.

Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza, y fingir que simplemente no lo ha visto.

La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento.

La respuesta está flotando en el viento.»

-¿Sabes lo que te digo, JC?

-No. Pero me temo lo peor.

-Que vamos a hacer una trampita y el año que viene le damos el Nobel de Literatura a Joaquín Sabina.

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