Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Rabea, la mujer que intenta atar dos culturas

Rabea Djellal es musulmana. Da clases de danza. Preside una asociación intercultural y un grupo de baile que fusiona el sonido bereber con el del flamenco

Rabea, la mujer que intenta atar dos culturas PEPE SOTO

Llegó a Alicante en 1991 después de contraer matrimonio con Ahmed, un licenciado en Ingeniería Química por la Universidad de Lyón que se había afincado en Alicante para regentar una empresa familiar dedicada a la exportación e importación de un variopinto catálogo de productos entre Argelia y España. Parió a sus tres hijos (Tanis, Djamil y Amalia) en el Hospital General de Alicante. Y aquí sigue.

Hija de comerciantes, Rabea Djellal, tras finalizar los estudios de Bachillerato trabajó como secretaria durante dos años en una mercantil de Argel, mientras que asistía a un conservatorio para aprender canto y guitarra. Se formó como azafata y durante ocho años sobrevoló Europa, África y Oriente Medio enmarcada en rutas de la compañía Aerolíneas de Argelia. «No tenía miedo a los aviones ni a largos viajes aéreos; ahora tengo pánico a los aviones», relata.

En Orán conoció a Ahmed, su marido. Pronto decidieron casarse. Largo y escrupuloso ritual en Argel. Un día dedicado a la novia: las mujeres de las familias de los prometidos se unen para aplicar en sus manos tatuajes de henna, colorante rojizo que se extrae de una planta y que se usa para teñirse; el segundo día se consuma el matrimonio. Horas más tarde, Admed y Rabea se desplazaron a Orán (a 350 kilómetros) para festejar con parientes y amigos del novio el enlace. Ahí permanecieron casi un mes de vacaciones antes de establecerse en Alicante, en La Albufereta. 1991. Orán y Alicante están hermanadas. Sus puertos han soportado en los últimos dos siglos un tráfico fluido de mercancías y de personas.

Muchos alicantinos regresaron a España tras la independencia de Argelia, en 1962. Se denominan «pied-noir» (pies negros), ciudadanos europeos que residían en Argelia y de la que tuvieron que huir. Bastantes se establecieron en Alicante.

Rabea Djellal pronto se integró en la sociedad alicantina. Nunca se ha sentido discriminada, sino todo lo contrario. Pero estaba empeñada en habilitar un espacio cultural entre ambos países: acercar las tradiciones argelinas y viceversa.

A esta mujer musulmana no le gusta hablar ni de política y de religión. Desde hace 16 años imparte clases de baile y folclore de su país en la academia de Maite Gea. Es experta en la Danza del Vientre, que combina elementos tradicionales de Oriente Medio junto con otros del Norte de África. En la ciudad de Alicante residen, al menos, 14.000 hombres y mujeres procedentes de Argelia, con billetes de ida y vuelta en transbordador, que no en pateras. Entre tanta interculturalidad, a Rabea se le ocurrió la idea de crear la Asociación Cultural El-Djazairia, donde imparten cursos sobre gastronomía, tatuajes de henna, danzas, maquillaje y, sobre todo, de integración para gentes de los dos países. «Somos seis, pero todas buenas», asegura Rabea, durante la entrevista que transcurrió en la casa de una de las asociadas, Loli, alicantina por los cuatros costados, muy implicada en la causa.

Formación a parte, se han inventado el grupo de baile «El-Djazairia» sólo compuesto por chicas españolas, que realizan magnifícos espectáculos de fusión entre las dos culturas, en la mitad del camino se juntan en armonía el flamenco y la de los bereberes, asentados en los montes. Combinación a la que sólo pide Rabea que se incorporen hombres para mejorar el espectáculo. Interviene en televisiones argelinas para hablar de nuestras cultura, de nuestras tradiciones.

Prepara un proyecto para el Ayuntamiento de Alicante de intercambio de culturas. Espera plácidamente para coser dos culturas vecinas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats