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Personas que iluminan nuestras vidas y dejan estela

Personas que iluminan nuestras vidas y dejan estela

Stefan Zweig fue un vienés nacido en 1881 y autor de un libro magistral que recomiendo: «Momentos estelares de la humanidad», en el que repasa situaciones claves en la historia del mundo.

Yo he recuperado su idea, y aunque me sitúe muy lejos de su genialidad y creatividad, y además esté muy muy condicionado por la extensión de este articulo, querría contarle otros tres o cuatro momentos estelares de la humanidad. Sucedieron después de los que él narra, los últimos a comienzos del siglo veinte, y los oriento mucho al papel de los que fueron sus autores, que serían como personajes de referencia para nosotros, en inglés «role model».

Me refiero a Luther King, Mahatma Gandhi y Teresa de Calcuta. Empiezo con Teresa y me refiero a esta monja católica de origen albanés, que había nacido en 1910 y murió en India en 1997, y lo hago no porque ella fuera merecedora de un premio Nobel, que lo recibió, o el hecho de que por sus méritos fuera beatificada por Juan Pablo II, ni tampoco porque el papa Francisco asumió que había hecho un milagro, al evitar la muerte de un enfermo tildado como terminal y la canonizó en 2015, ni tampoco por el hecho de que fundara la Congregación de las misioneras de la Caridad, lo que hizo en Calcuta en 1950, y que luego se extendería por el mundo. La comento aquí porque durante cuarenta y cinco años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos. En un mundo lleno de guerras, odios, egoísmos y violencia, ella amó y enseñó a amar a los demás, a los más necesitados y lo hizo rompiendo todo tipo de barreras. Demostró que el amor lo puede todo.

La segunda figura, o persona, creador de momentos estelares y que considero aquí fue Gandhi. Nació en Porbandar en 1869 y murió en Delhi en 1948. Ha sido un líder y pensador clave del nacionalismo de su país. Su infancia le marcó; era hijo de un alto funcionario y una madre muy religiosa, llegó a pasar tres años en Londres estudiando abogacía, aunque es posible que no se le pueda considerar un letrado brillante. En su vida destaca su fuerte amor por la India, y la expresó no solo allí, sino que vivió en Sudáfrica y entonces se desvivió en la redención de millares de hindúes que vivían allí, creó colonias agrícolas y levantó hospitales, tuvo enfrentamientos graves frente a la autoridad gubernamental sudafricana y puso en práctica la «obstinación por vía verdad», lo que en Occidente se bautizó como «Resistencia pasiva». Nunca cedía y su arma era el amor. Su actividad estuvo siempre orientada al bien de sus compatriotas. Llegó a hacer hasta dieciséis severos ayunos que le ayudaron a reflexionar y le animaron a seguir. Trató de eliminar castas y religiones en India, y cuando regresó allí, en 1914, era el indiscutible jefe del movimiento nacionalista. Fue su pueblo el que le llamó mahatma, reconociendo en él dotes de profeta y santo, que es lo que esa palabra significa. Nunca se dejó vencer, y luchó sin cesar, pero sin armas, resistiendo y amando. Fue un ejemplo de frente a la agresión poner la otra mejilla, pero nunca rendirse.

Y finalmente comentaré las aportaciones de Luther King, protagonista de otro de los momentos estelares de nuestra historia reciente. Martin fue un pastor de la iglesia bautista, nació en Atlanta en 1929 y murió en Memphis a los treinta y nueve años forzando la igualdad entre los humanos, y contra la guerra de Vietnam. Sus sueños se fueron y se van realizando poco a poco; empezó con algo sencillo: blancos y negros pudieron viajar en su país, Estados Unidos, juntos en un autobús, y años después un afroamericano, Barack Obama, ha sido presidente de él.

Los tres personajes que le cuento han sido revolucionarios, han protagonizado momentos estelares, y ayudado a cambiar el mundo; no olvidemos que EE UU e India, además de países muy poblados, lideran muchos aspectos de la sociedad mundial.

Ambos tienen rasgos comunes: Teresa nos enseña a amar, y lo hace a todos, especialmente a los más débiles y necesitados; Gandhi cambia el mundo y lo hace no con armas o bombas sino con el amor, y Martin hace visibles a los negros, los ahora llamados afroamericanos, y que llegaron allí como esclavos y les dota de derechos, una vez más con pacifismo y comportamientos nobles. No cabe duda de que iluminaron nuestro mundo, pero también lo es que dejaron mucho por hacer.

Debería sorprendernos que sus cambios se orientaron a valores y no necesitaron ayudas de grandes bancos, corporaciones financieras o potentes empresas. Eso sí, tenían grandes metas que persiguieron incansables durante sus vidas. Yo aquí quiero, además de recordarles, difundir en breve sus obras y darles las gracias. Y me gustaría que, a la vez que aceptamos su legado, nos comprometamos a continuarle y completarle, y lo digo convencido de que hacerlo no seré fácil ni cómodo. Así: preparémonos para el esfuerzo. Pero también estoy seguro de que lo conseguiremos. Dicen los italianos que poco a poco se llega lejos (piano piano se arriba lontano), los franceses que poco a poco el pájaro hace su nido (petit à petit fait l´oisseau son nid), y nosotros que así, poco a poco, hila la vieja el copo. Orientemos pues nuestro camino por esas sendas, que su estela nos ilumina, y completemos sus legados.

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