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Sonreír

Sonreír es un verbo que de entrada nos agrada. Seguro en que no le importaría nada que, alcanzados los ochenta, buena parte de las arrugas de su cara se deban a haber sonreído mucho en esta vida

Sonreír

Dice un proverbio que el jardín es al amigo lo que la sonrisa a las palabras, y las sonrisas dan alas a la vida. Había un dicho popular que decía algo así como «quien sonríe mucho y mea claro no necesita ni médico ni cirujano». ¡Ah! y sonreír es gratis.

Sonreír es mucho más que mover los labios, enseñar los dientes y abrir los ojos, es conectar con el bienestar a través del canal de la alegría; ayuda a sentirse bien y a ver la vida con las gafas del optimismo. Es curioso porque la sonrisa a veces la provocan las anécdotas, los chistes, situaciones ridículas o extravagantes, pero también nace de convivir con la ternura, el cariño o incluso el amor.

Se diría que precede a la felicidad, pues sin duda es un estado de dicha desde el que es más fácil alcanzarla. A veces es una enfermedad contagiosa, pues cuando sonríes se favorece que el otro sonría y en ocasiones progresa y le causa auténtica risa; y el único contagio que deberíamos autorizar es contagiar sonrisas, alegría, que siempre generan bienestar. Hay quien defiende sonreír incluso desde una visión económica, porque los científicos explican que hacerlo requiere menos esfuerzo y consume menos energía muscular que el llorar.

Sea por el motivo que sea, llene su vida de sonrisas. Es como si en el campo por el que transita brotaran infinitas flores. El paisaje es mucho más bello; sonreír es algo magnífico; si lo hace cuando trabaja, esta labor se vuelve menos difícil, le cuesta menos e incluso hace que disfrute con ella. Piense en su entorno, en los que en él realizan un trabajo similar. ¿A que los que sonríen lo llevan mejor?

Si será importante sonreír que en la televisión se insiste exponiendo anuncios en los que la gente siempre sonríe. Utilizan la sonrisa para convencernos. Y fíjese si sonreír nos interesa que gastamos mucho dinero en implantes para tener un rostro con sonrisas agradables; la publicidad insiste en que ello nos rejuvenece.

Sonreír no sólo es abrir la boca y enseñar los dientes sino abrir el corazón, estar dispuesto a que las sensaciones positivas nos inunden y caminar por sendas bellas. Como el amor o la generosidad, la sonrisa no está en un solo órgano, ni aquel está en el corazón ni la sonrisa se limita a la cara, está impregnando todo nosotros, a veces tanto que nos gotea e incluso riega en nuestro entorno.

Es curioso porque creemos que la sonrisa depende de circunstancias externas y seguramente su detonante puede serlo, pero está más en nuestra actitud. Es como queremos ver esa circunstancia, y lo más importante es que esa actitud la elegimos nosotros. Gobierne su vida, hágase su dueño, no permita que el ambiente le condicione tanto que se la dirija él, vea que ante algunas circunstancias o un mismo hecho unos se esfuerzan en superarlas y sonríen y otros se entristecen, abaten o abandonan. Lo cierto es que a aquellos les va mejor, consiguen mejores resultados que los otros. La batalla que siempre se pierde es la que no se da.

Así, por favor, no deje ningún día sin sonrisas. Regale sonrisas, verá cómo ayuda a otros y sin duda Ud. puede fabricarlas por toneladas, basta con ser generoso. Si lo hiciéramos todos sería más fácil transitar por esta aldea que llamamos planeta Tierra, en la que vivimos los humanoides pero en la que conservamos como señas de identidad la envidia, el odio y sus consecuencias: las guerras. Sonreír cuesta poco y vale mucho. Sonreír también ayuda a esforzarse más e iniciar acciones que nos cuestan hacer.

Si el ambiente es cordial y en él abundan las sonrisas nos esforzamos más y avanzamos hacia el amor y así sucede en los equipos deportivos; con buen ambiente la sonrisa favorece la camaradería y la consecución de mejores resultados; es así porque sonreír unas veces calma y otras estimula, pero siempre es un bálsamo que quita el dolor y favorece el esfuerzo, permite avanzar.

Es curioso porque creemos que depende de circunstancias externas y seguramente en su detonante es así, pero está más en nuestra actitud. Es como queremos ver la circunstancia, y esa actitud la elegimos nosotros; dirija, hágase dueño de su vida, no permita que circunstancias del ambiente le condicionen tanto que se la dirijan. Verá que ante el mismo hecho unos se esfuerzan por superarlo y otros se entristecen y abaten. Lo cierto es que a los primeros les va mejor y consiguen mejores resultados que los otros. Por favor, no deje ningún día sin sonrisas.

Lo que le digo ahora acepto que puede ser una exageración, pero tiene una base válida.

Regale sonrisas y verá cómo ayuda a otros, y Ud. puede fabricarlas por toneladas. Distribúyalas. Se ha planteado como lo opuesto a las lágrimas, pero la realidad es que hay quien llora de alegría, ¡qué gran camino!

Además, sonreír ayuda a esforzarse. Acudo con frecuencia a diversas terapias para el daño cerebral. Allí hay que esforzarse mucho. Si el ambiente es cordial y abundan las sonrisas todos los pacientes nos esforzamos más y avanzamos; así, sonreír es calmante a veces y estimulante otras, pero siempre es un bálsamo, quita dolores, ayuda al esfuerzo y permite avanzar. No lo olvide y sonría.

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