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Los elefantes también lloran

Cuando un animal muere, una parte del ser humano muere con él

Cada 15 minutos cae muerto un elefante en África. La caza furtiva ilegal, más la permitida legalmente, han situado la población de elefantes al borde del mismísimo abismo.

Nadie se salva. Tampoco lo hizo, al final, Satao. Lo mataron unos furtivos disparándole flechas envenenadas. La razón de su muerte no se escribe con palabras sino con números, se llama 100.000 euros. Esa es la cantidad que valían sus colmillos en el mercado negro.

Y es que Satao era uno de los últimos «tuskers», lo que se conoce como un elefante cuyos colmillos llegaban al suelo. Otro «tuskers» llamado Toro de la Montaña había sido también abatido meses antes...

-Todos caen, se lamentaba recientemente uno de los guardas del Kenya Wildlife Service, una de las principales reservas de animales salvajes de la zona,

-Nosotros los queremos como hermanos. Velamos por ellos y, cuando alguno aparece muerto, es como si un familiar hubiera fallecido. Nunca lo superas, comentaba.

El cadáver de Satao fue descubierto cuando se observó un número importante de buitres volando en círculos en un paraje de Kenya. Una avioneta partió inmediatamente hasta el lugar y, allí, desde el cielo, pudieron identificar su inmenso cuerpo yaciendo sin vida.

Más de 30.000 elefantes han muerto en lo que va de año y, eso, pese a las increíbles facultades y cualidades que poseen estos animales. Son auténticos atletas de los sentidos.

Poseen, por ejemplo, lo que se conoce como pensamiento abstracto, es decir, son capaces de reconocerse en un espejo pese a que no ven en color y a que, por cierto, la vista no es su sentido más desarrollado.

Otra cosa es su olfato. Ahí no hay quien les supere. Huelen a kilómetros de distancia. Sus bulbos olfativos son del tamaño de la palma de nuestra mano mientras que, en nuestro cuerpo, por ejemplo, la parte del cerebro dedicada al olfato es del tamaño de un pequeño guisante. Por eso, para ellos descubrir dónde hay agua o alimento no es ningún misterio, pueden lograrlo aunque se les separen miles de metros de ellos.

¿Y qué decir del oído? Los elefantes escuchan infrasonidos a más de 10 kilómetros de distancia y detectan fácilmente todo tipo de vibraciones.

¿Y tacto? ¿Poseen capacidad para el tacto? Por supuesto que también. En este caso es en su trompa donde, principalmente, descansa ese sentido. Para ello tienen 15.000 músculos en la misma. De hecho, la trompa finaliza en una especie de dedos que le permiten recoger del suelo lo que desean o, incluso, acariciar a otro elefante si les apetece. ¿Y de dónde pueden surgir esas apetencias? Pues, evidentemente, del cerebro.

Verán, su cerebelo es el que dirige sus movimientos, sí, pero, en realidad, es en el córtex cerebral -el fino tejido nervioso que rodea su cerebro- donde se produce el pensamiento. Un pensamiento avanzado que, en el caso de los elefantes, comprende: razonamiento, memoria, planificación y percepción. ¿Se imaginan lo que puede ser eso? Piensen que sólo el córtex pesa el doble que el de los humanos. Y, aunque es cierto que poseen éste menos compacto que el de los humanos y que, por eso, ellos poseen sólo un tercio de las neuronas que las que podamos poseer nosotros, sin embargo las suyas tienen algo absolutamente único y es que son capaces de procesar muchísima más información que cualquiera de las nuestras ¿Han escuchado alguna vez eso de que un elefante jamás olvida algo que le ha sucedido? Pues ya saben por qué es. Poseen la capacidad de «memoria permanente», es decir, no olvidan jamás.

Claro que no queda ahí la cosa. ¿Saben qué es lo que más les gusta? Meditar. Sí, como lo leen. Mucho antes de que se pusiera de moda entre los humanos, ya existía y formaba parte de su mundo. Los elefantes se paran a menudo a pensar durante largos ratos. Son reflexiones generales y conjuntas que hacen en grupo siempre que pueden. Los científicos dicen que, con esta práctica, consiguen fijar rutas, establecer protocolos de comportamiento e, incluso, poner en común percepciones que les serán imprescindibles a la hora de sobrevivir.

Y supongo que les extrañará que lo hagan conjuntamente pero es que los elefantes son animales para los que el grupo, la familia y la comunicación es esencial. Poseen más de 200 posturas corporales y usan más de 50 vocalizaciones distintas que utilizan tanto para avisar de un peligro como para manifestar amistad o cariño.

Así que, como ven, todos sus comportamientos y actitudes tienen un porqué y una explicación. En su caso, sí, en el nuestro, no. ¿Cómo es posible que la matanza de los mismos sea imparable? ¿Cómo podemos estar conduciéndolos a la desaparición, sólo por diversión o por el valor de sus colmillos? No lo entiendo. ¿Han visto alguna vez sus ojos? Poseen una mirada, realmente, humana, llena de sentimientos y dolor. No creo que ellos puedan entender jamás el ensañamiento que hemos desarrollado hacia ellos. Satao tendría hoy 47 años, un elefante vive hasta los 60 años. Murió pronto pero, en realidad, en comparación a otros elefantes vecinos, lo hizo tarde. Consiguió sobrevivir a todos los males naturales y también a muchos cazadores, escondiéndose de ellos, pero, al final, lo cazaron.

La muerte de animales como él no ha cesado ni lo hará nunca, continúa irreparablemente. Fíjense sólo en un dato, en el tiempo que usted ha dedicado a leer este artículo, han vuelto a matar a otro.

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com

En el albergue de animales de la Protectora de Alicante acogemos y protegemos a aquellos animales de compañía abandonados que buscan un nueva familia.

Más información en: www.protectoraanimalesalicante.org

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