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Spain is different

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Lunes

EL FINAL DE LA ESCAPADA

Esta vez ni siquiera pueden presumir de haber derrotado a las encuestas, por lo que Iceta, quién si no, se ha apresurado a confeccionar una pintoresca hipótesis del mal menor: los resultados son malos, pero habrían sido peores si hubiésemos facilitado la investidura de Rajoy. Recuerda demasiado a Paul Newmann y Robert Redford en el desvencijado apeadero boliviano al que llegan huyendo de los detectives de Pinkerton. Paul Newmann intenta animar a su compañero: «Podría haber sido peor». Y un iracundo Redford replica: «¿Qué puede ser peor que esto?». Al margen de sutilezas (es difícil, aunque siempre posible para Sánchez y su mariachi, empeorar los resultados del PSOE), el razonamiento de Iceta conduce a una funesta conclusión: si el partido decrece sostenidamente aunque no haya apoyado a Rajoy, su desaparición es entonces inevitable. Es comprensible que los politólogos sientan cierta fatiga ante las dos reacciones posibles del comité federal tras el numantino discurso que Sánchez previsiblemente pronunciará el sábado: «Está majara» o «es un agente doble de Podemos».

Martes

EL PALACIO DE INVIERNO

La táctica política no se diferencia esencialmente de la militar y comparte con ella fases como el despliegue de fuerzas, las primeras escaramuzas, las fintas o señuelos y por fin el ataque de ruptura. Mucho más castrense de lo que está dispuesto a admitir, Podemos inició ayer las hostilidades tras el toque de clarín del domingo y lo ha hecho donde más puede debilitar al PSOE, esto es, retirándole su apoyo allí donde es imprescindible. En pura lógica, a Castilla-La Mancha le seguirán Extremadura y Aragón. El campo de batalla valenciano es peculiar, ya que Puig padece tres aliados indispensables y no uno solo, lo que paradójicamente puede otorgarle un periodo de gracia. Aunque sea tentador, es absurdo analizar la declaración de guerra como una maniobra de castigo a los barones y un apoyo indirecto a Sánchez, ya que un gobierno PSOE-Podemos siempre ha sido una quimera. El objetivo es agudizar las discordias y los calamitosos resultados del domingo brindaron el momento. Con una sonrisa traviesa, Pablo Iglesias ha confesado que la decisión de romper el pacto en Castilla-La Mancha se tomó hace semanas.

Miércoles

EL CLUB DE LOS SUICIDAS

Zeus ha arrojado sus rayos contra Pedro Sánchez y la ira de Felipe González ha galvanizado a una marabunta de disidentes que se ha abalanzado sobre los micrófonos anunciando una inminente noche de los cuchillos largos. Son los mismos que toleraron dos mensajes electorales inequívocos sin llamar a la revuelta hasta que la gangrena ha comenzado a apestar. La patética reacción de Sánchez es la amenaza de convertir la calle Ferraz en una diminuta Plaza de Oriente con el siempre fiel Luena sujetando la pancarta apolillada del «No pasarán». Los nuestros, claro, no Mariano. Es posible que tanta cháchara melodramática importe a los militantes, pero dudosamente puede ser acogida por los electores con algo más que un bufido de hartazgo. Aunque parezca increíble, Sánchez sigue hablando de «gobierno de Ali-Babá» para descartar una abstención que ya es una mera cuestión de supervivencia. Incluso ha admitido que prefiere unas terceras elecciones a franquear el paso a Rajoy y en ese momento le he imaginado repartiendo chupitos de cicuta entre los ochenta y cinco diputados supervivientes de una masacre todavía provisional.

Jueves

CAMPEÓN ACCIDENTAL

El tiberio socialista por una vez justifica el estado natural de Rajoy, que es el de un franciscano meditando sobre los tres empates consecutivos del Real Madrid. En realidad, Rajoy no ha hecho nada en nueve meses salvo lamentarse de la indolencia ajena y todo se ha confabulado para dar sentido a su actitud contemplativa. El presidente es como el campeón mundial de lucha libre que asiste desde primera fila del ring a un combate entre aspirantes cuyo vencedor le retará por el título. Cuando sólo queda en pie uno de ellos, el campeón sube al ring, da un leve empujón al agotado superviviente y éste se desploma sobre la lona. No hace falta ser un experto en deporte de alta competición para percibir que el estropicio doméstico de Podemos es apenas menor que el del PSOE o que Ciudadanos no pasa de ser un partido de derechas sin antecedentes penales pero condenado a la insignificancia, dado que los españoles creemos firmemente en la reinserción y tendemos a considerar veniales los pecados de faltriquera.

Viernes

RUMBO DE COLISIÓN

Los fatalistas deben de estar cayendo en éxtasis mientras ven cómo los excesos más burdos, esos directivos de Bankia que pagaban sus masajes tailandeses con acciones huecas, fueron posibles gracias a la negligencia de las autoridades; cómo Cataluña se convierte en un frenopático autodestructivo regentado por una manada de orates; o cómo el partido más importante del régimen de 1978 se desmenuza en un Gran Hermano de progresistas moribundos. Las tres Españas intercomunicadas (la de los galeotes encadenados a su tarjeta del Inem, la del timonel con un suplicatorio como chaleco salvavidas y la del armador que observa la travesía desde el palco del Bernabéu) forman un deplorable conjunto que desmiente nuestras ínfulas de nación puntera. El tótem británico es su parlamento, el francés la presidencia de la república y el alemán la cuenca del Ruhr; el nuestro es el sorteo de Navidad, una penitencia merecida para quienes disculpan la corrupción porque ellos harían lo mismo o exigen servicios públicos escandinavos tras emborronar con falsedades su declaración de la renta. Al menos, gracias al trilingüismo los críos podrán pronunciar correctamente «Spain is different».

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