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Los misterios de la vida

Los misterios de la vida

Siempre he creído que la vida es maravillosa, pero también que está llena de misterios; quizás gracias a ellos es en gran parte maravillosa. Le comento algunos que me sorprenden.

Nunca he entendido que no uno, sino muchos jóvenes, decidan cortar sus manos y vivir sin ellas el resto de sus vidas. Ud. me dirá que esto no es así, que eso no existe, y tiene razón, pero sí sucede algo parecido. Los seminaristas jóvenes deciden amputar su sexo, prescindir de él el resto de sus días. Quizás haya una explicación, y es que la religión les adoctrinó.

Hace cientos de años Newton explicó que el peso de los cuerpos los hacía caer, atraídos por la fuerza del núcleo de la Tierra, por acción de la gravedad. Esa era la causa de que cuando una manzana se soltaba del árbol, del manzano, cayera al suelo. Pero todo es más complejo. Por ej., ¿cree Ud. que una bola de plomo de cien kilos cae a la misma velocidad desde una torre que una enorme masa o bala de paja de igual peso? No, pues a pesar de tener idéntico peso la paja cae más despacio, ¿Por qué?, porque la fuerza de su rozamiento con el aire le frena. Eso explica que un paracaídas frene una caída: se abre y, como tiene una gran superficie, el aire roza con él y le frena, le hace bajar más despacio.

No entiendo cómo personas muy inteligentes han creado dioses, o un dios, y han creído en ellos, o han creado y creído en el alma. Y eso sucede así desde que se tienen registros del paso del hombre en este planeta, en muy diferentes zonas o regiones de él, perteneciendo a distintas etnias y practicando muy distintas religiones. Es cierto que existe el enigma de no saber de dónde venimos o a dónde vamos, o en esencia por qué vivimos, pero esa ignorancia se cubre mal con la existencia o creación de uno o varios dioses, a su vez muy difíciles de explicar o entender; que son tres en uno, que el humano nació de una virgen, murió y resucitó. Quizás puede explicarse porque además de explicaciones, los humanos tenemos, en lo que llamamos vida, un componente de temor, entonces necesitamos esperanzas, y esas ideas nos las facilitan.

Tampoco entiendo la dicotomía entre la razón y la fe. Estoy convencido de que ambas conviven con nosotros, están presentes en nuestras vidas o acciones. Como médico me relaciono mucho con el llamado efecto placebo, que en esencia supone que creer en algo ayuda a hacerlo realidad. O de otra manera, que una sustancia tiene y consigue efectos no ligados a su composición química; por ejemplo, creer que un agua dulce está salada porque se avisa de su sabor salado. Se podría explicar porque, aunque aparentemente contradictorios, y usamos la razón para elaborar normas y construir una sociedad que nos permita vivir conforme a lo que definimos como mejor, eso no basta, y al igual que vemos con los ojos o nos duele un golpe, que se explica bien por haberse activado por el traumatismo un determinado nervio, tenemos sentimientos e instintos. Algo que actúa y no siempre se explica bien con la razón. La fe sería o formaría parte de esos rasgos que existen y se alejan del pensamiento racional.

Muchas personas creen que quieren o aman mucho, lo que no siempre se vive así, pues quieren o aman a su estilo. Y el cariño o el amor verdadero exige hacerlo como el otro desea ser querido o amado. En ocasiones se quiere para corresponder o para expresar agradecimiento. No es suficiente. Como tampoco lo es esperar el reconocimiento o la gratitud por ese amor.

Hace muchos siglos los imperios intentaban dominar otras tierras, iban a ellas, las esquilmaban, imponían sus culturas y religiones. Eso hizo desaparecer otras civilizaciones. Hoy, años después, y con mejor formación y conocimientos,intentamos justificar aquellos actos, sobre la base de que era lo dominante en la forma de hacer o actuar en aquellos tiempos. Sin embargo se entiende mal que con nuestros conocimientos actuales aceptemos que miles de personas vivan con hambre, enfermedad y/o convivan con la muerte en muchas partes del mundo, y otras deban huir, son los que llamamos refugiados, y mientras tanto en Occidente parece que no nos enteramos.

También resulta curioso y puede costar de entender a algunos que el buen Dios de los cristianos permita que nazcan niños con daño cerebral grave, lo que les produce lesiones graves con las que deben convivir el resto de sus vidas, y en tono menor cuesta aceptar que haya colocado petróleo y gas debajo de países que habitan pueblos árabes que no creen en él. Ellos pueden ser ricos con sólo perforar las capas altas de la tierra.

No entiendo que los seres humanos debamos matarnos unos a otros para sobrevivir y no me refiero a las guerras, que en general están provocadas para obtener bienes materiales o sentirse superior, sino para comer. Los humanos nos alimentamos de otros muchos animales, y lo hacemos todos los días, sean animales marinos, peces, terrestres como las vacas o voladores como las perdices. Pero aún es más llamativo que esos mismos animales necesitan matar a otros para poder sobrevivir, sean insectos, gusanos, etc...

Me gustaría entender si existe el infinito. Un océano lo componen muchísimas gotas de agua, pero es un número, que aunque es muy grande, es finito. Pero puede ser un error lingüístico: puede ser que una tabla surgió de un árbol, de ella una mesa y cuando se rompió la llamamos astilla, pero todo es un continuo. Así separamos embrión de feto y este de niño, pero son lo mismo que sería un niño de tres años o él tres días después, solo que no los llamamos distinto.

Todos estos son algunos de los muchos enigmas de la vida. Seguro que a Ud. se le ocurren otros muchos más. Se entiende mal que se gaste mucho dinero en apagar incendios, cuando ya que el monte se quemó y no tiene remedio, en vez de mojar el monte, que vendría bien a los árboles y corregir sequedades en los periodos de sequía.

Tampoco entiendo por qué el hecho de que se ponga bien alguien que está muy enfermo puede ser un milagro, y sin embargo no lo es que te toque a ti la lotería cuando juegan números millones de personas.

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