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Arroces alicantinos en Punta del Diablo

Regenta el Hostel Las Hadas, integrado por cuatro chozas. En «La cocina de Emilia» ofrece arroces alicantinos a clientes, curiosos y extraños

Arroces alicantinos en Punta del Diablo PEPE SOTO

Florencio Rafael Lorente Castillo regenta cuatro cabañas de madera y paja en Punta del Diablo, localidad costera uruguaya cercana a la frontera con Brasil, con capacidad para alojar a medio centenar de clientes. Ahí lleva 9 años, al frente de un negocio familiar en que participan su madre, Emilia, sus dos hermanas y Mario, su mellizo. Tres estaciones del año en Punta del Diablo y tres meses de verano en Alicante, que dedica a trabajos de decoración.

Tras una trayectoria profesional heterogénea, Cío o Rafa, como le llaman unos y otros, en 2005 emprendió un viaje a Brasil para acompañar a un amigo cuya novia estaba a punto de parir. El viaje se prolongó seis meses. Además de Brasil, Cío recorrió suelos de Argentina, Chile y Uruguay, donde tropezó con un pequeño paraíso: Punta del Diablo, en el departamento de Rocha.

Convenció a sus familiares para comprar una parcela a escasos 150 metros del Atlántico. Consiguió 10.000 dólares y empezó a construir, con sus manos, la primera cabaña. Hostal de segunda categoría y una casa de comidas que lleva el nombre de Emilia, en homenaje a su madre. Amplió la parcela hostelera a casi 900 metros cuadrados y levantó otras tres chozas. Aire, Agua, Tierra y Fuego son las posesiones paradisíacas de Cío, integradas en el Hostel Las Hadas, donde alquila habitaciones independientes o compartidas a 30 dólares por persona en temporada alta.

En pocas horas regresará a Uruguay para afrontar otra temporada turística. En la maleta porta arroz, aceite y otros ingredientes para elaborar arroces alicantinos para sus huéspedes y parroquianos. «Si no les gusta el arroz, no pagan. Y eso aún no ha ocurrido», asegura.

Su morada está en Alicante. Aquí nació junto a Mario, su hermano mellizo, después del peregrinaje que su padres, procedentes de Ceutí (Murcia), tuvieron que soportar de puerto en puerto, donde su padre, antiguo carabinero, trabajó como funcionario de Aduanas hasta recalar en Alicante: Melilla, Tánger, Las Palmas... En estas ciudades nacieron sus tres hermanas: África, Emi y Violeta, ya fallecida.

No fue un buen alumno, pero aprendió y se graduó en imagen en el instituto de FP Luis García Berlanga. Pronto encontró trabajo en la Unión General de Trabajadores (UGT). Se coló como miembro del Consejo Asesor de RTVE en la Comunitat Valenciana. Secretario general de Juventudes Socialistas en Alicante, regentaba junto a Mario pubs amenizados con música bacalao y rock and roll.

En 1989, Cío logró una plaza de operador de equipos en la recién creada Canal 9, donde trabajó en diversos programas, como en el presentado por Joan Monleón, y en los informativos. Pero su acción sindical le llevó al ostracismo: arrinconado y solo. Fue el primer trabajador despedido en RTVV. Negoció su salida y se marchó a Barcelona: colaboró con productoras audiovisuales y en publicaciones comarcales.

Otra vez en Alicante, prestó servicios en el Taller de Imagen de la Universidad y trabajó como técnico en actividades socioculturales en asilos.

Su destreza con el pincel de brocha gorda y el andamio le posibilitó otro medio de vida: la decoración. Igual coloca tarima que levanta un cobertizo.

No descarta ampliar su negocio de cabañuelas de Punta del Diablo en África. En eso está.

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