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Hablemos del tiempo

Se veía venir. La remodelación de la banca ha comenzado. Esta semana el banco Popular anunció el despido de 3.000 empleados y el cierre de 300 sucursales. Un plan de ajuste que viene provocado por el nuevo escenario al que el sector bancario tiene que adaptarse. El negocio ha cambiado, y los ingresos que hace años provenían de una serie de productos como hipotecas o préstamos al consumo, hoy no dejan margen.

Pero hay otra causa a este ajuste: el cambio en el comportamiento de los clientes. Frase redonda que muchas veces se queda hueca. Pero veamos un ejemplo.

Recuerdo aquellos años que de joven iba a la sucursal de mi barrio. Libreta en mano hacía una cola de quince o veinte minutos ante una ventanilla de cristal acorazado para que me pusieran al día la cartilla, lo que hoy llamamos conocer el saldo.

El cajero metía la cartilla en una impresora de puntos, y tras unos chillidos de la misma, nos la entregaba. Tres mil pesetas. Bueno, no estaba mal.

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