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Para gustos, los colores

Hace unas semanas explicaba como el ser humano, en su forma de organizarse y comportarse, no deja de ser un animal

Para gustos, los colores

Y no crean que, algunos de esos símbolos y colores que abanderan los partidos políticos, nacen por azar, todo lo contrario, se trata de una meditada y calculada elección.

Verán, como saben, la inminente campaña electoral estará marcada -al menos eso esperamos todos- de ideas y propuestas pero, sobre todo, de sentimientos y colores. Esta última parte es la que más me interesa hoy porque, sin duda -aparte de cuestiones históricas y razones culturales e ideológicas- en parte, ese colorido está también íntimamente ligado con los animales y la naturaleza.

Para empezar, hagámoslo por lo obvio? Cuatro son, principalmente, los colores con los que ya nos están inundando las calles los partidos políticos. Por un lado, el azul y el rojo y, desde las últimas elecciones, como ya saben, también el naranja y el morado. Hasta ahí todo claro ¿Verdad?

En la naturaleza y, más en concreto, en los animales, los colores se combinan de mil formas y maneras aunque, curiosamente, nunca desentonan. Todos combinan en perfecta armonía pero ¿Son aleatorios éstos o tienen una finalidad? Pues, como pueden imaginarse, la tienen y, es más, no siempre los colores son inalterables sino que, según el mensaje que en cada momento desean enviar, cogen mayor o menor fuerza. Por ejemplo, las coloraciones rojas, negras, amarillas o, simplemente, brillantes, suelen ser lucidas por animales que son mortalmente venenosos. Existen multitud de ranas, gusanos o insectos que las poseen. Y la pregunta podría ser: ¿No sería mejor para ellos -siendo pequeños animales, como son- tener colores menos llamativos que les permitieran pasar más desapercibidos? Pues, en realidad, no. La sabia naturaleza entendió a lo largo de los siglos y de la evolución de las especies que, para ellos resultaba mucho más beneficioso mostrar a las claras su tarjeta de visita, es decir sus características más importantes, que esconder las mismas. Al fin y al cabo, con ello consiguen avisar a los que pretendan atacarles de que tengan cuidado porque, aunque son presas fáciles de aniquilar, sin embargo, posteriormente, pueden costarles también la vida. En fin, en definitiva, el color de esos animales actúa como un «stop» para muchos de sus enemigos.

Pero, fíjense que curioso, otro caso claro de animales que prefieren mostrar a las claras sus intenciones es el contrario, el de los grandes depredadores. En el caso de éstos, los colores que usan tienen también la finalidad de intimidar a sus víctimas pero no para evitar que les ataquen sino para todo lo contrario, para que no se molesten mucho en huir? Para ello la naturaleza les vistió de las combinaciones más llamativas que puedan existir ¿Y qué colores son éstos? Pues, sin duda, principalmente, el amarillo y el negro. Así, tigres, panteras, leopardos, guepardos y, en general, todos los grandes felinos, lucen ambos colores sin importarles que su vistosidad pueda avisar a sus víctimas. Ellos saben bien que, por un lado, poseen fuerza, rapidez y agilidad suficientes como para capturar a sus presas fácilmente además, por supuesto, de armas poderosísimas con las que aniquilarlas de un solo zarpazo? Y, por otro, su sola presencia, sus vivos y agresivos colores, intimidan, atemorizan y paralizan a sus víctimas, lo que puede evitarles tediosas y cansadas carreras tras ellas.

Y es que los animales usan constantemente los colores como señales de intercomunicación entre diferentes especies y también con la propia. Por ejemplo, los machos dominantes o, las hembras en época de celo, acentúan sus propios colores e intensifican el tono de los mismos para remarcar su presencia.

Claro que en la naturaleza también existe el caso contrario, el de aquellos animales que se mimetizan con el entorno para no ser visto y pasar desapercibidos. En este caso, ese es su método de defensa.

Esta última técnica es muy usada en nuestra sociedad por los humanos. La sociedad ha premiado el gris al colorido. Dicho de otra forma, si hoy en día una persona quiere no ser atacada, ni criticada y quiere sobrevivir tranquilamente en el mundo laboral o, incluso, en la política, no hay nada mejor que mimetizarse con el entorno. No destacar, no protestar, no sobresalir. Vivimos en una sociedad que sabe premiar el silencio y castigar la palabra. En fin.

Pero, volviendo al principio de este artículo, ni que decir tiene que, hoy en día, cada partido luce su propio color. Unos lo hacen por tradición pero, pese a ello y sin que casi nos demos cuenta, campaña a campaña, van variando los tonos y las intensidades de sus banderas según los aspectos que en cada una de ellas quieren destacar de su programa? Y, mientras tanto, por otro lado, los nuevos partidos eligen sin ataduras sus colores e intentan transmitir, a través de ellos, su ideología y sus posicionamientos políticos.

Probablemente, lo hacen sin saber que, en el fondo, el origen de ese uso no es tan racional como puedan pensar sino que radica en la propia esencia primaria de ser humano, en aquella que -pese a que hemos ido asfaltando llanos y caminos de tierra, construyendo torres de ladrillo y levantando muros de cemento- sigue dominada por nuestra alma más animal tiñendo de color nuestras ideas.

Ya ven, lo malo es que, como siempre, lo que es una cuestión de mera supervivencia en el mundo de los animales, los humanos conseguimos convertirla en una cuestión más de enfrentamiento en el nuestro? En fin, está claro que no tenemos remedio.

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com

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