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Cementerios de elefantes

El mundo empresarial está lleno de eso que llamamos, en sentido figurado, cementerios de elefantes

Mérida, flanqueado por Frank de la Jungla y el cámara de éste. información

Mucho se ha especulado e investigado en los últimos años acerca del tema y puedo asegurarles que se cuentan por centenares los buscadores de colmillos de elefantes colmillos de elefantesque han perdido su vida en medio de la selva buscando alguno de estos recónditos lugares.

La creencia nace, en realidad, en las tradiciones de las propias tribus de la zona que, además, están convencidas de que aquellos que descubran dichos lugares sagrados, jamás volverán con vida de los mismos.

Pero, para entender un poco más todo esto, lo mejor será que nos acerquemos al apasionante mundo de los elefantes. Para empezar, existen dos tipos de elefantes, los asiáticos y los africanos. Los segundos suelen ser más grandes que los primeros pero, en la práctica, ninguno baja de las cuatro o cinco toneladas y, si son machos, puede que incluso las superen ampliamente.

Fíjense cómo serán las dimensiones de esos animales que, en estos momentos en los que desde el arca estamos trabajando y estudiando con Frank de la Jungla la posibilidad de rescatar a algunos elefantes de circos -principalmente usados en centro Europa en espectáculos- y enviarlos a reservas de todo el mundo, nos estamos volviendo absolutamente locos para ver cómo podemos hacerlo. Y es que, entre una cosa y otra, nos hemos puesto a sumar y calcular el peso de los animales más los recintos en los que han de viajar los mismos y, literalmente, la báscula se nos ha roto. Sólo les adelanto que cada container en el que en su día viajarán mide siete metros de largo por cuatro de ancho y pesa siete toneladas de puro hierro... Todo eso, por supuesto, a sumar al peso del propio animal. En fin, una locura.

Pero, volviendo a la vida de nuestros amigos los elefantes, si hay una parte importante en éstos es, sin duda, además de la trompa y las orejas, su descomunal cabeza y, más en concreto, su enorme cerebro. Y no crean que lo tiene vacío, para nada. Posee en su interior nada más y nada menos que 257 mil millones de neuronas.

Y les aseguro que saben usarlas. Para empezar, hoy en día, existen cuatro especies de animales que se sitúan en lo más alto de la escala evolutiva en cuanto a su inteligencia. Se trata del hombre -aunque algunos lo disimulen muy bien-, los primates, los cetáceos y, atención, los elefantes.

¿Y por qué estos animales son considerados tan inteligentes? Pues porque hacen cosas sorprendentes. Por ejemplo, son generosos, altruistas y cooperativos, manejan y fabrican herramientas, inventan juegos, señalan objetos, poseen un lenguaje tan amplio como complejo y, tal y como dice la creencia, jamás olvidan a aquel que un día les hizo daño o, simplemente, les ayudó? Y, por si todo esto fuera poco, poseen, además, un marcado sentido artístico que les lleva, entre otras cosas, a ser capaces de pintar lienzos con su trompa reproduciendo paisajes o láminas -sólo hay que ver algunos museos existentes al respecto en Estados Unidos-? ¡Ah! Y, por cierto, poseen también un oído hecho para la música que les permite, entre otras cosas, distinguir escalas, acordes y notas musicales.

Pero siendo muy importante todo lo anterior, sin duda para mí lo más sorprendente es la parte emocional -tan intensa y desarrollada- que poseen estos animales. Por ejemplo, ¿creen ustedes que pueden llorar los elefantes? Pues sí, por supuesto, pueden y lo hacen a menudo. Sienten compasión y pena y, cuando fallece algún miembro del grupo, permanecen a su lado durante días en señal de duelo? Pero hacen algo más: junto a los humanos son los únicos animales que realizan ritos funerarios a sus muertos. Los entierran siguiendo idénticos procedimientos, gritos, bailes, lamentos y movimientos del cuerpo desde el inicio de los tiempos.

Y, por fin, llegamos a la pregunta del principio. ¿Es entonces real la existencia de cementerios de elefantes? Pues verán, aún hoy en día sigue siendo un enigma. Sí se sabe que cuando estos animales ya son ancianos, ante las limitaciones propias de la edad, buscan lugares cercanos a los ríos donde es fácil beber y comer y donde fallecen finalmente. Nuestro país, por ejemplo, tiene, al menos, un cementerio de elefantes, en este caso de mamuts, una especie antepasada pero íntimamente ligada a éstos. Se encuentra en el norte de Granada, donde se han encontrado restos de un importante número de los mismos.

En cualquier caso, hoy en día todo se sigue estudiando al respecto y nada se da por concluido ni descartado. Quizás sea mejor así. No hay que olvidar que los colmillos de elefante siguen vendiéndose en el marcado negro y, por cierto, también en el blanco, a más de diez mil euros cada uno. Los decomisos del Seprona y del Soivre, en este sentido, se cuentan anualmente en nuestro país por centenares, y las investigaciones al respecto son constantes.

Lo más grave es que hoy queda sólo el cincuenta por ciento de elefantes viviendo en libertad que hace diez años y, a este ritmo, pronto desaparecerán. Por eso, nos hemos empeñado en el Arca, junto a Frank, en devolver a reservas vigiladas y controladas de Asia o África a todos esos animales que, aún hoy en día, siguen recorriendo Europa en carromatos de feria, viajando de una ciudad a otra.

No sé si lo lograremos pero, al menos, si lo conseguimos, cuando dentro de muchos años les llegue la hora de partir de este mundo, todos ellos podrán buscar su propio cementerio de elefantes allá donde estén y encontrar en éstos por fin la paz que este mundo, durante mucho tiempo, les negó a cambio de espectáculo y explotación.

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda.

Más información en:

www.fundacionraulmerida.es

www.animalesarcadenoe.com

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