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Mujeres en la Iglesia

-Ya lo sé. Pero es que si bajamos nosotros se lía parda. Los terrícolas comienzan a hablar de OVNIS y ridiculeces varias, como cuando bajé con los carros de fuego guiados por ángeles a rescatar al bueno de Eliseo.

-De eso hace mucho, Pa.

-Mucho para ellos. Para mí parece que fue ayer. Total? ¿Cuánto hace?

-Cinco mil años Pa, siglo arriba o siglo abajo.

-¿Ves? Lo que te decía. ¡Ayer!

-¿Para qué quieres hablar con Paco, Pa?

-¿Has visto el diario?

-Pues no, la verdad. Llevo un siglo malísimo, entre los pegasos del planeta Evergreen que se han declarado en huelga y la estrella Betelgeuse, que parece que está llegando al final de su vida y hay que recolocar a treinta mil millones de Betelgeusianos?.

-Vaya, eso sí que es una migración, y no por la que están siempre dando la matraca los de la isla de Lesbos?

-¿Lesbos? ¿Dónde??

-Sí. ¡Sin comentarios!

-Pues por eso. Dile a Paco que suba, por favor.

Paco tardó poco en llegar. Cuando te llaman desde tan alto no hay demora que valga.

-¡Sus órdenes!

-Vamos a ver Paco: Muy buena la iniciativa esa de darles bola a las mujeres en la Iglesia.

-Pa, no te conozco? ¿darles bola? Estás modernísimo.

-Adaptarse o palmar, JC. Pero a lo que iba: que está muy bien la iniciativa. Pero, querido Paco, vamos a ver?

-Decíme vos? Yahvi?

-¿Qué diantre es eso de crear «una comisión que estudie la posibilidad de que las mujeres puedan volver a ser diaconisas en la Iglesia, tal y como lo fueron en el pasado»?

-Pues? eso? Una comisión que?

-¡Una comisión! ¡Por mí! ¿Es que no te has enterado aún de que la manera que tenéis los humanos de no hacer absolutamente nada es crear comisiones? ¿Quién habrá sido el inventor de ese espanto?

-Este? yo?

-¿Y qué carape es eso de una diaconisa?

-El femenino de diácono.

-Ya, Paco, ¡ya! ¡No me irrites!

-Pa, serénate. Paco no te puede seguir? compréndelo? las limitaciones humanas?

-Vale, JC. Volvamos a empezar: A ver, querido Francisco, hijo mío, o Santo Padre, como te llaman allá abajo: ¿qué cojo? digo, qué significa la figura de diaconisa?

-Este? se trata de? Un diácono es una figura eclesiástica a la que se le confiere el sacerdocio de tercer grado.

-¡¡¡¿¿¿Tercer grado???!!! Y eso es para lo que quieres crear una comisión que estudie y luego analice y después evalúe y más adelante optimice y posteriormente dictamine y finalmente normatice? un sacerdocio de? ¡¡¡¡tercer grado!!!!... para las mujeres.

-Pa, por favor? que se te sale el ojo del triángulo.

-A ver, Paco. Mírame bien: ¿tú sabes quién soy yo, verdad?

-Claro, Yahvi, claro.

-Pues quizá sepas que cuando me enojo envío gotas frías de cuarenta días y a la gente a pasear por el desierto cuarenta años?

-Lo asumo, Yahvi?

-¿Y me estás diciendo que el resultado de la dichosa comisión que has pensado es una situación en la que las mujeres seguirán teniendo vedada la presidencia de la eucaristía, la confesión y del resto de sacramentos, que seguirán siendo de exclusiva responsabilidad de los curas?

-Este?

-Me estoy poniendo enfermo?

-Pues quizá le parezca poco, pero a mí, allá abajo, me está cayendo la del pulpo, Yahvi. Me han puesto una bomba lapa en el papamóvil. Y me han pinchado las ruedas del 4L. Que allí la curia es muy retrógrada, y si no pregúntele a JC?

-Es verdad, Pa. Paco tiene razón. Cualquier cambio, por pequeño que sea, es interpretado como una revolución y un ataque a sus privilegios. Y lo venden como una falta de fidelidad a la Tradición de la Iglesia que es, junto a la Biblia, la base sobre la que se construye la doctrina católica y se organiza la práctica eclesial. Eso dicen.

-¡Ya! ¿Y cuando hemos dicho nosotros que las mujeres han de dedicarse solo a limpiar el Vaticano?

-No? si no lo hemos dicho nunca, pero las tradiciones?

-Vale. ¡Hasta aquí llegó la riada! Apunta Paco: nueva encíclica: »Las mujeres al poder? y las cosas marcharán muy bien».

-Perdone que le diga, Yahvi? eso es una canción.

-Pues excelente. Así ya te- nemos el nuevo himno.

-Y ahora solo falta la candidata.

-¿Can? di? da? ta? Me temo lo peor?

-Así es, Paquito. Tú no vas a ser eterno, perdona que te lo recuerde.

-No, si ya?

-Pues hay que ir pensando en tu sucesora.

-¿Su? ce? so? ra?

-Así es Pa. Hay que buscar una mujer fuerte, noble, dedicada, de carácter y bondad extrema.

-¡La tengo! ¡Teresa de Calcuta!

-Pa? Sor Teresa lleva aquí, con nosotros, diecinueve años.

-Oh, ¡cierto! Es tan poco tiempo que ni me había dado cuenta.

-Pues nada, nada: la Opción B.

-¿Opción B?

-Claro: No puede ser otra: una fémina que ha demostrado su bondad infinita, su absoluto desinterés y desapego por lo material y su exclusiva dedicación a los demás.

-No caigo, Pa?

-Pues es evidente? ¡Sor Sonia Castedo!

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