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El extraño mundo de las matemáticas

"La amistad multiplica nuestras alegrías y divide nuestra tristeza"

En ese sentido conozco otras muchas situaciones paradójicas con las matemáticas que le comento. Seguramente usted estará de acuerdo con que el amor es respecto a las matemáticas muy peculiar, pues cuanto más se da, más le queda a uno. Darlo no resta sino que multiplica. Algo parecido debe ocasionar, y así sucede, con la generosidad. Yo he oído decir a muchos voluntarios, miembros de diferentes ONG, que cuando dan, reciben mucho más de lo que entregan. No me cabe duda de que muchas de estas situaciones volverían locos a buenos matemáticos, por ej. al gran Pitágoras. También podría hablar de la soberbia o el orgullo, que cuanto más grande lo tenemos, menos nos permite apreciar la calidad o la bondad de los demás. Y de aquí puedo caer en esa conocida adivinanza que seguro Ud. conoce. Dice: adivine qué es, que cuanto más grande menos se ve. Y la respuesta es la oscuridad.

De igual manera sucede con la empatía, al ponerte en la piel del otro, percibir la realidad a través de sus ojos, o de forma más simple calzarte y caminar con sus zapatos, esa situación no te resta, mengua o divide, sino que te hace crecer. Tú eres más. No eres sólo tú, sino parte del otro. No te divides o restas sino que sumas.

Lo mismo sucede con los agradecimientos. Cuando das las gracias es cierto que das, pero a la vez recibes, porque al hacerlo predispones a la otra persona a que continúe siendo agradecido, generoso y te ofrezca más. Una vez más, en algo que parecería una resta o división de lo tuyo, ya que hay dación, sin embargo es una suma o multiplicación pues acabarás teniendo más, te enriqueces.

En resumen, que yo a mis setenta años me planteo que no sé si debo empezar de nuevo y asistir a clases de matemáticas o que las que aprendí tienen otras lecturas, y aquel modelo se ha superado. La verdad es que prefiero quedarme con esta última visión, la que resulta de aplicarlas al mundo de los sentimientos, y aunque contradigan a las otras, a las que aprendí de niño y a veces el resultado de una resta es mayor que la suma, las prefiero.

¡Qué bella es la vida!, sobre todo si nos damos cuenta de lo bella que es la vida. Porque puede suceder que si nos quedamos en las primeras lecciones nos perdamos las siguientes, estas últimas que aunque nos hacen creer que veíamos mal, que apreciábamos otra realidad, debemos aprender que el error estaba en una mala elección de las gafas. No llevábamos las adecuadas. Teníamos las gafas de la mosca y solo veíamos ruindad, porquería, porque con ellas las moscas buscan la basura, la porquería, que es lo que quieren, pero si las cambiamos por las gafas de las abejas solo veremos flores, y el mundo, nuestra sociedad, será un vergel florido.

A nosotros, a Ud., le corresponde elegir qué matemáticas quiere o qué gafas prefiere llevar puestas, lo que no debe tener duda es de que en nuestra vida, en nuestra sociedad, están presentes ambas matemáticas y que podemos usar las dos clases de gafas. En realidad la botella está siempre medio llena y es nuestra voluntad la que escoge verla medio llena o medio vacía. Yo le animo a que sea positivo. Elíjala llena, y aunque le parezcan contradictorias, elija las matemáticas de los sentimientos, que le permitirán multiplicar lo mejor y dividir lo penoso.

Podría decirse que no es más feliz el que más tiene, puede ser si se refiere a amigos, pero también al que menos gente odia. A veces las sumas empobrecen los resultados o las restas los incrementan. Podría decirme que no es un tema de matemáticas sino de formas de lenguaje. Le acepto que no nos bebemos un vaso de agua, sino el agua que tiene un vaso. Pero qué más da, lo que tiene valor es que apreciemos el sentido de lo que importa. Y puede no serlo la cantidad, y sí la cualidad, de que se trate. Es decir, no ver positivas las sumas o multiplicaciones y negativas las restas o divisiones. De hecho la dicotomía bueno versus malo es una simplificación o si lo prefiere una forma de maniqueísmo que conduce al error, y que lo importante, la clave, se define dependiendo para que es bueno o es malo, para que merece la pena, ya que no siempre son opuestos, a veces se complementan.

Una forma de talento sería saber discernir en cada caso o circunstancia lo que más nos conviene. Esta puede ser su próxima tarea: aprender unas nuevas matemáticas. ¡Ánimo y a desarrollarla!. La vida le parecerá mejor.

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