Si las ramas del conocimiento fuesen países, las Ciencias de la Salud y las ingenierías serían la Europa desarrollada mientras que las Ciencias Exactas, las sociales y las Humanidades se parecerían a Portugal, Irlanda, Grecia y España. Las carreras PIGS, con tasas de paro superior al 20% en España, son defenestradas y despreciadas por muchos y viven horas bajas en momentos de paro brutal mientras que las técnicas y las carreras «profesionalizantes» se descubren como las únicas capaces de ofrecer oportunidades a casi todos sus alumnos. Analizamos la empleabilidad de las titulaciones universitarias con la vista puesta en la oferta de formación superior de la provincia.

Panorama

Con el empleo público prácticamente congelado desde el año 2012, es el sector privado el único capaz de ofrecer colocación a la masa de graduados y posgraduados que salen de las universidades. Es una realidad vigente en la actualidad a pesar de que en 2014 se invirtió la tendencia y se generaron 200.000 nuevos puestos de trabajo netos, sumando altas y bajas en el sistema español. Los resultados confirman que la titulitis, si alguna vez fue cuestionada en serio, sigue gozando de buena acogida entre los empleadores: un 65% de las ofertas de empleo pedían titulados universitarios o de FP de grado superior, según un estudio de Adecco.

En 2014, varios informes abordaron la composición de esas nuevas ofertas de trabajo, entre los más destacables los realizados por Adecco y por el Instituto Nacional de Estadística sobre la importancia de las titulaciones en el mercado laboral que ha configurado la recesión más larga de la historia reciente de España. Son años en los que se ha confirmado el éxito de las ingenierías, las Ciencias de la Salud y las ciencias empresariales y el marketing.

En el estudio «Titulaciones con más salidas profesionales» elaborado por la consultora, estas ramas del conocimiento ocupaban el 12,6% de toda la oferta de trabajo analizada (un total de 241.051 demandas, donde cupieron trabajos con y sin cualificación). En el detalle de las demandas que pedían estudios universitarios, un titulado de estas disciplinas tenía opciones en el 30% de las ofertas.

De esta manera, con sólo cinco carreras repartiéndose un tercio del trabajo que hay en España -ADE, Ingeniería Informática, Ingeniería Industrial, Comercio y Marketing y Enfermería- parece necesario preguntarse por el futuro de los 37 grados restantes que componen la oferta de una universidad media como podría ser la Universidad de Alicante, con unos 22.000 estudiantes.

Los estudios dibujan un panorama laboral en el que sólo los ingenieros generalistas, como los industriales, y los que manejen tecnologías de la información van a encontrar trabajo rápido y sin grandes disonancias entre su plan de estudios y el trabajo diario. Otros, como los graduados en ADE, van a ser capaces de amoldarse mejor a la realidad económica del país mejor que ningún otro titulado superior de Ciencias Sociales y Jurídicas -por encima incluso de los juristas, tradicionalmente considerados como los más versátiles de esta rama-. Y en el otro lado, el resto de universitarios van a tener que elegir entre lamentarse por la falta de puestos específicos -las empresas españolas que han sobrevivido a la recesión no han necesitado ni filólogos ni historiadores- o asumir que saben lo bastante como para ampliar sus conocimientos con otra formación o experiencia más acorde con la coyuntura económica.

Euforia politécnica

Ese mismo año, en 2014, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la Encuesta de Inserción laboral de Titulados Universitarios, una investigación cualitativa que confirma las conclusiones de la consultora: los años de la crisis han supuesto el triunfo de las técnicas y los sanitarios. Extrae esta conclusión tras observar cómo evolucionaron en su carrera profesional todos los titulados universitarios españoles del año 2010. Cuatro años después, el INE les preguntó qué tal les estaba yendo ahí fuera.

Euforia en el politécnico. Ingeniería Electrónica, Ingeniería en Automática y Electrónica Industrial, Ingeniería Aeronáutica, Naval y Oceánica e Informática, así como la licenciatura -en extinción- de Medicina probaron ser capaces de haber colocado en una oficina, consulta o laboratorio a más del 93% de sus estudiantes. Y con firmeza: el 89% de los encuestados tenía contrato a tiempo completo.

En la Universidad Miguel Hernández, donde se imparten seis ingenierías, confirman la tendencia. «Tenemos a prácticamente todos los egresados trabajando», declara Miguel Ángel de la Casa, director de la Escuela Politécnica del campus ilicitano.

Su rama es, dentro de los centros de conocimiento, con seguridad la mejor conectada con el mundo profesional. Muchos de sus estudiantes ya conocen la industria antes de acabar la carrera porque trabajan desde casi el segundo año. Muchos otros ni siquiera terminan; no les hace falta el título para estar contratados.

Pero a pesar de que los datos prueban que la estabilidad y la prosperidad de estos años les pertenecen -los perfiles más demandados en 2016 para cargos medios o directivos con formación en ingeniería superan los 40.000 euros anuales con comodidad-, los politécnicos no se libran de sufrir las críticas de algunos líderes empresariales, sobretodo de aquellos que compiten en el demencial mercado sin horarios ni fronteras de las tecnologías. «Fui a una clase a los chicos de cuarto de una ingeniería y me dijeron muy emocionados que era el primer caso práctico que veían desde que empezaron la universidad. No me podía creer que fuese su primer contacto con la vida real», cuenta asombrado Ángel Pineda, presidente de Jovempa y presidente de Orizon, una compañía de optimización de recursos informáticos. Hace dos semanas advirtió al Servef de que su catálogo de profesionales en paro no se adapta para lo que necesitan las empresas de su sector y que o se tomaban medidas rápidas o el pequeño cluster de tecnológicas alicantinas iba a tener que empezar a importar gente de fuera, con la consecuente pérdida de competitividad. Su sector va tan rápido que ni los estudiantes ni los que estudiaron parecen estar al día.

«Puedo asegurar que nuestros estudios están totalmente adaptados. El mundo de la tecnología es muy variable y de lo que se trata es de garantizar que los estudiantes tienen una base que les permite dominar esa tecnología», asegura el director de la escuela de ingenierías ilicitana.

Bien como profesionales junior en una multinacional con sede en Madrid o en Barcelona, o como ingeniero con más funciones en una empresa local, en lo que coinciden empleadores y profesores es que las técnicas son adaptables y que el mercado está abonado para los profesionales que estén dispuestos a adaptarse a su formación continua. En la Comunidad, Ingeniería Informática es la segunda carrera más demandada después de ADE y copa el 7,47% de todas las ofertas para universitarios, según la consultora Spring Professional.

Los más buscados

Hace unos meses publicó el informe «Los más buscados 2016», donde las técnicas y las carreras sanitarias dominan sin duda los perfiles más cualificados del mercado de trabajo. Son trabajos que requieren «una gran polivalencia, capacidad analítica y orientación a resultados, así como una visión estratégica, proactividad y adaptación al cambio», como recoge el informe, que tienen retribuciones de entre 35 y 100.000 euros anuales y que en muchos casos requieren directamente una ingeniería, normalmente Informática o Industrial. Es el caso del especialista en big data, quality manager, responsable de proyectos de cogeneración o ingeniero de radio o vídeo. Son cinco profesionales con base común que complementan su formación con cursos y másters específicos en gestión de datos y certificaciones de fabricantes y normativas.

Los economistas, los graduados en ADE y, en menor medida los juristas y psicólogos tienen, como representantes de las Ciencias Sociales -con permiso del enfoque sanitario de la psicología-, un hueco entre estas nuevas profesiones especializadas dentro del mundo de la empresa. Experto en logística, director de auditoría o controller son ocupaciones a las que se puede llegar con formación posterior, no necesariamente de posgrado, y dominio del inglés. Juristas, psicólogos y titulados en relaciones laborales también caben en esta selección, pero casi siempre después de cursar un máster en recursos humanos que les permita adaptar sus conocimientos transversales a las necesidades de personal de grandes empresas.

La gran oferta de sanidad privada y la especialización que permiten las zonas muy pobladas permiten absorber a gran parte de los egresados de las facultades de Medicina, que no comparten la tasa de paro de los maestros. Las consultoras ven nuevos perfiles profesionales que, desde las Ciencias de la Salud, entran en los seguros como gestores de casos, profesionales de biotecnología o directores de i+D en la industria farmacéutica. También detecta este informe un repunte de la demanda de traumatólogos.

En las universidades de la provincia se pueden estudiar todos los títulos que sirven de punto de partida hacia estas especializaciones. Ante la incertidumbre que genera su tiempo de vigencia, los centros de educación superior articulan formaciones rápidas y complementarias. «Un grado tarda varios años en desarrollarse y calificarse, pero un master se organiza en menos tiempo y en todavía mucho menos puedes ofertar un curso de experto o un título propio», explica el decano de la facultad de filosofía y Letras de la UA, Juan Mesa, en relación a la enseñanza especializada que marca la diferencia en la empleabilidad de un titulado.

La lírica y el futuro

En el otro lado de la balanza y claramente marginadas por una levísima recuperación económica donde no hay dinero para empleo público ni capacidad para arriesgar en sectores que no sean el tecnológico se encuentran las letras. El estudio del INE lo confirma con cifras: en 2014, las tasas más bajas de empleo entre los titulados se registraron en Filología Francesa (50,6%), Filología Árabe (51,4%), e Historia del Arte (53,2%), formando un grupo de cola al que se suman los diplomados en navegación marítima y los titulados en Ciencias del Mar, con un 50 y un 54% de universitarios trabajando respectivamente.

Mientras existe un fuerte debate sobre la utilidad de mantener estas carreras en oferta, dentro de la universidad de Alicante aseguran que están trabajando en una solución a la vez que se garantiza su mantenimiento. «Son importantes porque es ciencia y es conocimiento. Igual ahora no las reclaman pero dentro de unos años quizá sí. Nunca vamos a despreciar titulaciones porque estén menos demandadas por la coyuntura», sostiene Pepi Parreño, directora de Secretariado de Apoyo al Estudiante y Empleo de la UA.

Entiende que la brecha en la inserción se produce porque existen carreras que son «profesionalizantes» y otras que son más transversales. Por esta razón, quienes opten por las que tienen menos posibilidades de contratación deberán «desarrollar también la capacidad de autoemplearse y emprender».

Asegura que, junto con los conocimientos, el mercado demanda cada vez más haber desarrollado habilidades como saber innovar, negociar, motivarse y trabajar en equipo y ponerlas a funcionar desde el primer día.

La UA no va muy desencaminada al incrustar el desarrollo de estas capacidades en la formación superior. Un informe reciente del Foro Económico Mundial es claro al dotar de casi la misma importancia a la posesión de conocimientos -científicos, culturales, cívicos, financieros y tecnológicos- como a las habilidades. Comunicación, perseverancia, cooperación y creatividad: A estas habilidades, que funcionan aplicadas en cualquier rama del conocimiento, el informe no duda en definirlas como las «habilidades del siglo XXI».