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La austeridad, los masáis y Excalibur

Semana y media

La austeridad, los masáis y Excalibur efe

Lunes

IL DIVO

Un político ortodoxo en vísperas electorales habría dicho: «la UE se ha pasado cuatro pueblos con la austeridad», desplazando responsabilidades a los desalmados teutones e insinuando un propósito de rebeldía para seducir al votante. Pero García-Margallo no es un político ortodoxo, sino un barítono con tendencia a acometer un do de pecho temerario para desesperación de sus compañeros de libreto. García Margallo ha dicho: «Nos hemos pasado cuatro pueblos con la austeridad», y el ambiguo plural ha bastado para que Sánchez, Iglesias, Rivera y el orfeón donostiarra se abalanzaran sobre la única interpretación conveniente: el Gobierno admite la excesiva rudeza de su política económica. García-Margallo ha intentado parchear más tarde el boquete alegando que evidentemente estaba hablando de la UE y no de su colega De Guindos, con lo que ha logrado involucrar a éste en un tiberio del que se ha enterado por los periodistas. El rostro de De Guindos ha adoptado una expresión etrusca que desborda la riqueza del castellano.

Martes

EL PELOTÓN CHIFLADO

Sería saludable que Pedro Sánchez y Ximo Puig nos aclararan cuanto antes si van a concurrir por separado a las elecciones o se hallan en el lado opuesto de una relación tempestuosa pero duradera como Rhett Butler y Escarlata O'Hara en «Lo que el viento/voto se llevó». Puig es partidario de un frentepopulismo barraquero que convierta restos electorales en escaños mientras que Sánchez teme que su electorado más apacible se refugie en el resort del pulcro Rivera si inicia una gira de arrumacos con Iglesias. El cortés «no, gracias» de Sánchez tiene su contrapunto en un desinhibido «¿por qué no?» de Puig que, ocurra lo que ocurra en el sanedrín socialista, ya es una victoria de Podemos según la doctrina militar clásica: sembrar la confusión en el enemigo. Que el enemigo de Podemos es el PSOE no admite réplica desde que Iglesias perjuró sobre «El Capital» que él sólo aspiraba a derrotar al PP; y para certificar la confusión del PSOE basta escuchar cómo algunos presidentes autonómicos embalsaman a Sánchez antes de saber si los resultados electorales han sido catastróficos o simplemente pésimos.

Miércoles

LA TRIBU FANTASMA

La primera plana sería un goteo de calamidades de no ser por el pintoresquismo de nuevos políticos como Anna Gabriel, que ha convocado una cruzada contra la sociedad reaccionaria que reduce el apocalipsis a un discreto castillo de fuegos artificiales. Dice la diputada de la CUP que «lo ideal sería tener hijos en común que fueran educados por la tribu», una adaptación del proverbio africano «hace falta toda la tribu para educar a un niño» aunque es dudoso que «tribu» y «educación» signifiquen lo mismo para los masáis que para ella. El armario de nuestros impetuosos revolucionarios atufa a alcanfor por más que Anna Gabriel aconseje a su sobrina que utilice innovadoras copas menstruales y no prehistóricos tampones. Ahora ha retrocedido a los años setenta del siglo XX, con sus bombachos de tul, margaritas prendidas de las greñas y el daguerrotipo de «El Ché» sobre el cabecero. Los masáis añaden un segundo proverbio que despeja equívocos: «Para educar bien a un niño hace falta una buena tribu».

Jueves

HAPPY END

Una las palabras más manoseadas es «odisea», al punto que sufrir una no es excepcional sino un ingrediente rutinario de nuestras vidas que implica salas de espera o atascos de tráfico. Bien, hoy han concluido dos odiseas genuinas. La primera es la de una pareja de compatriotas que ha navegado a la deriva durante una semana por aguas malasias y ha sido rescatada por un pesquero vietnamita. Sin embargo, la protagonista ha sido la hermana de uno de los náufragos, quien se ha quejado interminablemente de la apatía del Ministerio de Asuntos Exteriores a pesar de que hablaba a diario con nuestro cónsul. Felizmente, el pesquero vietnamita ha logrado que se calle. La segunda odisea atañe a Osman, un niño afgano afectado por una grave enfermedad que ha sido acogido en España tras sortear todas las incertidumbres imaginables. Leo que el tenaz héroe de este milagro en la era del salvajismo global es el padre, un diminuto pastún a quien calza el elogio póstumo de Lincoln a su pequeño amigo Ellsworth: «El hombrecito más grande que he conocido».

Viernes

EN BUSCA DEL REY

Una espada de casi dos metros ha aparecido clavada bajo el puente que cruza el río Guadalope a su paso por Castelserás (Teruel) y la alcaldesa ha propuesto que quien logre arrancarla se convierta en presidente de Gobierno. Esta recreación de la leyenda de Arturo y la espada «Excalibur» tiene como obvios beneficiarios a los vecinos del pueblo, por fin incorporado a los mapas, a la empresa fundidora que rentabilizará esta extravagante notoriedad y por último a Felipe VI, quien podría garantizarse un verano releyendo a Pérez Reverte y no el artículo 99 de la Constitución. La justificación aparente de la propuesta es la irritante incapacidad de los partidos para pactar incluso la reducción de los gastos electorales. Por lo demás, parece una versión épica del nombramiento de gobernantes por sorteo entre los ciudadanos, un sistema con tradición filosófica que intenta superar la división entre políticos profesionales y un electorado fácilmente manejable. Analizando sin pasión el comportamiento de nuestros candidatos durante los últimos meses, no sería traumático que sustituyéramos las urnas por una justa medieval si los cuatro paladines lograsen ponerse de acuerdo sobre quién debe ser el primero en deslomarse intentando arrancar la espada. Olvídenlo.

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