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El cuervo Lucas tiene mucha guasa

Si nos preguntaran qué animal es el más inteligente tras los humanos, seguramente muchos pensarían en los primates

El cuervo Lucas tiene mucha guasa R. M.

Recientemente se ha publicado una investigación que viene a confirmar que los córvidos, es decir, cuervos, urracas y, demás parientes naturales, están situados, nada más y nada menos, que en la cima de la inteligencia animal.

Es cierto que ya el gran Esopo, eminente escritor griego, incluía en sus fábulas a este animal del que ensalzaba siempre su infinita inteligencia. De todas ellas, quizás, la más conocida es aquella en la que narraba cómo un cuervo era capaz de llegar a beber el agua que había en el fondo de un estrecho cuenco. Para ello, iba depositando piedrecitas en el mismo hasta que la presencia de éstas hacía subir de forma natural el nivel del agua, lo que le permitía, finalmente, beber del mismo.

Hoy sabemos, siglos más tarde, que aquella anécdota no era inventada sino que todos los cuervos, ante el mismo problema, aplican idéntica solución.

De igual manera ocurre con la fabricación de herramientas. Estos animales construyen ganchos e, incluso, complejas palancas para auxiliarse con las mismas en la consecución de sus objetivos, otro claro signo de inteligencia.. Y ya ni les cuento lo que estos mismos animales hacen en los países asiáticos donde, por cierto, se encuentran en un número tan abundante, como aquí gorriones, golondrinas o palomas, por ejemplo. El caso es que, hartos de los esfuerzos que les suponía romper la cáscara de los frutos secos que comen, han inventado un método revolucionario e infalible. Las colocan en el asfalto en aquellos cruces donde hay semáforos y se dedican a esperar a que los coches pasen por encima y rompan las mismas.

¿Y por qué donde hay semáforos y no en otros lugares?, se preguntarán ustedes. Pues muy sencillo, porque aprovechan cuando éstos se ponen nuevamente en rojo y paran los coches para poder comer con total seguridad y tranquilidad. Y no crean, el asunto no es menor porque, entre otras cosas, significa que, además de que son pillos y listos como ellos solos, estos animales saben identificar y respetar reglar sociales.

Y, por cierto, llegados a este punto, bueno sería significar tres aspectos fundamentales de los mismos que, indiscutiblemente, dicen mucho de su inteligencia. Primero, su comportamiento altamente social. Segundo y, basándose en lo anterior, su capacidad para jugar -por ejemplo, se construyen con hojas una especie de trineos y se lanzan por los techados subidos a las mismas con gran jolgorio por parte de todo el grupo-. Y, tercero y principal, su vocabulario y comunicación. Pocos saben que estos animales no sólo son capaces de imitar cualquier sonido, sino que, además, poseen un lenguaje tan complicado como el nuestro, llegando, incluso, pásmense, a poner nombre a sus dueños cuando son cuervos domésticos. Es decir, que nosotros les ponemos un nombre y, ellos, a su vez, nos lo ponen a nosotros ¿Qué les parece?

Claro que, si seguimos con el tema de la inteligencia y echamos cuentas, de todos los medidores que siempre se usan para comprobar la existencia de ésta, aún nos faltaría saber si son capaces de reconocerse cuando se miran al espejo. Un chimpancé, por ejemplo, se mira y se reconoce? Pero, atención, un cuervo, también. ¿Y cómo lo sabemos? Pues verán, resulta que cuando se coloca a uno de estos animales una pegatina en su cuerpo, al mirarse en el espejo, instintivamente, se quita con el pico la misma. Así de fácil.

Y, bueno, ya llegados a este punto, la pregunta sería: ¿y cómo andan de memoria nuestros queridos amigos? Pues ya pueden imaginarse, son unos auténticos cracks. En la Universidad de Oxford, por ejemplo, se realizaron distintas investigaciones por un grupo de estudiantes con estos animales. El caso es que los cuervos no se prestaban muy voluntarios a las mismas, más bien todo lo contrario, las sufrían con paciencia y resignación. Pero, afortunadamente para ellos, un buen día las dieron por concluidas, dejando en libertad a los pobres animales. Lo curioso es que cuentan que, pese a que han pasado ya varios años de aquello, aún, actualmente, cuando ven a algunos de aquellos estudiantes por el campus -hoy ya convertidos en profesores de dicha universidad- les siguen reconociendo y lanzándose contra ellos en posición de ataque. En fin, quizás se lo tengan merecido.

Pero no me resisto a acabar este relato sin contarles la historia de alguno de los ilustres cuervos que han pasado también por el Arca. Por ejemplo, no puedo dejar de acordarme de mi querido «Lucas», aquel cuervo negro que había sido capturado por una familia siendo una cría y criado como animal de compañía en su casa. Llegó hasta nosotros por la intervención de las autoridades que, tras retirarles el animal, lo depositaron en nuestro centro.

El caso es que, el bueno de «Lucas» imitaba como nadie el sonido del timbre de la puerta del Arca y, no pocas veces, consiguió que me lanzara corriendo para ver quién llamaba insistentemente a la misma. Pero, de todas sus habilidades, había una que, sin duda, dejaba pequeña al resto. A «Lucas» le habían enseñado a desatar los cordones de los zapatos y, francamente, era un auténtico experto en el tema. Nada le divertía más que, ponerse manos a la obra, en cuanto veía unas cordoneras a las que agarrarse.

Durante los años que vivió en el Arca, todos los que entrábamos a su jaula sabíamos, a ciencia cierta que, tras limpiar la misma y ponerle comida, saldríamos de allí con los zapatos desatados.

Lo peor es que cuando ya te marchabas resignado de allí intentado no caerte al pisar tus cordoneras, siempre te lo encontrabas de frente mirándote fijamente con cara divertida. Supongo que pensaría que sí, que él era sólo un pájaro pero que nosotros, sin duda, para él, éramos unos auténticos pardillos?

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda.

Más información en:

www.fundacionraulmerida.es

www.animalesarcadenoe.com

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