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Alianzas, Tiens y las comidas

Semana y media

Alianzas, Tiens y las comidas efe

Lunes

NUNCA MÁS

Entrevistas a Nicolás Redondo padre, el último diplodocus del sindicalismo español con tartera y mandil, y a Jordi Sevilla, asesor económico de Sánchez que no necesita la soldada de diputado para amortizar su hipoteca y ha optado por desvanecerse. Redondo tiene ochenta y ocho años plagados de nostalgias imposibles que arroja contra los suyos. Sitúa su «¿cuándo se jodió España?» en el instante en que la izquierda aceptó el aforismo «mejor un empleo precario que un parado». Admite que sigue votando al PSOE «tapándose la nariz» y que Podemos se ha limitado a hacer suyas ilusiones de las que los socialistas abdicaron. Una generación más tarde, Sevilla también ha sucumbido a la melancolía y no quiere optar entre el neoliberalismo amable de Ciudadanos y la indigencia intelectual de Podemos. Ambos son europeístas que añoran la piñata socialdemócrata surgida tras el aquelarre de la segunda guerra con el Estado emprendedor y becario, pensiones inexpugnables y sanidad a la carta. Y sospechan que la presión migratoria del tercer mundo y la competencia de las economías emergentes sólo han sido pretextos para enmascarar la globalización de la codicia.

Martes

NO HAY SALIDA

Pedro Sánchez está ingresando a marchas forzadas en el dudosamente honorable club de los políticos cuyos aciertos se critican con idéntica saña que los errores. Ayer declaró por enésima vez que jamás pactaría con el PP, lo que quizás haya sido absurdamente suicida para su partido en los últimos cuatro meses pero hoy es indispensable con nuevas elecciones en el horizonte. Antes de que pudiera recomponer su mandíbula tras la declaración, varios lores autonómicos (las baronías definitivamente han quedado en rango nobiliario menor para ellos y «sátrapa» es un título persa con el que no logro identificar a Puig) le han recriminado que se precipite a anticipar alianzas cuando el misterio insondable de las urnas apenas ha comenzado a desvelarse. Tal vez estos geoestrategas hubiesen preferido que Sánchez no descartara apoyar al PP para que Podemos pudiese argumentar con toda lógica que votar al PSOE es hacerlo por Rajoy. Los ingleses llaman «dejar pasar el caballo de Troya» a estas voladuras internas y es frecuente que en ellas ande involucrado algún lord (de la Cámara de los Lores, claro).

Miércoles

FILANTROPÍA PARDA

La multinacional china Tiens ha regalado a 2.500 de sus empleados un viaje a España que se inicia hoy. El año pasado fueron 6.500 los afortunados que visitaron París (la mitad de la plantilla), lo que no sé si significa que la torre Eiffel apabulla a «el Pirulí» como reclamo turístico o que la empresa sufre una momentánea recesión. Encabeza la profusa comitiva el hijo del fundador de la multinacional, un muchacho ceremonioso y extremadamente cortés, quien ha declarado en ininteligible chino mandarín que el motivo del viaje es transmitir salud, paz y amor. Circunstancialmente, estos 2.500 mensajeros de salud, paz y amor también transmitirán cincuenta millones de euros que se añaden al coste de la peregrinación colectiva. Cabe sospechar que el gesto filantrópico tiene un reverso de estrategia publicitaria de rentabilidad instantánea: ayer nadie había oído hablar de Tiens; hoy ha sido cabecera de todos los informativos. La semana pasada ocurrió algo parecido con el cumpleaños de Amancio Ortega, que en realidad fue un «spot» entrañable de Inditex.

Jueves

EL INTRÉPIDO

Aunque la periodista ahogó un sofoco y bizqueó durante un segundo, Rajoy no pestañeó ayer tras confesar que los debates electorales son un trámite engorroso que exige un esfuerzo para el que él no se halla dotado biológicamente. Esto resultaría comprensible si lo dijera un torero o una cajera de El Corte Inglés, pero en boca de un candidato presidencial hace que un paño mortuorio se desplome sobre el respetable. Es cierto que la política televisada tiende a degradar la densidad del debate en beneficio de la telegenia, pero esto ha ocurrido siempre: en el ágora ateniense, los candidatos se postulaban en los corrillos y, antes de nuestra era audiovisual, la relevancia de un político dependía de la difusión de sus discursos y artículos periodísticos. Todo esto garantizaba la popularidad de los más encantadores o elocuentes pero no necesariamente de los más capaces. Ahora, la seducción pende de la sonrisa ensayada y la síntesis en forma de eslogan pegadizo. Rajoy olvida con frecuencia que no dirige un negociado en penumbra donde se gestionan perezosamente cincuenta millones de afanes.

Viernes

EL FESTÍN

Se rumorea que la sonrisa tristona y ojos sorprendidos que Gerardo Camps regala siempre a la cámara como si fuera la primera vez que le fotografían ocultan en realidad a un refinado gourmet por cuenta ajena. Entre 2007 y 2011, Camps gastó 550.000 euros en restaurantes que cargó a la caja de la Generalitat según denuncia el PSOE. Camps ha amenazado con un aluvión de querellas y esta secuencia anticipa el itinerario de la inminente campaña electoral. Pero neutralicemos tanta cicuta con el antídoto de la aritmética: dos comidas diarias durante cinco años suman tres mil seiscientas cincuenta comidas. Como Camps invitaba a una media de diez comensales por ágape, un sencillo cálculo revela que el importe de cada menú fue de siete euros y medio, cantidad increíblemente austera incluso para un refectorio franciscano. Ahora bien, la aritmética guarda prudente silencio acerca de que esta ganga sólo sería creíble si durante cinco años Camps no hubiese comido con la familia ni siquiera el día de Navidad; tampoco aclara cómo pudo reunir durante mil ochocientos veinticinco días consecutivos a nueve personas necesitadas de manutención pública. Bon appétit.

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