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El GAG, la espantada y un segundo asalto

Semana y media

El GAG, la espantada y un segundo asalto

Lunes

GRIPE ESPAÑOLA

Tertulia informal antes de una cumbre europea. Un comisario holandés pregunta a De Guindos sobre las posibilidades de una coalición en España y éste responde con una mueca escéptica que los holandeses ya saben que esos acuerdos siempre son peliagudos. Ambos estallan en carcajadas cómplices mientras un ministro finlandés se les une para corroborar el veredicto: los seis peores meses de su vida fueron los de un gobierno de coalición en Helsinki. Sin embargo, nuestros tertulianos deducen asombrosamente que De Guindos ha asumido un «Spain is different» que contrastaría con la presunta «cultura del pacto» del resto de Europa. Bobadas: los socialdemócratas alemanes sometieron a referéndum entre sus militantes la investidura de Merkel y el gabinete de guerra de Churchill, que se enfrentaba a Hitler y no a una décima del PIB, se deshizo entre recriminaciones mezquinas en cuanto finalizó la guerra. La diferencia entre España y el resto de Europa es lo que la ciencia política llama «pragmatismo» y Juan Español «de la necesidad, virtud». Los políticos españoles, aunque no más sectarios que sus colegas transpirenaicos, padecen una incapacidad congénita para admitir esos estados de necesidad.

Martes

LOS JUGONES

Un televisor y su mando a distancia son complementos forzosos de cualquier convalecencia y varios días de reposo me permiten afirmar que los españoles tenemos un severo problema con los concursos (esta mañana han preguntado por el apellido de cuatro letras del autor de «La maja desnuda» y el concursante ha contestado «Lola»). De todas formas, los nubarrones no se disipan cuando las cadenas encaran la información política. Esencialmente, existen dos tertulias con pretensiones de rigor circunspecto que degeneran tras unos minutos en una de esas chácharas barriobajeras sobre los michelines de Paquirrín. En ambas se pronuncian las siglas «PP» con el mismo tono que utilizaba mi abuela para amenazarme con la inminente llegada de Fu Manchú cuando me insubordinaba. Como la cadena teóricamente destinada a compensar este desequilibrio dedica sus informativos a recopilar catástrofes y partes meteorológicos, la única conclusión razonable es que la izquierda confía en la propaganda ortodoxa y el PP, literal y metafóricamente, en «La ruleta de la suerte».

Miércoles

EFECTO INVERNADERO

Es seguro que la izquierda tiene querencia por lo silvestre y de ahí que la secuela bucólica del «Pacto del Botánico» sólo pudiera ser el «Acuerdo del Prado», con la matización crucial de que el primero germinó, floreció y se marchitará a la venerable edad de una legislatura mientras que el segundo tendría que haber sido bautizado más precisamente como «del páramo» y no «del Prado». La oferta agónica de la izquierda valenciana al PSOE para retomar en la hora veinticinco la imposibilidad aritmética de un «gobierno de progreso» era en realidad un intento de culpabilizar ante la opinión pública a los compañeros socialistas con un gesto tan dramático como superfluo. He leído los treinta puntos del programa de gobierno presentado por Baldoví y comprendo que el portavoz del PSOE estuviera dispuesto a aceptar veintisiete. De hecho, Rajoy tampoco tendría inconveniente en suscribir inmensas vaguedades como «reindustrializar la economía», «adoptar medidas contra la pobreza», «reformar el sistema de financiación autonómica» o «impulsar la agricultura de calidad». No ha sido «el último esfuerzo», sino el último gag.

Jueves

LAS MUJERES PRIMERO

- «¿Todavía no hay noticias de los rebeldes?

- La radio no funciona, majestad.

- Ordené al ministro de comunicaciones que la arreglase.

- Abandonó la ciudad anoche en la motora de vuestra majestad con el resto del gobierno, el comandante de la guardia, el jefe de estación y el arzobispo.

- Me extraña que no estuviese usted con ellos.

- No había sitio».

(Evelyn Waugh, «Merienda de negros»).

La deserción, espantada o mutis de Carme Chacón puede obedecer a una retirada táctica, al hartazgo personal o a la soledad política de quien tanto en Madrid como en Barcelona es percibida como una disidente con claque. Lo incuestionable es que en el PSOE comienzan a intuirse dos métodos para minimizar los riesgos de una eventual catástrofe: encajonarse en un lugar resguardado de las listas o exiliarse para recoger los despojos. Chacón y Susana Díaz han optado por lo segundo con cierto ventajismo: bastará con que el PSOE no mejore sus resultados para que la cabeza de Sánchez sea paseada en lo alto de una pica por los verdugos colegiados del Comité Federal.

Viernes

BEGIN THE BEGUINE

Si sus señorías insisten en llamar impropiamente «segunda vuelta» a unas nuevas elecciones, sería más riguroso hablar de «segundo asalto», tal es la fiereza tabernaria con que se han desempeñado Iglesias esparciendo paletadas de cal viva y ejerciendo de cicerone de Otegui en Bruselas, Sánchez desdiciéndose a velocidad supersónica con el único objetivo de sobrevivir, el lamentable Rivera comparando al PP con Bildu y sobreactuando como comparsa en el paripé o un Rajoy acuclillado sobre el BOE mientras desfila el cortejo fúnebre de la legislatura. Ahora se asegura que el triunfador de la crisis es el presidente, «El zorro gallego» le ha apodado uno de esos analistas que hace cuatro meses profetizaba su jubilación anticipada, olvidando que los políticos amantes de la vida contemplativa pueden resultar longevos aunque jamás ejemplares. Se les ha contratado para que encabecen el impulso, no para encomendarse a la providencia que restaura el orden natural de las cosas. En cualquier caso, si PP y Ciudadanos suman mayoría absoluta de escaños y el segundo mantiene su veto a Rajoy, ¿habrá «tercer asalto», perdón, «tercera vuelta»?

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