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Médico, escritor y autor del libro «El siglo de los indomables»

JUSTICIA DIVINA

«Tengo aquí el listado de los beneficiarios de todas las sociedades de en todos los paraísos fiscales»

-Nada comparado con lo que se avecina.

-¿Grfrrfrrrggfafff?

-Que tengo aquí el listado de los beneficiarios de todas las sociedades radicadas en todos los paraísos fiscales del planeta Tierra y no te lo puedes imaginar.

-Yo me puedo imaginar cualquier cosa, JC. Deberías saberlo. Es más, yo debería conocer esos listados, que para eso soy Dios.

-Sí Pa. Pero creo que en este tema te has despistado un tanto.

-Es que uno no puede estar en todo, JC. Que son muchos los planetas y los asuntos humanos cada vez se están retorciendo más.

-Ay? los humanos.

-Desde luego. Entre evitar que el tal Trump sea el nuevo presidente de los USA, echarle una mano a Paco Primero, los pactos de los españoles, la crisis del Barça, las broncas entre Maduro y Rajoy?

-Sí, sí, Pa. Pero es que el tema de los paraísos fiscales estás saliéndose de madre. Después de revisar todos los papeles tengo la impresión de que no hay humano que tenga dos reales que no haya constituido una sociedad de esas que se llaman Off shore? o algo así?

-Tienes razón, JC. Estoy echando un vistazo a los papeles y aquí figuran hasta el tranviario de Aspe.

-Pues para mayor escarnio, hoy aparece en la prensa la noticia de que el tal Carlos Fabra, ése fenómeno al que le tocaba el gordo de Navidad cada año, acaba de salir de la cárcel.

-¿Mande?

-Sí. Dice la jueza de vigilancia penitenciaria que el interno ha evolucionado favorablemente, que tiene más de 70 años y que hay poco riesgo de reincidencia.

-Riesgo de reincidencia desde la cárcel? parece escaso, eso sí es cierto.

-Ya. ¿Pero cuánto tiempo ha estado en chirona ese santo varón?

-Desde diciembre del 14.

-¿1914?

-No Pa, no. 2014.

-Vaya? no parece demasiado, no?

-Las leyes humanas, Pa.

-Ya. ¿Y lo del tal Conde?

-Pues resulta que se había guardado en Suiza quince milloncitos de nada, y se los iba llevando a España, tacita a tacita.

-Comprendo. ¿Y estaba en la calle ese arcángel de las finanzas, sin devolver un céntimo de lo que había "distraído"?

-Así es.

-¿Y eso?

-Las leyes humanas, Pa.

-¿Y no tendrán esas leyes alguna relación con el festival que se están dando los tales humanos, llevándose crudo cuanto encuentran a mano?

-La verdad, no sé qué decirte.

-Hombre -porque a ti te puedo llamar hombre, al menos lo fuiste durante 33 años- JC. Yo no es que quiera volver a la edad media, con mazmorras a lo Conde de Montecristo. Pero, ¿qué quieres que te diga? Entre eso y la multa de cincuenta euros por violar a nueve monjas pues? no sé?

-Pero es que los humanos, cuando cogen la guadaña me asustan hasta a mí.

-Lo sé. Pero podríamos intervenir? sutilmente?

-No se me ocurre cómo.

-Verás: Punto uno: Queda abolida la pena de muerte. Eso tranquilizará a todo el progreserío y nos deja a nosotros el control final.

-¡Perfecto! La decisión definitiva. Como debe ser.

-Punto dos: El que la hace la paga y el que trinca devuelve.

-Me estoy perdiendo.

-Te lo explicaré con un ejemplo: ¿Te acuerdas de Judas?

-¿Cómo no me voy a acordar de aquel misera... de ese hermano al que perdoné hace mil ochocientos años?

-Pues entonces recordarás que lo recluimos en la mazmorra del Abate Faría durante cuatrocientos años.

-Lo recuerdo.

-Y que cuando terminó la condena por chivato tuvo que devolver las treinta monedas.

-Sí, pero no las tenía. Dijo que las había perdido.

-¡Eh voilá! ¿Y qué pasó entonces?

-No lo recuerdo bien.

-Pues yo te lo contaré: Lo tuvimos ingresado en el Purga, trabajando en el taller, cosiendo balones de fútbol para los arcángeles, a razón de quince sextercios diarios, hasta que pagó la deuda.

-Sí?ahora que lo dices?

-Estuvo trescientos dieciséis años trabajando, porque aquellas eran monedas de oro, y con la inflación?

-Cierto, lo recuerdo. Salió ya mayor, bastante mayor.

-Sí, pero pagó su deuda.

-Y tú sugieres?

-¡Exacto! Me lees el pensamiento. Que los humanos distraídos devuelvan lo trincado. Y si lo han perdido, se lo han gastado o se lo han introducido a su padre por sálvese la parte, trabajen en la prisión hasta restituir la suma sustraída.

-Pero, ¿y si en toda su vida humana no les da para devolver el pastizal, Pa?

-Sencillo. Vamos a preparar aquí arriba Cielobanchel. Donde seguirán cumpliendo la condena. En unos precisos talleres de carpintería con más humedades que las cuevas de Canelobre. ¿No has oído aquello de la justicia divina? Mira, la primera celda ya tiene nombre.

-¿Sí?

-Desde luego, ya la tenemos preparada. Se llama Pujol, sin nombre? ¡para el primero de la familia que se deje caer por aquí!

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