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Cuerpo diez, esfuerzo cero

Operación bikini

Las clínicas de estética se llenan mientras apenas crecen las altas en gimnasios

Operación bikini

Primavera. Luz y taquígrafos sobre el cuerpo. Apenas ya una capa de tejido entre los demás y nuestros pechos caídos, barrigas, cartucheras, celulitis y arrugas que cuentan biografías largas en la era del tuit. Los criterios de descarte social, la galería de los horrores estéticos que el invierno permiten mantener ocultos algunos meses al año se exponen al escrutinio del sol y la sociedad. Quienes han tenido en cuenta este momento todo el año adelantan a los famosos y hacen su posado en redes sociales en el primer fin de semana soleado de abril. Los indiferentes asumen que su actitud puede ser transformada en rechazo por una sociedad que considera la fealdad como una agresión pública injustificada. Y los rezagados se enrolan en una misión relámpago de adecuación estética: Aún están a tiempo de cumplir los requisitos corporales de la temporada veraniega. Es la operación bikinioperación bikini, que un año más vive su pico de actividad después de Semana Santa y que arroja una conclusión clara: el usuario demanda rapidez y resultados visibles en tres meses. Y está dispuesto más a pagar el milagro que a sudar por él.

Pablo sale cada dos minutos con la bandeja cargada de copas por la puerta de La Historia, uno de los pubs más icónicos de la nueva fiesta alicantina. En el centro del tardeo, el pub es conocido por someter a su personal de relaciones públicas a criterios de selección extremos. No todos pasan el filtro de cuerpo, cara y estilo que demanda los jefes y los clientes. Ciclista y en forma «desde siempre», tiene claro lo que se pide. «La sociedad de hoy busca gente muy cuidada, chicos fuertes, chicas con escote, muchas de ellas operadas y todos bien vestidos», asegura este camarero de 27 años. Requisitos imposibles para algunos, pero en realidad cada día más accesibles gracias al enrome mercado de la belleza y la estética que vive estos meses uno de los mayores picos de actividad del año. ¿Habrá cola para aprovechar tres meses de ejercicio y llegar a tiempo al verano?

En el despacho de gerencia del gimnasio Arena de la Playa de San Juan, Enrique Santos asegura que empieza a ser norma «tener el deporte instalado en nuestro estilo de vida». Con más de 5.000 socios y una cuota media de 60 euros mensuales, es el centro más representativo de la cultura del fitness en la provincia. Sin embargo, Santos asegura que «durante estos meses las altas de socios apenas varían». Aunque ni la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas ni la delegación valenciana disponen de este tipo de estadísticas, según confirman sus presidentes, que nadie busca terapia de choque en gimnasios parece una realidad.

Es lo que ocurre en el centro deportivo que gestiona el presidente de la federación autonómica, Juan Carlos Gómez-Pantoja. En Atlanta, una referencia del sector de los gimnasios en Valencia ciudad, «el número de socios en abril apenas sube un 2,11%», cuenta el director con la calculadora en la mano. «Me temo que nuestros socios hacen operación bikini todo el año, porque es algo que además incentivamos y buscamos. Queremos constancia y que sean miembros a largo plazo», explica Gómez-Pantoja. El gerente del centro de entrenamiento personal iTraining, Jesús Villena, y otros monitores personales de fitness que trabajan como autónomos en la provincia confirman que los nuevos clientes que ganan en estos meses no suponen un pico demasiado pronunciado. «Estamos abiertos a todos, pero a mí me interesan quienes quieran estar en forma todo el año y es lo que voy a buscar», asegura este entrenador alicantino.

Parece que el moldeado exprés de la silueta del que hablan medios y blogs no se logra en salas de musculación, ni desde luego bajo la supervisión de un experto monitor. Entonces, ¿dónde se ponen a punto las decenas de miles de personas que hacen operación bikini?

«Quizá sí noten el movimiento en los gimnasios low cost», sugiere Gómez-Pantoja. Con cuotas que no superan los 20 euros al mes, los expertos en fitness sugieren que el hábitat de quienes quieren estar en forma sólo unos meses al año podría encontrarse ahí.

En efecto, ellos sí notan la campaña primaveral. Rafael Cecilio, propietario de la cadena de gimnasios de bajo coste DreamFit en España, explica que «para nosotros el efecto bikini es muy importante», aunque matiza que «de enero a junio son meses muy buenos en cualquier gimnasio». Con tres centros en la Comunidad Valenciana, la instalación de Alicante ronda los 4.200 socios. «Después de Semana Santa las altas suben entre 5 y un 10%, y para después de verano caer un 7%», explica.

Pese a los repuntes en los centros baratos, no parece que sean los gimnasios donde se moldean con desesperación los cuerpos que necesitan prepararse para el verano.

Gemma Tendero es una dietista-nutricionista que trabaja en Alicante. Su forma de captar clientes está muy ligada a tener actividad en redes sociales, el mismo entorno donde vuelan de continente a continente los desafíos estéticos que obsesionan a los más jóvenes. Desde el «belly button challenge» que lleva a cientos de miles de personas a compartir vídeos donde prueban que sus proporciones abdominales les permiten hacer el mismo ejercicio de contorsionismo hasta la «prueba del folio», que certifica la pertenencia a un club donde los miembros tienen una cintura estándar. Los usuarios de Facebook, Instagram y otras redes consumen con ansia y envidia estos contenidos. Muchos buscan ayuda profesional inmediatamente.

«Me he encargado de no poner "adelgazamiento" en mi perfil profesional, sino sólo "cambio de hábitos", pero da igual, me siguen pidiendo bajar un montón de kilos en pocos meses», lamenta la dietista. Asegura que el 80% de quienes le contactan quieren perder peso y hacerlo rápido. Abril es temporada alta en su sector. «Tengo tres picos: enero, abril y septiembre».

Entrar en ropa de una o dos tallas menos es un objetivo que se puede alcanzar sin machacarse en el gimnasio y quienes buscan nutricionistas para la operación bikini están dispuestos a otro tipo de sufrimiento para conseguirlo. La mayoría de sus clientes son «mayores de 50 años» y debe pelear, como ya han conseguido los centros deportivos, porque en lugar de practicar una ingesta de alimentos bulímica y caótica durante el año sigan una rutina diaria y estable. Cobra por la primera sesión 45 euros, elaboración de menú aparte, mientras que las de seguimiento rondan los 20 euros. Pero muchos de estos clientes estacionales no le pagan por ganar en salud o aprender a comer mejor, sino para perder peso. «A veces me gustaría quitar la báscula de la consulta. Vienen obsesionados con un número de kilos y quieren que les castigues con una dieta para conseguirlo», cuenta Tendero.

Detrás de la palabra «salud» se esconden las menos inocentes «imagen« y «postureo». El responsable de comunicación del Colegio de Dietistas Nutricionistas de la Comunidad Valenciana, Luis Cabañas, certifica que este es uno de los rasgos de la temporada alta en su sector. «Durante los meses de invierno, un dietista tiene entre 4 y 8 pacientes al día: entre marzo y julio, después de Semana Santa, puede ver a 14 fácilmente. Lo llamamos la operación "postorrija"», apunta el encargado de comunicación. «Muchos vienen por postureo; te piden un régimen con el que puedan bajar 10 kilos en dos meses porque tienen una boda o una comunión», sostiene Cabañas. Cuando el ritmo de adelgazamiento estándar está en «500 gramos a la semana», la urgencia de quienes cumplir con la norma social en tiempo récord acaba lanzando a muchos a productos milagrosos, como dietas de batidos. Al lograr resultados contrarios por el efecto yo-yó «hay un segundo pico de actividad en estas fechas, los que han recuperado su peso por el efecto rebote de una dieta milagro y te vienen desesperados porque no saben qué hacer», explica Cabañas.

Dentro del mercado de la estética, el deporte y la salud, quienes están trabajando al triple de su ritmo habitual son las clínicas de medicina y cirugía estética: a juzgar por lo que cuenta el sector, «operación bikini» era en realidad un concepto quirúrgico. «Las citas para intervenciones en la zona media del cuerpo se disparan en estas fechas, mientras que las faciales se mantienen como en el resto del año», asegura Alberto Morano, vocal de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME).

Una de las técnicas más demandadas, la laserlipólisis, reduce volúmenes como papadas o cartucheras sin necesidad de intervención. Hace que las clínicas cuelguen el cartel de completo: «Un centro que haga laserlipólisis puede realizar unas 40 intervenciones al año, pero 35 las va a hacer en estos meses», explica el portavoz. Desde el departamento de prensa de la sociedad médica aseguran que entre los meses de abril y junio se duplican todos los tratamientos que guardan relación con la eliminación de la celulitis.

También la cirugía plástica mete en los quirófanos a muchos demandantes de reformas corporales justo antes de pisar la playa. En este campo, el aumento de pecho, con 22.533 operaciones de aumento o elevación de mamas al año en el país según los cirujanos, es la reina. «Entre la gente joven es la operación más habitual, aunque últimamente están aumentando mucho el aumento de labios con ácido hialurónico», explica la doctora Eva Garrigós, responsable de Nutrición y Dietética del Centro Dermatológico Estético de Alicante. Afirma que estas intervenciones se disparan en la época primaveral, al igual que ocurre con las extracciones de grasa corporal en diferentes puntos del cuerpo o lipoescultura.

Con un gasto per cápita de 500 euros al año en medicina y cirugía estética, España está plenamente integrada en la cultura del retoque. La necesidad de gustar a los demás se dispara en temporada, pero revela sobretodo una manera de entender la vida contemporánea. «La gente vive más años, quiere vivir con el mejor aspecto posible y además tiene que competir por un puesto en el mercado laboral. Y es una realidad que la gente más atractiva tiene más oportunidades», asegura el impulsor del Centro Dermatológico Estético, Manuel Asín, como citando una ley que, le guste o no le guste, va a seguir vigente en el mundo.

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