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¿Qué piensan los animales?

¿Qué piensan los animales?

Paul Maclean, reconocido neurocirujano norteamericano, desde hace años sostiene la idea de que el cerebro en el caso de los mamíferos -incluido, por supuesto, el hombre- está formado, a su vez, por tres cerebros que funcionarían de forma conjunta o , bien, de forma separada.

El caso es que su teoría, aunque revolucionaria, gana adeptos por días en el mundo científico lo que, en realidad, me plantea la primera cuestión ¿Podrían actuar independientemente cada uno de esos cerebros? Y si fuera así ¿Sería posible que, a la vez, mandaran órdenes distintas e, incluso, contradictorias al resto del cuerpo?

Pues, al parecer, sí. De hecho, estos cerebros serían como capas que se desarrollan una sobre la otra pero que, por un lado, no necesariamente se activarían todas a la vez y, por otro, tampoco funcionarían de idéntica manera. Pero, para entender un poco más todo esto, veamos primero cuáles serían esos cerebros.

Por un lado estaría el reptiliano que, en realidad, sería el más primitivo de todos. Desde el mismo, se controlarían todas las funciones básicas para la supervivencia, tales como la respiración, los latidos cardiacos, los mecanismos de defensa ante posibles ataques, etc, etc.

¿En qué ocasiones el ser humano usaría sólo esta parte del cerebro? Pues muy fácil, por ejemplo, en estados de miedo o pánico ¿Recuerdan cada una de esas veces en las que, de pronto, en medio de la multitud alguien corre y, sin razón alguna, todo el mundo comienza a hacerlo? Las muertes de personas por asfixia en esos casos, se suelen contar por docenas y, lo malo, es que, habitualmente, quien comienza a huir no huye de nada. Sin embargo, en realidad, esta parte del cerebro no busca la muerte de nadie sino todo lo contrario, activa los mecanismos de defensa. En el mundo del resto de los animales, por ejemplo, es muy útil. Las estampidas de ganado o, de animales que viven en manadas en estado salvaje, son muy frecuentes y sirven, habitualmente, para que unos alerten a otros de un peligro ¿Han asistido alguna vez al majestuoso espectáculo de ver alzar el vuelo a los flamencos en las salinas? Primero lo hace uno, luego dos y, finalmente, todos a la vez. Pues bien, es exactamente lo mismo.

Pero, sigamos? La siguiente capa sería el sistema límbico que, en realidad, es la zona encargada de gestionar las emociones. Durante muchos años se ha pensado que era una exclusividad del ser humano. Las distintas religiones marcan en la posibilidad de sentir éstas, la frontera entre el hombre y el animal.

Sin embargo, hoy en día, ya se sabe que, desde primates muy desarrollados como el chimpancé, el gorila o el orangután, animales de compañía como el perro o el gato e, incluso, otros animales como pequeños roedores, sienten emociones y las manifiestan constantemente.

Por ejemplo, las ratas tienen un altísimo nivel de compañerismo y compasión que se ha demostrado que, en algunos casos, es muy superior a la del ser humano.

Claro que aún nos queda acercarnos a la tercera y última parte del cerebro, se trata de la denominada neocórtex, desde la que dominan facultades como el lenguaje o el pensamiento abstracto y avanzado.

Y volvemos a la pregunta de siempre ¿Es ésta una parte exclusiva del ser humano? La verdad es que, como se pueden imaginar, tampoco. Los animales, en general, manejan su propio lenguaje que, a veces, incluso, es más complicado y con más matices que el del ser humano. Es el caso, por ejemplo, de los delfines que poseen un cerebro muy parecido al nuestro pero con capacidades innatas que jamás estarán al alcance del ser humano.

¿Se dan cuenta? Habitualmente hemos pensado que el comportamiento de los animales obedece al capricho individual de cada uno de ellos y, así, poco a poco, hemos perdido la posibilidad de conocerles

Por ejemplo, puedo comprender que un perro y un gato no lleguen a entenderse salvo que se hayan criado juntos porque, al fin y al cabo, hablan lenguajes distintos. Sin ir más lejos, lo que para el perro significa alegría -como mover el rabo de lado a lado o pegar saltos- para el gato son claros signos de un peligro inminente. Eso lo entiendo pero, lo que realmente no concibo es que, lo mismo que les pasa a ellos, nos pase a nosotros con ellos.

Verán, les explico? Tradicionalmente, nuestro lenguaje humano es mucho más parecido al de los perros que al de los gatos. Por ejemplo, en el lenguaje humano mirar a los ojos a alguien es señal de amistad y confianza y, sin embargo, en el de los gatos o los monos, hacerlo es una señal de provocación y animadversión? Ahora bien ¿Ha hecho el ser humano algo para comunicarse con ellos? ¿Se ha dado cuenta de que algunas de esas actitudes nuestras les molestaban y las ha evitado? No, simplemente, los ha despreciado. Ha pensado que los gatos eran unos ariscos porque huían de ellos cuando les miraban o que los monos son unos salvajes que se enfadan cuando sus miradas se cruzan.

¿Y saben cuál es realmente el problema? Pues que me temo que para llegar a comprender todo ésto, en realidad, el ser humano debe, al menos, usar los tres cerebros a la vez pero, desgraciadamente, cada vez me da más la sensación de que, para algunas personas eso es, simple y llanamente, más un milagro que otra cosa.

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com

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