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Entre dos pasiones: religión y arqueología

Mariola López Ferrer tiene alma cofrade y es una de las personas que más conoce la Semana Santa

Entre dos pasiones: religión y arqueología PEPE SOTO

Mariola López Ferrer nació por casualidad en Oviedo. En unas vacaciones. Hija de familia alicantina residente en el entorno de la Plaza de Toros de Alicante, siempre sintió pasión por la religión católica. Estudió en los colegios Sagrada Familia Josefinas y en Maristas. Y, al finalizar COU, se matriculó en la Facultad de Historia de la Universidad de Alicante.

Desde muy pequeña acompañó cada domingo a su padre, maestro de escuela, y a su madre, una gran mujer ya fallecida, a cualquier iglesia próxima a su domicilio para escuchar las palabra de Dios.

A punto de finalizar la carrera se integró en la parroquia de los Franciscanos, donde conoció a un muchacho con el que más tarde se casó y con quien engendró a su hijo. Se metió de lleno en la Semana Santa alicantina: como hermana de orden en el Ecce-Homo y de costalera en la Hermandad de la Santa Redención.

Ahí sigue desde hace casi treinta años. También forma parte de la Junta Mayor de Hermandades y Cofradías, y dirige el programa de televisión «Alma cofrade», en L'AlacantíTV.

Ya licenciada, uno de sus primeros trabajos a principios de los años noventa fue como arqueóloga junto al responsable municipal del ramo, Pablo Rosser Limiñana. Se esforzó y preparó los cursos de doctorado en Arqueología, su primera pasión. Realizó estudios eclesiásticos en el Instituto Teológico de Murcia, por su implicación en las cosas del sentir y de los valores.

Pero su segunda pasión la llevó a las aulas como profesora de Religión en los institutos de San Blas y el Enric Valor de Castalla. Ahí sigue desde 1997. Este curso imparte esta materia optativa a unos 250 estudiantes. En anteriores promociones dio clases a alumnos de otras religiones. Ahora está muy cerca de conseguir la diplomatura en Ciencias Religiosas.

«No soy de misa diaria, sólo de domingos y festivos», explica Mariola, minutos antes de procesionar junto al paso Misterio Ecce-Homo el Martes Santo, sin lluvias ni penas para las 8.600 personas que participan en Alicante en unas celebraciones que datan del siglo XV tras la mala tarde del lunes.

En su opinión, la Semana Santa es un compendio de religiosidad, de sentimiento y de pasión: «Las cofradías han crecido mucho en patrimonio artístico y musical y despiertan el interés de muchísimas personas que llegan a Alicante para conocer una de nuestras más importantes tradiciones».

Sobre las normas acordadas el pasado año por la Junta Mayor sobre faldas, escotes, medias de rejilla y maquillajes estridentes de unas pocas damas de mantilla, las populares «Manolas», siempre aupadas por un fino tacón, la responsable de protocolo del senado de los desfiles pasionarios afirma que es una norma antigua, si bien comparte que la indumentaria de estas mujeres debe estar en consonancia con el papel que representan en la Semana Santa: acompañar de luto a Jesús de Nazaret de camino al calvario. «Mejor bien tapaditas y más discretas, como siempre».

Mariola, en su mejor semana y cojeando por una torcedura de tobillo por un maldito traspiés, cree que el catolicismo «está bien, está muy vivo. Estamos en la primavera de la Iglesia». Admira el trabajo del Papa Francisco, que, según ella, tanto les gusta a los creyentes como a los que no lo son.

Es feliz. Pero volvería a la arqueología con los ojos cerrados, a estudiar e interpretar las civilizaciones antiguas a través de obras o utensilios. Pero seguirá con alma cofrade.

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