-Perdona Paco. Pa soy para JC. Pero tú, como eres casi de la familia, puedes llamarme Yhavi.
-Esteee? Yhavi? no sabría decirte?
-Yo tampoco, Paco. Pero el domingo pasado me di una vuelta por las parroquias y el más joven que encontré hizo la mili con Alejandro Magno.
-También hay algunos niños, Yhavi.
-Sí, los vi. Jugando con el incensario como si fuese un sonajero. No, amigo Paco, no. Algo estamos haciendo mal.
-De eso estoy convencido, nuestro club de fans no alcanza ni al de un futbolista de segunda.
-Hemos estado pensando. Palomo ha redactado un memorándum bastante interesante. Y entre JC y yo hemos entresacado algunas ideas. A ver qué te parecen. A lo mejor de aquí salen algunas medidas útiles para revitalizar el rebaño.
-Pa, eso de rebaño es muy antiguo.
-Comprendo JC. ¿Cómo se diría ahora?
-La peña.
-Pues la peña, concedido. Verás, Paco. En primer lugar las misas son más aburridas que los guateques de la Inquisición. No puede ser que cada domingo la peña vaya a la iglesia a repetir lo mismo, domingo tras domingo, mes tras mes, año tras año. Me aburro hasta yo.
-Eso es cierto.
-¿Qué te parece, Pa, si organizamos para la peña unas sesiones donde la gente exprese sus preocupaciones y sus dudas y el párroco les hable de temas realmente importantes para ellos?
-Se me ocurre un ejemplo: hablemos de la abolición del derecho de pernada.
-Eso es más antiguo que tú, Pa, que ya es decir. Podría hablarse de la postura cristiana ante la violencia doméstica, ante las elecciones o los pactos de gobierno, por ejemplo. Algo tendrá que decir la Iglesia, ¿no? Pero algo sensato, no refugiarnos en los dogmas de siempre.
-¿Y si hablamos de sexo?
-Caramba con Paquito. Sí? no estaría mal? Pero hemos de cambiar la visión. Algo no habéis entendido los popes de la Iglesia. Cuando dijimos aquello de creced y multiplicaos no eximimos a nadie de ese sarao. ¡Si fuimos nosotros los que os pusimos los instintos, almas cándidas! ¿Por qué habríamos luego de querer que no los ejercitarais, con lo relajante que resulta? Amaos todos, caramba, sin excepciones. Y vosotros, los curas y las hermanas también. ¿Qué problema hay? Seguro que estaríais más normalizados, la peña os vería más próximos y tendríamos menos problemas con ciertos pecadillos?
-Hablando de amores y sexo. ¿Por qué carape llevamos veinte siglos discriminando a las mujeres en la Iglesia? No recuerdo yo haber dicho ni pío -perdóname, Palomo- en relación a eso. Cuando estuve allí abajo me hice muy amiguete de Mari Magda, una mujer excelente. Y, de repente, me margináis a todas las damas, que a lo máximo que pueden aspirar en la casa es a llegar a limpiar el Vaticano. ¡Por favor!
-Eso es cierto, Paquete. Y hay que arreglarlo rápido. Llevamos muchos siglos de retraso.
-Estoy tomando nota, Yhavi.
-Ah, y en el tema del fornicio y demás. A ver si os enteráis de que la abstinencia no es una opción. Bueno, quizá lo sea para San Casto Martínez, un tipo que vivió hace cinco siglos y que no tuvo una erección en sus noventa y seis años. Pero eso es la excepción, fue un defecto de fabricación no achacable a nosotros. Pero para el resto de los humanos, insisto, no es una opción.
-Eso es cierto, Paco. Ya nos encargamos nosotros. ¡Si no hubiera sido así, ya os hubierais extinguido!
-Comprendo? si hasta a mí me sucede?
-No entremos en detalles, Paco. Lo relevante es que no hay que demonizar el sexo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
-Y caramba, permitid el refocile sin intención procreadora, que la peña está de los nervios. Y los condoncillos, que luego viene el sida, la sífilis y los siete males.
-Comprendido? «Refocile sine die?»
-Tampoco es eso, Paco. Que no queremos convertir la Tierra en el planeta Loco Mía, que lo arrasó una ola de gonorrea.
-Faltan bastantes cosas aún, pero con esto vas bien servido para comenzar.
-¡A esto se le llama modernizarse, amigo Paco!
-Modernizarnos no sé si nos mo-dernizaremos, Yhavi. ¡Pero que a mí la curia me va a poner una bomba lapa en el papamóvil no me cabe ninguna duda!
