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Entrevista a Antoni Miró. Artista

«Se han fabricado museos que han costado millones y que son como terras míticas»

Sólo los coches y las mujeres le alejan de los pinceles...

«Se han fabricado museos que han costado millones y que son como terras míticas» fotos de Juani Ruz

Como tantos otros, empezó en el colegio, destacando porque dibujaba bien. A partir de ahí, empezó a pintar, de manera autodidacta, hasta que conoció a Vicent Moya, que fue su mentor pionero. En 1960 se dio a conocer con el primer premio en el certamen del Ayuntamiento de Alcoy, al que siguió su primera exposición individual en 1965. Más de medio siglo después, es imposible cuantificar la cifra de exposiciones realizadas. «Miles», afirma, en el contexto de una obra magna. Ahora, siempre noctámbulo, trabaja con los puentes de Alcoy y con creaciones «porno», más o menos «hard».

No me resisto a empezar por una duda. He leído en un libro de historia que usted expuso una vez en un submarino nuclear. ¿Es una leyenda urbana?

No, no, es verdad, salvo que no era nuclear. Fue cuando vivía en Dover en el año 69. No se cómo fue, pero en el hotel donde vivía, aparecieron unos marineros ingleses; eran de un submarino, nos conocimos, nos hicimos amigos y me invitaron a colgar un cuadro. Era el National Majestic Tiptoe, o algo así, que estaba atracado en el puerto de Dover. Quitaron el cuadro de la reina, porque en el submarino no hay sitio para nada. Hay reportajes fotográficos de la época. Fue una historia interesante, como las que inventaba Miguel Abad, pero en este caso mía.

Sí, porque una de sus primeras exposiciones fue en la escalinata del Sacre-Coeur, en París.

Allí, en 1965, nos fuimos Miguel Mataix, el de las 500 horas bajo tierra -que habían sido aquel mismo año- y yo, con un 600. Montamos las telas y expusimos en la puerta del Sacre-Coeur. ¡Y vendimos! Eran ideas que se nos ocurrían, como la de montar un belén en la Cova Juliana, aunque esta sí fue de Miguel Abad.

Arrancó en Alcoy en 1960 con el concurso y en 1965 con su primera individual. ¿Cuántas exposiciones ha realizado hasta hoy?

Si digo cientos me quedaría muy corto; deben de ser miles. El año pasado he hecho unas 60 individuales, además de las colectivas, lo que supone más de una por semana. No se cómo nos lo hacemos. Una, porque estamos muy bien organizados; otra, porque son exposiciones itinerantes, que haces el trabajo una vez. Ahora estamos preparando el catálogo para una exposición que va a Elx, luego a Pedreguer, luego a Gandía, luego a Valencia, Castellón.. Es un trabajo, porque haces el catálogo, cada cual su parte, pero luego cunde, porque expones cinco o seis veces e incluso en ocasiones más de 20. Hay algunas que dan mucho trabajo y haces dos o tres al año, pero luego, con la mayoría, haces el trabajo una vez y te sirve para cinco o seis.

¿Y sigue con la misma ilusión?

Más aún, porque veo que me queda menos tiempo y me tengo que espabilar. Ahora, lo que pasa es curioso, porque la gente piensa que hago mucho trabajo y en verdad no trabajo tanto como antes. En mucho menos tiempo lo tengo todo más preparado y me cunde más. Es un esfuerzo de muchos años antes, de hacer estas cosas previniendo el día de mañana. yo siempre había oído decir que este es un oficio de viejos y hay que estar muy bien preparado para cuando seas mayor...

¿En este caso se puede decir que moriremos con el pincel en la mano?

Lo intentaremos. Sería lo mejor de todo.

¿Recuerda cuándo empezó a pintar?

Sobre los once años o por ahí, o sea hace sesenta más o menos. Cuando era pequeño me gustaba mucho dibujar; lo que pasaba en la escuela: hacías dibujos en la pizarra o en el dictado. En lugar de escribir, ponías más parte de dibujo. No se si tenía cierta gracia, pero el maestro siempre me ponía un «Muy bien» e igual eso era un estímulo. Y el premio de 1960 fue un gran aliciente, porque yo era un chavalín de 15 años y lo que había pasado es que había conocido a Vicent Moya -que fue mi maestro- y pude ver cómo pinta un pintor, con un caballete y una paleta. Hasta entonces, yo estaba pintando sin saber cómo se hacía; pintaba en acuarela sobre lienzo y se caía la pintura. Decían que los pintores buenos ponían mucha pintura y yo la ponía y como era acuarela, caía todo. Pude ser un buen pintor (se ríe). Decían que los buenos pintaban de pie, y yo ponía un artefacto sobre la mesa... y aquello no funcionaba. El hecho de conocer a Moya, que tenía 10 años más y había hecho Bellas Artes, verlo trabajar, fue un cambio increíble y un gran avance. Ese año pude pintar siete u ocho cuadros y los presenté todos al concurso del Ayuntamiento y conseguí el premio, entre pintores muy mayores. No me lo creí, pero fue un estímulo importante, pensar que podía pintar algo.

¿Fue ya con un cuadro comprometido?

No, pero ya tenía. Ya había hecho el primer cuadro comprometido, que fue «El borracho»: un chico amigo mío que hacía de modelo con una botella y un vaso. Fue la primera denuncia social, con una botella de alcohol; sería café licor, supongo. Fue el mismo año y lo envié al concurso, pero el que ganó el concurso era un bodegón. Envié lo que pinté ese primer año con Moya, tres o cuatro bodegones; me había enseñado composición, cómo se pinta y se mide. Yo pintaba antes una barraca valenciana y una barca en la playa del Postiguet, todo muy naïf. Ver a alguien que sabía resolver las cosas fue un gran avance.

¿Y cuál es el último cuadro comprometido?

Toda pintura es comprometida, de una forma u otra, hasta un bodegón. Siempre hay algo. La pintura es un increíble medio de comunicación, a pesar de que la mayoría de pintores lo detesten o desprecien, pero cuando has ido por todo el mundo y has hecho exposiciones por todas partes, te das cuentas de que llegas a Corea, que no tiene nada que ver con nosotros, y se entiende. Lo que tu has pintado, allí lo interpretan parecido; a lo mejor hay matices o cosas muy locales o particulares tuyas que no captan, pero en general la idea la captan en seguida. Eso es muy estimulante, porque ves que hablando en valenciano siempre te entienden en todas partes, mientras que hablando en la lengua de muchos imperios a veces no te entiende nunca nadie.

¿Qué le motiva en cuanto a pintura comprometida en 2016?

Mis temas de interés siempre están dentro del mundo de la cultura y la denuncia por mejorar la situación del hombre. Desde que empecé más o menos pienso igual, cada vez con más claridad porque lo has pensado más veces y lo tienes más claro. Siempre es lo mismo, hacer que la gente sea avanzada, sea progresista, sea moderna, haga las cosas bien; que el sistema que vivimos, que es el capitalismo salvaje, absolutamente despreciable, es algo que no sirve creo que ni para los ricos: sólo ven ceros y matan de hambre a pueblos enteros. Es una globalización total. Cuando empezó eso de la globalización ya pensé que sería de la miseria y efectivamente ha sido así. No ha sido para repartir mejor las cosas y que lleguen a más gente, es simplemente para unas cuantas grandes empresas que lo dominan todo y mandan más que los políticos, y que deciden si un pueblo hoy vivirá o si hoy se han muerto unos cuantos y en dos meses no quedará nadie vivo en el poblado. La situación es muy grave porque estamos en manos de esos criminales, asesinos y bestias, pero nuestro trabajo es denunciarlo, decirlo, reflexionar para que la gente piense, se posicione y poco a poco les quitemos de las manos todo ese poder.

¿Cómo resumiría los 20 años del PP en el poder en la Comunidad Valenciana?

Un desastre. Lo peor que le puede haber pasado a este país, porque lo han arruinado absolutamente. Ya empezó antes, que era muy injusto el reparto del dinero en este Estado: nosotros pagamos y no cobramos, y eso no puede ser. En un principio iba bien por solidaridad ayudar a los pueblos del Estado que eran más pobres, pero al final la tortilla se ha dado la vuelta y nos han empobrecido absolutamente y nos sacan el jugo de todos. Y de esa forma ni se arregla su problema ni el nuestro. Al final, nosotros nos hemos perjudicado y conseguido que la gente viva también muy mal aquí.

En realidad, el matiz de la pregunta iba más por el hecho cultural...

En este aspecto ya es totalmente increíble, lo han deshecho todo. Se han perdido las tres cuartas partes de las galerías de arte, las ediciones de libros han desaparecido; el libro está casi perseguido y no hay para hacer hogueras. Las galerías han desaparecido o han estado bajo mínimos y catálogos, ya casi no se editan. No se hacen catálogos ni libros, la gente será cada vez más burra; pero es lo que al final esta gente quiere, que no se aprenda mucho, porque cuanto menos sepa más dominable será y más fácilmente se la podrá conducir. Todo esto es un sistema establecido: son malos porque sus intereses van por ahí, pero yo creo que se equivocan, porque si al final tienen que ir por la calle con guardaespaldas no es mejor vida. Y esta gente ya no puede salir a la calle. Sería mejor si los americanos en vez de repartir bombas, repartieran naranjas valencianas y cosas bonitas, la gente los querría, y por todo el mundo donde fueran, la gente les ayudaría. Así, tienen que ir escondiéndose y acaban saliendo perseguidos. El sistema está muy equivocado desde hace años. Ya lo dijo Carlos Marx hace muchos años, pero se han superado todas las previsiones. El sistema tiene que petar y se ha de pensar otra vez en las personas, a ser posible en las personas humanas y todo.

Uno de los más perjudicados ha sido Ovidi Montllor...

Lo que ha pasado con Ovidi ha pasado con todos nosotros, con esa generación. De repente, se decidió acabar con la Cançó porque eso recordaba demasiado al franquismo; acabar con todo lo que recordara el régimen anterior, pero no sustituirlo por algo mejor o evolucionado. Deciden acabar con la Cançó no contratándolos más, porque aquí hay varias maneras de actuar: una prohíben y te cierran y otra no te prohíben, pero no te compran un cuadro. Ya te apañarás. Ovidi y compañía habían estado trabajando años y años cobrando dos reales, la taquilla, lo que fuera. Cuando debían haber empezado a cobrar como buenos profesionales, entonces deciden que eso es algo del pasado y basta. Esto lo hacen con todo el mundo de la cultura. Todos los gobiernos han sido muy de derechas.

Pero lo de la Cançó es anterior al PP...

Convergència y el PSUC y el PSOE y todos. Ovidi, al haber muerto tan joven, es el representante, el símbolo de todo esto. Se ha focalizado en esto, peor es lo que pasaba con todos y sigue pasando. Si hubiera vivido estos últimos años, contento estaría, porque esto ha ido de mal en peor. Y ahora veremos, porque vuelve la izquierda, pero hereda una cantidad enorme de facturas para pagar y aparte la mala costumbre de que se hayan perdido las ediciones de libros, las contrataciones de artistas. Hubo un momento en que te encargaban un cartel y te lo pagaban, pero eso se acabó rápido. Ahora hemos vuelto a la época de Franco, todo es gratis. Siempre tienes encargos pero nadie tiene dinero. El mundo de la cultura está en manos de gente que sólo sabe lo que aprendió en la escuela.

Hablaba en los prolegómenos de la experiencia de amortajar a Ovidi Montllor...

Fue muy difícil. Nunca había amortajado a nadie, ni antes ni después.

¿Qué pasó aquella noche?

Estábamos en Alcoy y a mediodía nos llamaron avisando de que estaba muy mal. Cogimos el coche y nos fuimos y al llegar a su casa vimos que estaba llena de gente. Era un pisito de 60 o 70 metros y allí había 40 o 50 personas, con Ovidi muriéndose. Ovidi era un payaso actuando, pero era muy tímido y al ver todo esto, desalojamos a la gente hasta la mañana siguiente. Lo tapamos, apagamos la luz y al cabo de una hora dejó de respirar. Por la mañana, empezó a venir gente y luego se lo llevaron.

Estos días se ha homenajeado a Román de la Calle y vuelve Raimon... ¿Algo está cambiando?

Sí, sí. Se notará que hay un cambio en algunas cosas. Con Ovidi tiene que producirse también, porque todo lo que se ha hecho sobre él ha sido espontáneo, popular; en los estamentos oficiales aún no se ha notado. La gente que hay ahora no son enemigos y, si no son amigos, es gente que le tiene una cierta simpatía. Se notará con el tiempo.

¿Usted sigue trabajando al mismo ritmo?

Trabajo todas la noche, que es el tiempo más productivo. Por la tarde empiezo, pero atiendo visitas y alguna vez voy a alguna parte. Salgo, pero poco. A veces estoy dos meses sin bajar a Alcoy, de exposición a exposición, sobre todo cuando estoy concentrado. A mí me cunde el trabajo tras la cena, hasta las 6, las 7 o las 10 de la mañana. De todas formas, he de admitir que ahora, pintando muchas menos horas, produzco mucho más que antes. Poco a poco uno aprende.

Ahora trabaja en unos puentes de Alcoy bastante hiperrealistas con obras más «picantes»...

Hay temas que siempre están ahí, el erotismo, la mujer, el sexo. Muy interesante. Lo recomiendo a la gente, incluso practicarlo es algo fantástico. Después, temas que van surgiendo, uno lleva a otro. Cosas que pasan, con el tema político, pero yo no pienso que un puente sea político y una mujer sea sólo sexual. Todo participa de todo y todo tiene mucho encima. Sólo la mirada de una persona puede ser muy denunciadora y también cualquier objeto. Todo depende de lo que la persona que hace las cosas piensa.

Las series que ha ofrecido en estas décadas, como Pinteu Pintura, ¿cómo las contempla retrospectivamente?

Son épocas que tenían que pasar. Las más importantes son a partir de 1972 la América negra, porque definí el lenguaje más en el pop-art, un lenguaje que venía de Inglaterra y Estados Unidos y que los valencianos supimos aprovechar, con denuncia de cosas. Después la del Dólar fue extensa, más tarde Pinteu Pintura en la década de los ochenta; en los noventa, Vivace, con la ecología y el medio ambiente, y a partir de 2000, Sense Títol, referida a la pobreza y a los museos, como tinglados. Los museos también comportan una cierta denuncia, porque no es el contenedor que se ha pensado en el estudio y el desarrollo del ser humano, sino que se han fabricado museos espectaculares que han costado millonadas y son de cara al turismo, como si fueran terras míticas. Casi los mejores son los antiguos hospitales o mercados que se han rehabilitado. Todos los nuevos son de vidrio y no hay espacio para pintar cuadros y a veces tampoco hay cuadros. A veces piensas que hay museos que se han hecho más para los turistas que para la cultura. El Gugenheim es espectacular, pero te puedes preguntar si es un museo, pero como ahora estamos en el mundo del espectáculo y aquí lo que cuenta es hacer el indio...

¿La pirámide del Louvre la incluye en esta lista?

Hay cosas que están bien, que han sido muy discutidas en su momento, pero tampoco se pueden hacer igual que antes. Esta pirámide funciona bastante bien, ya que debajo es un gran distribuidor con una extensión enorme.

En cuanto a técnica, ¿ha habido una evolución?

Yo sigo desde los años setenta pintando en acrílico y siempre lo paso al mismo tiempo a obra gráfica, aguafuertes, litografías, serigrafías y gráfica digital en los últimos años, y también hay una parte de escultura. Es un complemento.

¿Hay algún país del mundo en el que no haya expuesto?

Seguramente, pero no los conozco todos. A veces, alguien me ha dicho «has expuesto en medio mundo» y yo contesto que en mundo y medio. Te choca mucho haberlo hecho en Corea y sitios así

¿Sigue vendiendo cuadros?

Sí, se venden menos, pero alguna cosa para ir tirando. Esta gran estafa, que no es una crisis, para lo que piensan y quieren lo han hecho muy bien: en el mundo cultural, entre el IVA y retenciones vendes una cosa y pagas la mitad de entrada, y las cosas tienen un coste. Un cuadro en sí no tiene un gran coste de material, pero el autor come y tiene que calentarse, y si se resfría no trabaja.

¿Ha pensado en reconvertir Sopalmo como museo y cobrar entrada?

No (entre risas), sería ruinoso. Además, sería complicado adaptarlo: no podríamos abrirlo al público porque haría falta mucha gente para controlar y sería muy costoso de mantener.

Por cierto, no quiero acabar la entrevista sin preguntarle por una de sus musas, la coreógrafa y bailarina Sol Picó...

Es una chica muy eficaz y que no para tampoco, como yo... si me tuviera que parecer a alguien, sería a Isabel-Clara Simó, con la que me identifico plenamente.

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