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«Los acuerdos se alcanzan cuando saltan las líneas rojas»

Pasqual Mollà. Miembro de la Ejecutiva de Compromís

«Los acuerdos se alcanzan cuando saltan las líneas rojas» fotos de Antonio Amorós

Gran negociador, estratega, ideólogo, cerebro de Compromís... ¿Con qué se queda usted?

Tampoco creo tener mucho mérito. Es verdad que a veces se dice que soy el estratega de Compromís, como si se hiciera lo que yo pienso o lo que yo digo. No es eso. A mí lo que sí me gusta es hablar mucho con la gente, y, con el tiempo, te vas dando cuenta de qué tendencia de opinión puede tener la gente con la que hablas. El acierto muchas veces es saber proponer aquello en lo que previamente sabes que hay un cierto consenso o una inquietud común. Por eso, lo de estratega lo vería más en ese sentido, en el sentido de hablar mucho con unos y con otros, con gente de aquí y gente que no es de aquí.

¿Cómo llega Compromís a estar donde está ahora?

El acierto de Compromís ha sido el estar en el momento oportuno con el discurso oportuno y las propuestas oportunas. Hay una consecuencia de un modelo que se ha perpetuado y ha ido acumulando errores y malas prácticas. El PP, al final, se había convertido en un paquidermo, y ahora que está cayendo sale de todo. Compromís ha sabido entrarle a ese paquidermo por sus puntos débiles. Hace unos días, me decían que los empresarios no nos iban a votar en la vida, pero que están tranquilos. Eso es lo que hacía falta, y Compromís ha sabido estar ahí. ¿Qué hemos hecho? Ir evidenciando las cosas e intentando abrir una esperanza. Compromís ha hecho mucho por trabajar los valores.

¿Ha sido más mérito de ustedes o demérito de los otros?

Ha sido un mérito nuestro, porque el demérito de los otros es lo que ha ido alimentando el bipartidismo durante mucho tiempo. No es la primera vez que ha habido un cambio político, pero el cambio político siempre se producía entre Cánovas y Sagasta. Lo normal es que cayera el PP y avanzara el PSOE, cayera el PSOE y avanzara el PP. Por eso, Compromís tiene mérito. No surge Compromís porque cae el PP, sino porque levanta ilusión, y para salir de ese esquema en el que las cosas se hacen porque no quieres que se haga lo otro.

En 1987, ya estuvo presente en las negociaciones con Lerma y Císcar, pero estos nueve meses han debido ser un máster. Elche, Consell, ahora Madrid... Más allá de la experiencia, ¿cuál es la clave en toda negociación?

A mí me gusta llegar a acuerdos. Se podrá llamar negociación a muchas cosas, pero, si no hay un acuerdo, no se puede hablar de negociación. Lo básico en este último periodo es que las circunstancias requerían acuerdos y Compromís ha estado siempre y sigue estando muy por los acuerdos. Hemos estado durante mucho tiempo criticando el bipartidismo y no queremos ser la otra parte del bipartidismo. El bipartidismo no llega a acuerdos, es la alternancia. El PSOE tiene mucha tendencia a decir: «Vamos a llegar a acuerdos, firmamos un papel, pero lo hacemos nosotros, y nos reunimos para hacer un seguimiento». Nosotros no lo vemos así. El papel va junto con quien lo hace, porque nosotros no queremos hacerlo en exclusiva, pero también queremos hacerlo. En Elche no tanto, pero a nivel de Comunidad Valenciana... Y a mí me da la impresión de que, además de otras cosas que no son nuestra manera de hacer, eso es lo que está pasando en Madrid. En particular, para Compromís, el acuerdo óptimo es el que recogiera lo de aquí, con PSOE, Podemos, nosotros e Izquierda Unidad o PNV, es decir, que se pueda formar ahí una mayoría con esos grupos.

Sin embargo, parece que en estos momentos el PSOE está más cerca de Ciudadanos...

Yo lo que creo es que con Ciudadanos hay algunos problemas. Por ejemplo, en Madrid, Ciudadanos está dando apoyo al Gobierno de Cristina Cifuentes. Pueden hablar de la situación de Andalucía, pero no es exactamente igual, porque en Andalucía se abstienen. Luego, nosotros tenemos nuestros planteamientos propios. Nos gustaría mucho que Podemos votara una investidura de Pedro Sánchez que llevara detrás un Gobierno de cambio. Precisamente Ciudadanos en la Diputación no ha favorecido un Gobierno de cambio cuando lo podía haber hecho. Luego, nosotros no vemos eso del nacionalismo igual que otros, pero sí que creemos que en España hay que destensar un poco la cuerda, y Ciudadanos es un partido muy beligerante. Nosotros no compartimos esa salida que se plantea desde Cataluña, pero tampoco compartimos la agresividad con la que se trata el tema. Hay que encontrar puntos de acuerdo, y no parece que Ciudadanos los vaya a querer encontrar.

Si se les planteara entrar en un Gobierno con C's, ¿tragarían?

Nosotros en un Gobierno con Ciudadanos no podríamos entrar. Un Gobierno ha de tener una fiabilidad. Si nosotros apostamos por un Gobierno de cambio, no podemos entrar en un Gobierno para al día siguiente estar ya discutiendo. Yo creo que no hay una opción real de Gobierno compartido entre PSOE y Ciudadanos. Otra cosa es que sobre la mesa sí que está que Ciudadanos pueda votar a favor de la investidura de Pedro Sánchez. De todos modos, no rechazamos la colaboración con Ciudadanos en absoluto. En Elche, por ejemplo, creemos que, si llegamos a acuerdos, deberían estar Ciudadanos y el Partido de Elche. A nosotros, por ejemplo, en el caso del Gobierno estatal, nos gustaría que hubiera una investidura de Pedro Sánchez con el acuerdo de Podemos y que hubiera Gobierno de coalición, y tenemos interés en que haya valencianos en ese Gobierno, no sólo ministros, sino en la Administración, por una razón muy simple: nosotros queremos demostrar que los valencianos, del norte, del centro o del sur, no somos corruptos. Nos parece muy injusto que, cuando en una televisión se habla de corrupción, se mire a Valencia, y que el ejemplo de la corrupción seamos nosotros.

Y valencianos también para lograr una mejora de la financiación autonómica...

Nosotros estamos por debajo de la media en lo que es el PIB per cápita y, sin embargo, somos una comunidad que aporta por encima. Claro, eso ha venido produciéndose así durante muchos años, y lo que se transfería no era suficiente para pagar educación, sanidad, los servicios sociales, que son las tres patas del Gobierno autonómico. Si ahí te ha estado faltando dinero y lo has estado sacando de otros sitios y encima hemos tenido una Administración que se ha dedicado a malversar, a malbaratar, a despilfarrar, al final el Gobierno autonómico acaba necesitando una inyección económica. No queremos imponer eso, queremos que lo entiendan, y, por eso, se lo estamos explicando a todo el mundo.

Ya, pero a veces con que lo entiendan no vale...

Por si no lo entienden, también estamos diciendo que ese un requisito para que nuestros votos estén. Nuestros votos no van a estar en ningún sitio donde no se tenga por lo menos la promesa de resolver ese tema. Va a ser un tema que, a lo mejor, no resuelve en toda la legislatura, pero tiene que empezar a notarse ya. Mónica [Oltra] está intentando resolver el tema de la dependencia y necesita dinero, y Marzà está viendo de quitar los barracones y necesita dinero. Es un mínimo. Y eso por no hablar del tren desde Alicante hasta Murcia. Esta zona ha estado siempre muy dejada.

¿Qué parte de culpa tenemos como sociedad por no haber sido capaces de pedir lo que tocaba?

Se han juntado varias cosas. Ha habido una idea que ha sido nefasta para nosotros, que es la del Levante feliz. Se ha trasladado la idea de que aquí vivíamos bien y que no cambiamos esto por nada, y hemos llegado a la situación actual. Luego, el himno ese de para ofrendar nuevas glorias a España yo creo que también ha hecho más mal que una «troná», como dicen, porque, a base de eso, los gobernantes nunca se han plantado de cara a Madrid, porque siempre han visto la relación en el sentido de que somos nosotros los que tenemos que ofrendarles. Nosotros no es que queramos pelearnos con nadie ni ser más que nadie, pero tampoco queremos ser menos. Y aquí, con el rollo ese, no ha habido nadie que se pusiera en su sitio, ni con unos ni con otros.

Y, como matemático, ¿le da la suma de los cuatro diputados para colar un ministro?

De manera proporcional, seguramente no. Si hay ministros de Compromís, estupendo, pero no es una cosa partidista. Hablamos de que haya valencianos, y que estén de ministros, de directores generales, en el Banco de España o el Instituto Cervantes. Queremos que haya personas de origen valenciano en esos sitios, y queremos hablar de esas personas también para que no sean personas que vayan a hacer algo que no toca. La sociedad valenciana está llena de personas honestas que podrían estar ahí, y que no son de Compromís, y que nos han votado o no, pero puede representarnos.

¿Cómo se explica esa tradicional ausencia de representación en determinados foros?

Yo creo que no ha habido voluntad de reivindicarse en esta Comunidad. Hay una tendencia a no salir de aquí. Ha faltado esa sana ambición de estar en otros sitios y de contar aquí y contar fuera de aquí. Ha pasado, y sigue pasando. Pasa en las organizaciones empresariales, en los sindicatos, en las confederaciones hidrográficas... Hay muy poca representación valenciana, y sobre todo de personas valencianas que estén aquí y piensen desde aquí. Es verdad que no hemos estado mal, pero, seguramente, a cuenta de pensar que no estábamos mal, hemos ido dejando cosas hasta que hemos llegado realmente a estar mal.

Compromís concurrió a las elecciones con Podemos; y decidieron marcharse al grupo mixto. ¿Qué lectura hacen del juego de Podemos?

Nosotros, de cara a la negociación, creo que es evidente que hemos tenido una actitud diferente a la que está teniendo Podemos. Quizás es por la cultura política, o por la necesidad. Ellos son muy nuevos. Si tú quieres un acuerdo, no pasa nada, no hay que pavonearse tanto. Por el hecho de decir que quiero un acuerdo, no voy a ser más débil. Nosotros hemos puesto fácil el decir que queremos un acuerdo claramente, y sentarnos a negociar. Hay una diferencia de actitud con Podemos. Ahora, particularmente pienso, y se lo he dicho al PSOE, que, cuando ellos dicen que los de Podemos no quieren hablar más que de sillas, que a ver si lo que va a pasar es que ellos se las quieren quedar todos. Pueden tener razón en que no queda del todo bien empezar planteando eso, pero lo que no queda nada bien es descalificar eso, porque lo que tú no quieres es compartir. Me parece peor no querer compartir que unas formas un poco discutibles de cómo plantearlo. Creo que Podemos ha tenido formas un poco discutibles de cómo plantear su participación en un Gobierno de cambio, pero en el PSOE es una cuestión de fondo, en el sentido de que lo que está haciendo es intentar no compartir con Podemos.

En cualquier negociación, hay que hacer renuncias, pero, ¿dónde están las líneas rojas?

Los periodos de negociaciones son una locura, porque hay muchas reuniones. Los partidos tienen sus órganos de dirección, sus fórmulas de consulta. Ahora en cinco minutos puedes hacer un referéndum telemático. En Iniciativa, pensamos que eso está bien, pero que también hay que hablar las cosas un poquito. Nosotros somos más partidarios de hacer reuniones, y en estos periodos hay miles de reuniones, y, al final, eso también va perfilando las ideas y las líneas rojas. De todos modos, aunque esto no quede muy bien, los acuerdos se alcanzan cuando saltan las líneas rojas. Uno pone la línea roja en un sitio y el otro la coloca en otro. Si tiene que ser así, ni nos juntamos. Yo envío el papel y el otro envía el suyo, y, si casan, ya no hace falta ni que nos juntemos, y, si no casan, nos vamos cada uno a su casa. Por eso, no me gusta hablar de líneas rojas.

Tiene la perspectiva local, autonómica y nacional. ¿En qué instancia es más duro?

Para que una negociación funcione, es bueno conocer a los interlocutores. Cuanto menos conoces a los interlocutores, más complicadas se vuelven las negociaciones. Las negociaciones incluso a veces son un ejercicio psicológico. Una de las primeras cosas que te pasan cuando vas a una negociación es un perfil de tus interlocutores. Se trata de tener una idea de con quién hablas, o las negociaciones las haría un ordenador.

Visto lo que está pasando en Alicante y lo que ha pasado en Elche, ¿cualquier tripartito siempre está condenado a la ruptura?

Yo creo que no. Esta inmediatez comunicativa que vivimos también agranda las cosas. Lo de Elche creo que se podría haber tratado mejor, y nosotros hemos jugado un papel muy bueno en el sentido de intentar que hubiera una cierta estabilidad, pero, para mí, tampoco ha sido un drama especial. Había un grado de tensión que era difícil mantener mucho tiempo. Nos ha sabido mal, porque creemos que ese grado de tensión se alimentaba más por un lado que por el otro, pero se alimentaba por los dos lados, y eso no es bueno. Lo de Alicante tampoco creo que haya sido tan dramático. Las personas discrepan y hay ejemplos de muchos gobiernos monocolores que han sucumbido a sus éxitos, porque las personas que los componían se han descompuesto. Por tanto, no es algo particular de los tripartitos. Estamos iniciando una etapa en la que este tipo de gobiernos, que se dan en muchos lugares de Europa, se van a ir convirtiendo en el pan nuestro de cada día. No obstante, eso requiere un rodaje, y es normal que en las primeras fases tenga problemas. Al PP en la Diputación le está pasando lo mismo con Ciudadanos.

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