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Más de corruptos

-Vaya, pues no es un tipo que se ponga nervioso, ni mucho menos.

-Así es. Recuerdo cuando subieron los nazis en tropel, en el año 45. No le tembló el pulso ni un instante. Los despachó al negociado de Satanás en cero coma, como se dice ahora.

-Así fue. Y mucho antes recordarás cómo indultó al pobre Galileo, que llegaba más quemado que el primo de Nerón.

-Sí. Y ni nos molestó con el asunto de Sodoma, él solito se encargó de distribuir a los sodomitas en destinos adecuados? uf, creo que aún están ardiendo.

-Sí, sí. Un tipo cabal y con recursos, en definitiva. Un todoterreno. Nadie mejor que él para guardar el cielo y hacer la selección de candidatos.

-¿Qué problema hay, pues?

-Pues que anteayer hubo un cataclismo. Había una cena de políticos en Valencia y de repente se cayó el techo. Yo creo que fue cosa de ese sujeto que no nos cae demasiado bien, ya sabes, el de los cuernos y el rabo? ése que no quiero ni nombrar.

-Es raro. Porque ese sujeto es íntimo de la mayoría de los políticos, de hecho hace algunos años montó allá abajo la Academia de Adiestramiento del Político Ideal, la AAPI, y ya sabes que de ella han salido insignes figuras de la política terrestre, especialmente española.

-¡¡¡Me vas a contar a mí!!! A Bárcenas le dieron el premio extraordinario de la primera promoción. Y el trabajo de fin de curso del año siguiente se titulaba: «Cómo trincar los ERES en Andalucía y que parezca un accidente».

-Sí, lo recuerdo. Era muy gracioso.

-Tanto como gracioso?

-Luego se doctoraron cum laude varias piezas de esa que pueblan la piel de toro. Recuerdo a un mentecato que le dio por aceptar trajes baratos y a un figura que montó una red de extorsión familiar en toda Cataluña, que debo mirar los registros, pero no estoy muy seguro de que aún no siga en funcionamiento.

-Te confieso que un día me acerqué a allá abajo a espiar, vestido con ese traje invisible que me regalaste hace algunos milenios.

-¿Con aquel con el que tan bien lo pasábamos con los egipcios? ¡No esperaba menos de ti!

-Sí, con ese. Pues te decía, bajé un día y estaba dando una clase un tipo muy taimado, recuerdo que no se quitaba las gafas de sol ni para dormir. Y explicaba, con dos co? con dos narices, su teoría. Creo que recuerdo sus palabras textuales.

-¡Quien será tu padre!

-Sí. Les decía: «Trincar por lo bajo no merece la pena. Sisar unos centenares de millones es mezquino, impropio de mentes brillantes. ¿O creéis que el bueno de Al Capone se hubiese contentado con la recaudación de un quiosco de prensa? ¡En modo alguno! A lo grande amigos, ¡a lo grande!»

-Vaya, ahí tenemos al Einstein del trinque.

-Y que lo digas. La tesis doctoral de ese santo varón se titulaba: «Cómo ganar todos los años a la lotería de Navidad y de remate construir un aeropuerto sin aviones para demostrar al pueblo lo listos que somos los políticos».

-¡Ele sus lereles!

-Así son, Pa. De este tenor.

-¿Pero qué me estabas contando que le pasaba a San Pedro?

-Pues te decía que han llegado una caterva de corruptos, que estaban reunidos repartiéndose el condumio y no sé quien ha hecho que se les haya caído el techo encima.

-Ese debe haber sido San Honesto, que últimamente esta rabiosillo.

-Claro, Pa. Le encargaste velar por la decencia y la honestidad y el pobre tiene menos éxito que Rajoy en un karaoke.

-Ya, pero no se puede ir tirando los techos encima de los corruptos. Ahora el problema lo tenemos nosotros.

-Bueno? tampoco del todo.

-Explícate JC, que te veo venir.

-Mira, Pa. San Honesto presentó el otro día su dimisión. En su escrito dice que a él le contratamos para vigilar a unas cuantas ovejas descarriadas, pero que esto se ha vuelto la Puerta del Sol en Nochevieja. Que ya no caben más devotos del cazo -así les llama, es muy bondadoso- en España, tanto que se han empezado a caer por Finisterre. Y que él no puede, sencillamente no puede.

-Pues vamos a ver qué hacemos ahora. Sin capataz allá abajo estos pueden intentar sobornarnos hasta a nosotros.

-Muy cierto. Por eso se me ha ocurrido una genialidad de las mías.

-Desembucha.

-El cielo de los corruptos.

-¿Perdón?

-Sí. Verás. Se trata de ese terreno baldío que tenemos en el cuarto escalón.

-Pero si allí no se pueden plantar ni nabos.

-Pues por eso. Tenemos un artista fallero en el purga nos reproduciría una especie de Las Vegas de cartón piedra. Y allí los alojamos a todos. Y les hacemos que se pasen la vida jugando a una especie de Monopoly, pero con algunos cambios: «Trincapoly».

-¿Trin? ca? po?ly?

-Sí. Se trata de cobrar comisiones, hacer circular sobornos, intercambiar mordidas, financiarse con dinero negro, usar tarjetas opacas, defraudar al fisco?

-Uf, el paraíso de los corruptos.

-¡Precisamente! Y allí los entretenemos, porque si los dejamos entrar en el cielo normal nos lo van a poner perdido.

-¡Cáspita, JC! ¡Qué brillantez! ¿Sabes lo que te digo? Que quizá podíamos poner eso en práctica en la propia tierra, antes de que lleguen aquí, y así dejarían al resto de los mortales en paz.

-¿Se te ocurre algún lugar, Pa?

-Pues creo que hay unos terrenos baldíos cerca de Castellón?

-¡Caramba, Pa! Has dado en la diana. ¿Sabes de quién son esas tierras?

-Me temo lo peor.

-Así es. ¡Del menda de las gafas de sol!

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