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¿Por qué sonríe la Mona Lisa?

Supongo que conoce el cuadro así llamado y que Leonardo da Vinci pintó en los inicios del siglo XVI

Yo he pensado que sería posible que nuestro gran pintor manchego y realista Antonio López podría pintar a una dama de la burguesía de cualquier pueblo o ciudad españolas. La pintaría con esa peculiar sonrisa y nosotros deberíamos decidir por qué sonríe.

Le sugiero algunas posibilidades y usted se queda con la que más le guste.

Seguro que no sonríe porque muchas hormigas le pican la planta de los pies y le hacen cosquillas.

Pero tal vez sonríe porque ha sido capaz de encontrar una aguja que había perdido en un pajar.

O lo hace porque algunas feministas aceptan y toleran que a muchas mujeres se las valore sólo como un objeto, un objeto bello, al que una sociedad machista paga y mucho por que estén guapas o lo aparenten y se exhiban en desfiles, pasarelas, anuncios o televisiones. Y el máximo sería cuando se les da un alto cargo en política, por ej. dirigir un ministerio, no por lo que valen, sino para alcanzar una cuota.

O sonríe porque ha adivinado lo que es alto y alto como un pino y pesa menos que un comino, sin duda el humo, o lo que es que cuanto más grande es menos se ve, refiriéndose a la oscuridad.

O se debe a que es capaz de entender la situación de muchos sindicalistas que se exhiben como ayudadores de los trabajadores, y sin embargo sólo ven el trabajo como una pesada carga de la que hay que liberarse pronto; de hecho hacen lo imposible para que los liberen de él, pretenden pasar a ser liberados sindicales y no trabajar nunca.

O sonríe porque ha visitado el paraíso y conoce a las huríes que les prometen a algunos terroristas para que, colocándose una cinta de explosivos, los hagan explotar y se autoinmolen.

Lo hace porque es capaz de encontrar a Wally en el dibujo.

O porque conoce a algunos sacerdotes que tienen claro eso de dejar que los niños se acerquen a mí, e incorporan algo más: y ya verán la mano que les meto.

O lo hace porque son amigas de gobernantes que se publicitan como el mejor camino para mejorar la vida de sus conciudadanos y se afanan exclusivamente por mejorar sólo la propia.

O porque conoce a muchos mentirosos y son chatos, a ninguno le creció mucho la nariz.

O tal vez porque ha sido capaz de descubrir cómo van a conseguir algunos el dinero que se precisaría para desarrollar o para aplicar sus promesas electorales.

O ha descubierto la línea que separa la información y la opinión en algunos periodistas.

Sonríe porque sabe el mecanismo por el que mejora y es una buena receta que permite recuperar la memoria al comer rabitos de pasas.

O su cara expresa su satisfacción porque se siente capaz y con fuerza para vender zapatos a las culebras.

O porque trastocada en jueza entiende por qué la justicia tiene una venda en los ojos, comprende todas sus sentencias y cómo los platillos de sus balanzas están en equilibrio.

También podría ser porque ve que muchos republicanos envían cartas a los reyes magos.

Tal vez porque ha sido capaz de aprender el nombre de las infinitas órdenes religiosas o sectas que pueblan la tierra cuando se supone que todas pretenden lo mismo.

O quizás porque conoce las razones por las que los ciudadanos han elegido a la «princesa del pueblo». O mantienen como referentes a una legión de famosillos cuyos valores permanecen opacos para el resto de los mortales.

Podría ser porque conoce lo que hay de verdad en la publicidad, o porque sube o baja, esto pocas veces, el recibo de la luz.

Tal vez sonríe porque le han dicho que le van a subir los salarios y bajar los impuestos.

O ha descubierto cómo cuadrar el círculo o entender la teoría de la relatividad.

O tal vez porque es capaz de descorchar una botella de champán sin verter una gota.

Y también sonríe porque conoce cuál es el secreto para cocinar una buena paella.

Sonríe porque entiende de la necesidad que tienen algunos para ir por la vida como buenos españoles e irse a vivir a Andorra, padecerlo como muy incómodo que les es, pero contarlo como si fuera magnifico.

Pero a mí, más que la enigmática sonrisa del cuadro me interesa su belleza, que me dice cuánto bello me rodea, y a veces ni lo aprecio. Me enseña a abrir los ojos y a disfrutar. Para sonreír la vida nos ofrece infinitas situaciones, mucho más importantes y menos burdas que las que de forma irónica hoy le comento, y alejarnos de los muchos que solo hablan para cantar ruinas, o de los quejicas que sólo se sienten bien cuando todo va mal. Abra los ojos a la vida, mire al interior de las personas, a su corazón, dirija su vista al cielo, o a la naturaleza. Si se para, encontrará mil razones para sonreír y su expresión más que enigmas hablará de felicidad, concédaselo.

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