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Derechos universales

-¿Qué te pasa, Pa? -Nada especial, JC. Aquí estoy, en la nube. Dándole vueltas

-Bueno, eso era antes... los buenos tiempos. Ahora, con el tema de los Derechos Universales, me he vuelto un blando.

-Tanto como blando...

-Un blando, ¡te lo digo yo!

-Hombre, un poco blandengue estuviste cuando yo pasé aquellos años allá abajo. Siempre creí que me ibas a mandar al séptimo de caballería para liberarme de las garras del tal Poncio Pilatos...

-Tú lo quisiste. Recuerdo tus palabras, como si fuesen ayer, de hecho para mí son de hace un ratito: «Pa, ni se te ocurra hacer de las tuyas y enviar a San Gabriel con el panzer de fuego. Que yo me las arreglo...»

-Sí, yo también lo recuerdo. Pero es que uno no sabe nunca lo que se va a encontrar, y con el cuerpo humano aquel que me prestaste, aquellos clavos dolían como cuando los judíos te cambiaron por el becerrito dorado.

-¡Eso ni me lo recuerdes! Que aún me enciendo y me entra un ataque de cólera que me dan ganas de enviar a los judíos a Palestina.

-Pero nos estamos desviando, Pa. Estabas dándole vueltas a no sé qué.

-Sí... Estos humanos, que se nos están yendo de las manos.

-Hace mucho tiempo de eso, Pa. Fue en el Renacimiento.

-¿El Renacimiento? Recuérdame...

-Sí; cuando acabamos la Edad Media.

-Ah... La Edad Media. Con lo bien que estábamos entonces... Cantos gregorianos, catedrales góticas, la Inquisición enviándonos herejes ya chamuscaditos, todos los fieles atentos los domingos a nuestros mensajes... ¡Cómo lo echo de menos!

-Sí, sí... Pero claro, eso no podía durar mucho. Ya sabes Pa, que el puño de hierro con los humanos no funciona igual que con los del planeta Términus, que llevan treinta milenios cantando salmos y casándose solo por la Iglesia.

-Ah... los Terminators... ¡santos varones!

-Bueno, tanto como santos... ya sabes que organizan excursiones al vecino satélite D´Angelus para refocilarse lejos de sus santas esposas.

-Minucias... Lo importante es el mantenimiento del vínculo. De por vida. ¡Así me gusta!

-Quizá. Pero allí fue de donde salió la sífilis, el SIDA y los siete males que se transmiten por el fornicio.

-¡JC! ¡Por el amor de mí!

-Las cosas son así, Pa.

-Pero hay formas y formas. Que soy tu padre. Y muy mayor.

-Te estás extraviando.

-Últimamente me pasa mucho. Voy a tener que sacar del purga a un alemán que me echó una maldición hace como un siglo...

-Al grano, Pa. Como diría un dermatólogo.

-Sí. Te decía que eso del Renacimiento fue mala cosa. De repente les dio a los humanos una ventolera de libertad y de autonomía y llegó un tal Pablo Iglesias...

-Pa. Eso fue mucho después. El tal Iglesias -deberíamos ir pensando en cambiarle el nombrecito- surgió cinco siglos después.

-¿Y qué son cinco siglos para nosotros, hijo mío?

-Sí, también es verdad. Es por puntualizar, Pa.

-Pues decía que surgieron esa manías de los Derechos Humanos, la Ilustración, el Racionalismo y el siglo de las luces. Y nos jorobaron pero bien.

-Sí... lo cierto es que fue todo un cambio. A partir de entonces se separaron las líneas de la religión y la ciencia, de lo divino y lo humano, como si fueran dos ventanillas diferentes. Y hasta hoy.

-Así les ha ido. Fíjate: Marx -Carlos, no Groucho, con el que me parto el bazo- la Revolución Francesa, el comunismo en Rusia, la ola de ateísmo, los hippies del 68, esos tipos de Podemos... ¡Un puro desastre!

-Quizá, Pa. Pero es lo que ellos han elegido.

-¿Pero es que tú crees que están en condiciones de elegir? ¿Qué esos especímenes saben lo que realmente quieren? ¿No has visto los resultados de las últimas elecciones en España?

-Lo que quieren, Pa. Los hicimos así. Ahora no valen las lamentaciones. Haber escogido modo primate limitado.

-Bueno, muchos se han quedado en eso.

-Ese es otro tema. No haber inventado la televisión ni la Logse.

-Jo, JC. Estás más borde que de costumbre. ¿Sabes? El que lo ha resuelto mucho mejor es el vecino... El del cielo de aquí al lado.

-¿Te refieres a quien yo estoy pensando y que ni yo me atrevo a mencionar?

-Al mismo. Su pueblo no ha tenido el siglo de las luces ni zarandajas de esas. Y ahí siguen, con todo mezclado, las leyes divinas, las humanas, los velos, y los líderes religiosos, que cuando hablan sube el pan.

-No estás hablando en serio...

-Bueno, JC... algo de bueno tiene el asunto. Al menos habla con su rebaño cuatro veces al día, y suben muchos ilusionados, creyendo que ahí al lado atan los perros con longaniza.

-Te lo he dicho varias veces: Deberíamos hacer algo al respecto.

-No se me ocurre, francamente.

-Menos mal que está aquí tu padre para resolver todos los problemas universales. En fin... Veamos. Hemos de mandar allí abajo un tipo que aglutine a todos los fieles de quien ya sabes y los convenza de que ya es hora de abandonar los rezos y los burkas y pasarse al lado luminoso de la fuerza.

- Uf, Pa. ¿Y en quién has pensado?

-No creas que es fácil, no. Pero creo que lo tengo. Un tipo capaz de convencer a los españoles de que las tarjetas de crédito servían para financiar ONG, de que las cajas de ahorro eran instrumentos de redistribución social y de que el fondo monetario internacional elegía bien a sus directivos.

-¿Y quién es ese santo varón?

-Rato.

-Espero.

-No, que se llama Rato; Rodrigo Rato.

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