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Las enfermedades y la vida sexual

Sin duda las relaciones sexuales son un ingrediente importante en nuestra forma de vivir

Pero aunque hubo un tiempo que se estimaba la homosexualidad como enfermedad, hoy ya no. Se acepta la homosexualidad como una variante más en esa relación; se habla de estados intersexuales y se reconoce el sexo neutro, etc. Los hay que permanecen célibes muchos años, otros son promiscuos. Por otra parte el concepto de infidelidad es cada vez más laxo, de hecho se creía que solo el varón era el infiel, y hoy sabemos que no es así.

¿Qué define el sexo? Se consideraba macho o varón al portador de testículos y hembra la portadora de ovarios. Y ellas venían condicionadas por la herencia de determinados cromosomas: el hombre recibía de sus padres un X y un Y; la mujer, dos X. Hoy sabemos que no son los cromosomas sino algún gen localizado en ellos el que define el sexo. El tema es complejo. Algunos nacen con cromosomas XX e XY, son hermafroditas. Otros nacen con hipo o disfunción de los genitales y es difícil definir su sexo. Seguro que recuerda algún caso del pasado, alguien al que llamaban al ejército y era mujer, sus genitales externos ambiguos habían llevado a registrarlos con una identidad sexual errónea.

En nuestro mundo encontramos muchas variedades en la forma sexual de relacionarse, y en los conceptos de pareja y familia; así, hay familias monoparentales, otros niños conviven con varios padres o madres, etc.

La presencia de una enfermedad puede alterar la vida sexual, y hoy reflexiono sobre ello. Sabemos que algunas enfermedades acondicionan o enredan en la vida sexual: exigen un periodo de reposo para el coito, por ej. el haber sufrido un infarto de miocardio reciente, o que exigen precauciones para evitar su transmisión, por ej. el uso de preservativos, etc. Así sucede con el VIH u otras de transmisión sexual. La lista es bastante amplia, y entre las principales se encuentran, además del sida, la gonococia, papiloma, condilomas o clamidias.

Entiendo que puede haber algunos lectores que se interesen por el tema, bien porque les concierne a ellos mismo o porque conocen a personas a las que les sucede. Así, me ocupo de la relación entre enfermedad y vida sexual.

Empiezo por las enfermedades agudas. Muchas enfermedades pueden afectar a esa relación. Desde las que causan dolores, tristeza, fiebre, o cansancio. Es conocida la historieta de que cuando la mujer no quiere realizar el coito dice: ahora no, me duele la cabeza. Fuera de bromas, el sexo lo vivimos como algo placentero, pero debemos sentirnos bien para disfrutarlo. Muchas veces identificamos el sexo con la penetración, con el coito, y en realidad es mucho más amplio; lo son los abrazos, caricias, besos, incluso las muestras de ternura. Son muchas menos las enfermedades que limitan que gocemos de estas formas de relación. Es cierto que algunas enfermedades agudas alteran directamente la penetración: Algunos hombres tienen una eyaculación precoz, otros una importante fimosis, o una vez que el pene, el pito o la pirula se les endereza y se carga de sangre, se pone tieso, no se relaja y se mantiene tenso, es lo que llamamos priapismo, y a otros, por el contrario no se les pone duro, no se les llena de sangre, padecen lo que llamamos impotencia sexual. Infección en genitales como la sífilis o la gonorrea o blenorragia, las mujeres canal vaginal estrecho, presencia de quistes en los testículos o en una estructura vecina, los cordones espermáticos. etc..e incluso infecciones en la vagina, uretra o incluso en la vejiga de la orina (cistitis). Es cierto que algunas enfermedades orgánicas causan disfunción en la penetración, pero la mayoría de las veces es el psiquismo el que nos acarrea los problemas: ansiedad, temor a «no estar a la altura», exigirnos un numero alto de penetraciones, etc.. depresión?

De igual manera algunas enfermedades crónicas pueden alterar la vida sexual por muchos mecanismos. En general porque afecten a las vías nerviosas implicadas en la realización del acto sexual (neuropatía, especialmente en los diabéticos, o por tumores), por las propias molestias relacionadas con la enfermedad: tener dolor, rigidez, estar paralitico o cansado, deprimido o con estrés. Ello los condiciona en general un menor interés por el sexo o no disfrutar con él como antes lo hacían.

En todos los casos es importante que los especialistas, habitualmente urólogos, ginecólogos o psico neurólogos verifiquen si una enfermedad altera esa función orgánica, ocasiona un trastorno daño funcional que limita su actividad sexual y en qué medida. En el momento presente existen muchos abordajes terapéuticos de ese problema que son eficaces. Usted conoce bien la viagra masculina o pastilla azul, que activa el deseo sexual, y se comercializa ahora la viagra rosa para conseguir eso mismo en la mujer.

Cómo mejorar nuestra vida sexual. Si conoce alguna persona con este problema, le hago unas sugerencias que pueden serle útiles: debe plantear la actividad sexual para el día o los momentos del día en que se encuentre más pletórico; importa eliminar el alcohol y el tabaco y alejar esa actividad de las comidas. Debe asegurarse de que está descansado y relajado. Si lo precisa debe tomar sus cautelas, tomar los analgésicos, relajantes, viagra, etc, que precise y antes de iniciar la actividad sexual. No olvide que el confort del lugar puede ayudarle. Busque posiciones cómodas. Si lo precisa use lubricantes y siempre hable de ello con su pareja.

Un estudio reciente de la universidad de Leiden analiza la situación de las enfermedades respiratorias en este tema. Se ha demostrado que enfermos con broncopatía crónica tenían más problemas físicos que afectan negativamente el deseo sexual, tienen disminuida la excitación y la modulación, también les condiciona una baja autoestima y consideran a su pareja menos atractiva que antes. Los enfermos asmáticos tenían más problemas físicos que interferían la relación.

El sexo es mucho más que el coito. Debe recordar que la actividad sexual es algo más que el coito o la penetración. La ternura, las caricias, los abrazos o besos son importantes, y muchas veces estos están a nuestro alcance y los usamos poco. Una enfermedad que daña las vías nerviosas implicadas en el acto sexual no debe impedir el mantener o incluso incrementar esas actividades.

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