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Así es el nuevo invierno

Efectos del nuevo clima

El calentamiento global convierte la estación fría en un adelanto de la primavera

Efectos del nuevo clima JANA MARCO / Miguel Ángel Andrés

El 2015 ha sido el año más caluroso desde que se tienen registros. Lo acaba de confirmar la Organización Meteorológica Mundial (OMM), portavoz de Naciones Unidas en asuntos de tiempo, clima y agua y considerado el «ministerio internacional» de la climatología por los expertos. Ha sido además un año el que la temperatura media ha sido un grado superior a la del periodo preindustrial, lo que sitúa a la humanidad en el límite de los umbrales de emergencia que marcan los especialistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Un grado más en la temperatura media significa consecuencias impredecibles; dos, consecuencias catastróficas.

Esta declaración se produce un mes después de que los líderes de las potencias mundiales volviesen a reunirse para buscar un acuerdo que permita la reducción drástica de las emisiones que están acelerando de forma vertiginosa el calentamiento del planeta. Mientras el problema se agudiza, la toma de medidas «va a llegar tarde», como señala el climatólogo voluntario del IPCC Jonathan Gómez: «China dijo en la cumbre que no reducirá sus emisiones hasta 2030, otras potencias marcaron 2024... Y mientras cada año se bate el récord de concentración de partículas de efecto invernadero en la atmósfera», lamenta el climatólogo.

Fuera de las gestiones diplomáticas, las cifras de la OMM son tozudas y dan la razón a los científicos: 15 de los 16 años más cálidos desde que hay registros de temperatura pertenecen a este siglo XXI. Y lejos de la normalidad acondicionada de las ciudades, muchos seres vivos empiezan a moverse y a mandar un mensaje evidente que se suma al de los termómetros que marcan temperaturas de primavera en pleno invierno.

«Es indudable que en las últimas décadas los inviernos son cada vez más cálidos y menos fríos. En la Península Ibérica, la temperatura del trimestre invernal ha subido un promedio de 1.1ºC en los últimos 100 años», asegura el director delegado de la Agencia Estatal de Meteorología en la Comunidad Valenciana, José Ángel Núñez, quien considera además que estos datos son «coherentes» con las estimaciones realizadas por los expertos de las Naciones Unidas que estudian el cambio climático.

Repasamos qué está pasando en el territorio de la provincia en este tipo de invierno «del que nos anuncia el cambio climático», según el climatólogo Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.

Finales de enero. Máximas de 17 grados en la provincia. El invierno se asemeja al extremadamente cálido trimestre invernal de 1956. La diferencia entre ambos es que lo que en un invierno «clásico» como aquel era una «anomalía» se está convirtiendo ahora en «normal».

Gómez, quien también se postula a presidir el Colegio de Geógrafos de España, cree que lo que estamos viviendo este año «puede ser la norma del nuevo invierno». No obstante, matiza que el calor que estamos experimentando en todo el continente es acción de las «teleconexiones meteorológicas» que agregan los efectos de la falta de viento en el Pacífico, lo que se conoce como El Niño, al comportamiento atmosférico en nuestra zona. «Quizá los efectos de El Niño hayan sido tan intensos estos años por la acción conjunta con el calentamiento global», declara, aunque admite que la comunidad científica no tiene datos concluyentes que vinculen ambos fenómenos. «Lo que está claro es que el número de días fríos en la península ha disminuido muchísimo», apunta. Olcina, por su parte, asegura que El Niño -un fenómeno antiguo como el mundo que bautizaron en la época de los conquistadores españoles- altera toda la circulación de la atmósfera y produce una subida de temperatura suplementaria.

Los climatólogos hacen un recorrido por la geografía buscando ejemplos de este invierno templado. «Navacerrada sin nieve, Sierra Nevada cerrada hasta hace 15 días, temperaturas de 20 grados en Segovia en enero» o «paseos en coche por el interior de los embalses de Entrepeñas y Buendía», toma de cabecera del Tajo-Segura, cuando «debería haber 20 metros de agua sobre mi cabeza», cuenta Gómez.

Y en Alicante paisajes secos, sin nieve en el interior, donde sobreviven la vegetación y las hojas de los árboles. Hábitats donde se ha detectado la llegada de aves propias de la primavera o del verano por las altas temperaturas. Lo que el ornitólogo Elías Gomis y sus compañeros observan en las lagunas de El Hondo de Elche puede ser un preludio de lo que preconizan los investigadores: «Con un incremento de tres grados, en 80 años la mayoría de las especies de aves se habrá desplazado 500 kilómetros hacia el norte. El abejaruco, que se mueve entre el norte de África y la península, encontraría su hábitat en el Báltico. Las especies de esa latitud no tendrán donde migrar; se adaptarían al calor o desaparecerán» explica Gomis, citando un informe de la Universidad de Cambridge recién publicado.

Otros expertos locales, como Óscar Aldeguer, ingeniero técnico agrícola y ornitólogo, y Jana Marco, integrante del comité editor del Anuario Ornitológico de la Comunidad Valenciana, confirman la presencia en el citado parque natural de algunos individuos de especies estivales: golondrina común, golondrina daurica, el avión común o el vencejo.

Están sobrevolando los humedales seis meses antes de tiempo. ¿Por qué? Aldeguer y Marco tienen claro que el paulatino aumento de las temperaturas está permitiendo la presencia de las especies de insectos de las que se alimentan. «Las golondrinas no se quedan porque haga calor, ni se van porque haga frío, sino según haya o no alimento. Ellas son capaces de soportar temperaturas frías, pero sus presas, los insectos, no. Por ello, los cálidos inviernos que tenemos en nuestra latitud, permiten la presencia de sus presas potenciales, y por tanto ellas también deciden quedarse. Es un viaje -migración- que se ahorran las aves», explicaron los ornitólogos.

En la provincia hay otras especies propias del verano que migran al sur con la llegada del invierno. O migraban: Garcillas cangrejeras, avetorillos, el torcecuello y el autillo se están dejando ver estos últimos inviernos en El Hondo e incluso en medio de parques urbanos.

Pese a que consideran que su presencia es inocua, «ahondando un poco en el plano más científico, su presencia, si en los años venideros fuera en aumento, sería indicadora de un cambio, cuyos efectos pueden ser no tan positivos», alertaron los ornitólogos.

La pervivencia de los insectos no es la única señal inequívoca de que el aumento de temperaturas está alterando el ciclo vegetativo. «Estamos viviendo un "invierno otoñal", marcado, además de por las altas temperaturas, por la falta de lluvia», explica desde Asaja su presidente, Eladio Aniorte. El calor está alterando toda la campaña de hortalizas e impactando en los frutales de manera definitiva. La organización agraria lleva todo el mes de diciembre alertando del bajo calibre de los productos, que nacen antes de tiempo, y de las consecuencias económicas de esta menor calidad y el solapamiento entre cultivos. Desde la Unió de Llauraors apuntan que este invierno los precios de la alcachofa han caído más de un 30%, mientras que la col y la lechuga han perdido un 50 y un 30% respectivamente.

Las altas temperaturas pueden hacer que otros productos agrícolas sean también «sietemesino», como los frutales de hueso. Es lo que están detectando los trabajadores de la cooperativa agrícola de Callosa d'En Sarrià: níspero maduro en pleno mes de diciembre, que se puede recoger un mes antes de que llegue su momento según el calendario. Y la cereza, típica de las comarcas de montaña, «difícilmente va a recibir las mil horas de frío que necesita» este año, lo que afectará a su rentabilidad, según el agricultor y portavoz en asuntos de agua de la Unió Ernest Blasco.

Ni frío ni calor es lo que están experimentando los almendros, un árbol de hoja caduca que siempre ha sido heraldo del fin del invierno en el interior, ya que en la costa «suele florecer antes», en palabras de Blasco. Este año se están viendo árboles de este tipo «con hoja y flor a la vez»: el calor impide que se caiga la hoja y a la vez acelera la floración. Para Blasco la comparación de este fenómeno con un prepúber que sufre alopecia es afortunada.

¿Qué auguran estas alteraciones? En Asaja pronostican que la acción conjunta de la falta de agua y el incremento de las temperaturas medias «pueden originar un proceso de erosión, desertificación y posterior abandono de tierras de cultivo» en Alicante. Encaja con la tesis general de que el calentamiento generará la migración de muchas especies animales y vegetales hacia el norte: «Especies autóctonas como el olivo, el almendro o el algarrobo van a desaparecer porque el clima no va a permitir su desarrollo», considera el portavoz de la Unió.

Transcurrida media temporada los, los agricultores prefieren que se mantenga el calor a que lleguen heladas repentinas que «acaben con toda la producción», como apunta Aniorte.

Su temor está fundado. El desajuste atmosférico en el hemisferio norte -el mismo que ha mantenido cultivables hasta hace pocos días los campos centroeuropeos y ha hundido por tanto las exportaciones de verdura alicantinas al continente- vivirá un proceso compensatorio de temperaturas. Olcina cree que «lo lógico es que la autorregulación de la atmósfera traiga un invierno tardío» y que haya «una irrupción de aire frío» que va a ser perjudicial para el campo.

Desde la universidad y con los datos en la mano, el climatólogo asegura que «estamos teniendo un invierno como el que tendríamos en un escenario de cambio climático de aquí a finales de siglo, si se confirma la subida de 2º C prevista por el IPCC».

Artificial y adaptable, la vida en las ciudades transcurre casi al margen de estos procesos que están modificando el campo. Pero las altas temperaturas también están trastocando algunos aspectos de la vida social y su economía terciaria.

En el aspecto sanitario, algunos alergólogos y neumólogos han empezado a mostrar preocupación por el aumento de ingresos hospitalarios por motivos respiratorios.

Hay además consecuencias económicas en el pequeño comercio. El secretario de las tiendas de proximidad de la provincia asociadas en Facpyme, Francisco Rovira, señala que la «malísima» temporada para el textil ha obligado a los comerciantes a acumular stock de prendas de abrigo. «Esto va provocar cambios en los hábitos de compra de los comerciantes», asegura, ya que los vendedores optarán por no arriesgar adquiriendo artículos que no tienen salida y deben ser rebajados a la mitad para darles salida en las rebajas. «El comerciante se da cuenta de que el abrigo es una prenda que va a tener salida en la montaña, pero no en la zona de costa y dejará de hacer esa inversión tan importante», declara Rovira.

Hoy el calentamiento global es un paseo en manga corta por el Postiguet en invierno, pero mientras avancen los síntomas las poblaciones deberán convivir con consecuencias más preocupantes. Como la sequía, endémica en esta zona y ligada en todas partes a las altas temperaturas. «Es un problema que deberíamos empezar a prevenir ya, con campañas de ahorro en enero y no en agosto», alerta Gómez.

Los efectos del calentamiento del planeta son perceptibles en esta provincia que ocupa menos del 1% del territorio de la Península Ibérica: un aumento de más de un grado de la temperatura en invierno en pocos decenios. Porque el proceso natural de aumento o descenso de temperaturas ha alcanzado en apenas 100 años los valores que tarda en alcanzar varios siglos gracias a la acción del hombre, la polución continuada de la atmósfera que se ha ocultado como efecto colateral del «crecimiento».

Se ha cruzado la primera barrera. «Si se cumplen los compromisos contraídos durante las negociaciones sobre el cambio climático en París y se establecen niveles de reducción de las emisiones más ambiciosos, todavía tenemos la posibilidad de atenernos al límite máximo de 2ºC», declaró el secretario general de la OMM, Petteri Taalas, el mismo día que se publicó su certificación de 2015 como el año de mayor calor.

Pero mientras los gobiernos tratan de preservar el aire sin perder el oro, el planeta reacciona ajustando su ritmo a las nuevas condiciones. Las especies más capaces ya se están adaptando.

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