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El bebé de Bescansa y el gol del mendigo

Área de descanso, semana y media

El bebé de Bescansa y el gol del mendigo

Lunes

LA CRIATURA

La fórmula ideada en Cataluña para eludir nuevas elecciones posee todos los matices de un incomprensible garabato de Tapies: la CUP ha aceptado licuarse a cambio de transigir con un sucedáneo de Mas. Si Yahvé pudo descansar al séptimo día, la tarea del nuevo gobierno no finalizará hasta dentro de dieciocho meses, el plazo previsto para la constitución de la república catalana. Prescindiendo de que todos sabemos que esto no va a ocurrir, conviene detenerse en los fundamentos éticos de una decisión tan histórica como los pronunciamientos de Maciá y Companys. El nuevo presidente es una fuente inagotable de indicios por aquello de que la épica rimbombante y el nacionalismo lírico siempre han congeniado. La piedra angular de su pensamiento es la frase «los invasores serán expulsados de Cataluña como lo fueron de Bélgica». Al margen de que ningún belga sabría a quién se refiere, Puigdemont está mentando entre otros muchos a los abuelos de Antonio Baños, el líder independentista de la CUP, que eran de Murcia. No es un chascarrillo envuelto en retórica pomposa, sino la esencia del provincianismo nacionalista: llamar invasora a la propia abuela.

Martes

LOS PRECEDENTES

Sería anómalo que el abogado de la infanta Cristina citara como precedente favorable la «doctrina Luis Candelas» y no la «doctrina Botín», entre otras cosas porque ningún magistrado del Tribunal Supremo va a afanarse por hallar resquicio legal alguno para acusados de medio pelaje. A presuntos truhanes de alcurnia les corresponde jurisprudencia de abolengo similar y, no nos engañemos, la mitad de la plantilla del Barcelona ha distraído más dinero que la infanta y sin embargo continúa paseando esteladas por los goleados campos de España entre vítores de sus hinchas extranjeros. El interés del juicio es marujón y, tangencialmente, político en la medida en que las hermanas de los reyes tienen que ser noticia en papel cuché y no timbrado. No alcanza a bochorno dinástico, aunque se le aproxime, y tampoco degenerará en una crisis de régimen, pero sí es un recordatorio de que la guillotina contemporánea del escrutinio público y la ejemplaridad con cuentagotas alcanza a casi todos. Porque sigue habiendo intocables con «doctrinas» a la carta.

Miércoles

LA TETA Y LA LUNA

La apertura del Congreso ha aclarado dos cosas. En primer lugar, que difícilmente es viable un gobierno de coalición ante la amenaza objetivamente grave de secesión en Cataluña si los concernidos ni siquiera son capaces de ponerse de acuerdo acerca de cómo se han puesto de acuerdo para constituir la mesa del Congreso. Pedro Sánchez ha sido especialmente patético negando el pacto tácito que Rivera no tenía empacho en admitir a unos metros. En segundo lugar, Podemos ha iniciado su programa de actuaciones sin concesiones a la solemnidad institucional, que era lo previsible en un producto del marketing televisivo que se agota en ocurrencias destinadas a «épater le bourgeois», sea con tirabuzones robustos como barricadas, bandas de música, diputadas lactantes o discursos de toma de posesión que no mejoraría un concursante de «Pasapalabra» cuando le preguntan qué piensa hacer con el dinero. La expresión mal disimulada de algunos diputados socialistas era la de quien duda que desalojar al PP compense tener que compartir consejo de ministros con el bebé de Bescansa.

Jueves

EL GOL DE DISNEY

En la insuperable mamarrachada del otro día organizada por la FIFA para premiar a los futbolistas designados por los patrocinadores también hubo lugar para el gesto entrañable. Competían por el premio al mejor gol del año Messi, Neymar y un desconocido brasileño que hace unos meses atrapó un remate acrobático jugando en cuarta división. Ha habido docenas de goles mejores que los tres seleccionados, pero interesaba confrontar a dos de los príncipes publicitarios con un mendigo para impulsar la parábola de la perseverancia humilde que clausura el patito feo zampándose unas perdices. Ganó el mendigo por aquello de la mercadotecnia y todos los maniquíes, enjoyados como Isabel II en Westminster y con esmóquines tuneados por una geisha, aplaudieron el lacrimógeno cuento de hadas. Hoy, el premiado sigue jugando en cuarta división, aunque con su eterno minuto de gloria, y la «troupe» de privilegiados ha vuelto a sus ocupaciones habituales de simular penaltis o cometerlos sin castigo y renegociar contratos que juraron respetar. Eso sí es comer perdices.

Viernes

GAMBITO DE REY

Mientras los esfuerzos del PSOE por no ser confundido con el PP amenazan con lograr que deje de parecerse a sí mismo (el penúltimo extravío de este sonambulismo llamado «tercera vía» ha sido regalar grupo parlamentario en el Senado a Esquerra y pujolistas terminales), el PP acumula a su congénita falta de vigor las secuelas psicológicas de quien se acuesta con mayoría absoluta y despierta debajo de un puente. Tras veinte días de melancólica incredulidad, la conclusión de las eminencias en funciones es que necesitan seducir al PSOE para sortear la investidura. La aritmética con sangre entra y la consigna de los antiguos apóstoles de «la Constitución no se toca» ahora es la reforma constitucional. Podían haberlo anunciado Rajoy en el cónclave de su partido o la secretaria general tras la sesión de apertura del Congreso, pero esto habría sido excesivamente brioso. No, el encargado de insinuar una vaporosa reforma ha sido el florentino (por el palco del Bernabéu) García Margallo ¡durante la presentación de un libro sobre política exterior! Por cierto, el rey espera que alguien le diga qué tiene que hacer.

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