Vaya, Paquito, boludo, creo que no nos has entendido.
Por entre estas nubes lleva JC un buen rato partiéndose el bazo de risa. Casi llorando me ha venido a decir:
-Pues mira que si yo hubiera dado un puñetazo a todos los que se han metido con mamá?
Tiene razón mi hijo. Con Mari se han ensañado, y nunca hemos dicho nada. Si acaso yo, cuando no he podido más, he enviado algún tsunami, un par de erupciones volcánicas y al gobierno de Zapatero, pero de puñetazos? ¡ni uno!
Y es que la paciencia es una virtud de Dioses.
Ay Paco, Ay Paco? Qué prontito te impacientas. Luego te veo reuniéndote con Mesi y la selección argentina de fútbol -no sé yo a santo de qué, pero no seremos nosotros los que te prohibamos que te diviertas a tu manera- tan contentito, y no te reconozco.
Te confieso que nos gustaron mucho tus inicios. Eso de tolerancia cero a los pederastas nos impactó. Y aquello de «Para ser buen católico no es necesario tener hijos como conejos». Me lo dijo JC:
-Papá, esta vez Palomo ha dado en la diana.
Lo cierto es que últimamente estábamos un poco tensos con las decisiones de Palomo. Entre su elección del tal Benedicto, un elemento más antiguo que la zarza ardiendo, y que fue él quien nos recomendó a Mariano Rajoy: «Este va a bajar los impuestos y a arreglar el desbarajuste de las autonomías que hay montado allá abajo», el pobre Palomo andaba en la cuerda floja. Y ahora parecía que se había redimido con la designación de Paco:
-Es argentino, le gusta el fútbol y ha tenido novia de joven. Este no nos fallará. Además es canchero, y con ganas de pelea. Veréis como la lía en el Vati.
La verdad es que JC me ha ido convenciendo a lo largo de los siglos, poco a poco, lo reconozco, porque yo soy muy terco.
-Mira Pa -cuando se pone trascendente JC se come siempre alguna sílaba- esto del Vaticano no es lo que yo fundé. Pedro era más humilde que el esparto y le gustaba menos el lujo que a Rajoy Esperanza Aguirre. Ese era el plan, una pandilla de bohemios, en plan haz el amor y no la guerra, unos cigarritos de María y buen rollo entre hermanos con sabor cubano. Pero cá. Al poco comenzaron los fastos. Que un cáliz de oro por aquí, que ahora construimos una catedral en la que caben seis pueblos, que recalificamos unos terrenitos y edificamos el Vaticano, con más lujos que la casa de Poncio Pilatos, que si viajamos en papamóvil? Esto no es lo que yo quería, Pa.
-Cierto hijo. Además en medio nos cuelan de rondón el tema de la infalibilidad papal, como si se hubieran convertido en doña Rogelia y hablara yo por su boca. Tiene bemoles la cosa?
-Sí, y el asunto del celibato, que no sé de donde se lo sacaron. ¿Qué no entenderían estos tipos de aquello de «creced y multiplicaos»?
-O de lo de «amaos los unos a los otros». Que ahí estuviste sembrado.
-A mí lo que me subleva es el tema de las mujeres. Ya sabes que yo tenía debilidad por Magda. Sí, Pa, no me mires así? Pero es que estos insensatos han relegado a las mujeres al papel de chachas. Por ser mujer no puedes aspirar más que a cuidar enfermos, enseñar a leer a los niños y quitar las telarañas de la capilla Sixtina. ¡Tengo unas ganas de ver a una mujer cardenala!
-Además esta sensación no solo la tenemos nosotros. Los asistentes más jóvenes a las iglesias nacieron cuando destetaron a Galileo. Nos vamos a quedar en cuadro. Buda se está relamiendo.
-Y no digamos Alá, que no hace más que reclutar chavalines.
-Esto exige cambios severos, Pa. Estamos en Defcon IV.
-Así es JC. Lo he comentado con Palomo. Y lo tenemos decidido. Hay un sujeto al que además el apellido le cae que ni pintado. Revolucionario, con labia, un punto alocado y demagogo hasta decir basta? no sé a quien me recuerda. Un buen corte de pelo, una manicura, una botella de Agua Brava, una sotana de Armani y nos hacemos con todo el mercado.
-¿Quién es ese santo varón Pa? ¿Cómo se llama?
-Iglesias, hijo. Pablo Iglesias.
