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La fe en las pruebas diagnósticas

¿Las usamos adecuadamente o abusamos de ellas. ¿A veces hay tanta fe en las pruebas que los enfermos las demandan ante cualquier pequeña molestia. Por ejemplo: Al primer dolor de cabeza, que sugiere una cefalea de tensión, por el estrés, solicitan que se les haga un TAC, o bien acuden a consulta con los resultados de algunas de ellas previamente realizadas porque conocen algún amigo o familiar, un trabajador de un centro sanitario que se las ha hecho. Estas actuaciones son contraproducentes. Recuerde que existe el síndrome del recomendado: algunos enfermos se perjudican en vez de beneficiarse al no seguir los caminos o vías regulares.

¿Cuándo y cómo hacerlas? Las pruebas deben indicarse tras haber completado la historia clínica y la exploración física del enfermo, esa solicitud debe hacerla una persona experta y todas ellas deben realizarse de forma ordenada, secuencial, unas antes que otras y tras haber elaborado un juicio diagnóstico, es decir tras sospechar que se padece una determinada enfermedad; todo ello es importante para que sean eficaces.

¿Qué nos aportan? Es cierto que amplían la información, y pueden ser un procedimiento de mucha ayuda en identificar el o los padecimientos de ese enfermo. Eso puede ser mucho, pero lo que pueden aportar es muy variable.

¿En qué consisten? Las pruebas son de muy diferente tipo. Por ejemplo: Nos permiten valorar las células del sujeto bien sea en la sangre o en los tejidos mediante punciones o biopsias. Estas pueden hacerse de cualquier órgano, por dentro del organismo que esté, y con exactitud pues podemos guiar la aguja o pinza de biopsia con Rayos X o ecografía. En otras ocasiones se analiza y conoce el contenido en sustancias o células de esos líquidos, sean sangre, orina, derrames, secreciones, etc. Nos ayudan a saber si hay inflamación o degeneración. Se valora si en ellos existen gérmenes y pueden ayudar a identificarlos, también si se ha producido una respuesta inmunológica adecuada contra la enfermedad. Es decir identifican las infecciones y la respuesta del organismo ante ellas. Las de laboratorio nos permiten conocer el nivel, la cantidad de las infinitas sustancias que hay en nuestro cuerpo, especialmente en sus liquidos. Sean estos la sangre u orina, pero también en el líquido cefalorraquídeo, seminal, jugos, derrames o quistes, etc y tanto si se trata de moléculas simples como glucosa, urea, colesterol o más complejas como proteínas u hormonas, o incluso gases, como oxígeno o carbónico ?

Además de los análisis se han desarrollado hasta el infinito numerosas pruebas de imagen desde las simples radiografías de tórax, tac, resonancia o incluso cat- scan hasta otras en las que la imagen se obtiene por visión directa de los órganos. Se ven los bronquios finos, vejiga de la orina... Así tenemos la gastroscopia, colonoscopia, cistoscopia, laparoscopia en el abdomen, lo que nos ayuda a ver los órganos allí existentes. Hígado, vesícula, ovarios, trompas? o el útero. Son técnicas que permiten ver, con absoluta nitidez, lugares internos lejanos de la superficie del cuerpo. La colonoscopia permite, si el sujeto está bien preparado, verle con claridad varios metros de su intestino por dentro. Los isotopos radiactivos nos ayudan a valorar el metabolismo de las glándulas y en base a la actividad metabólica si ciertas lesiones están metabólicamente muy activas, por ejemplo tumores malignos, o esa actividad no existe en un nódulo, lo que sugiere sea un quiste le falte riego o se trata de un acumulo de sustancias o proteínas (amiloide)? Podemos ver los órganos, y conocer su tamaño, si su estructura es homogénea, grosor de las paredes de los vasos, etc?

Otras veces somos capaces de valorar cómo funcionan los órganos: bien mediante registros de su actividad, como el electroencefalograma para el cerebro, el electrocardiograma del corazón, y no sólo estando el sujeto en reposo sino cuando se le somete a esfuerzo para valorar cómo está la reserva funcional de ese órgano. Incluso se le puede someter a estímulos para saber su respuesta por ejemplo hay pruebas de supresión o estimulación, que se usan con frecuencia para ver cómo trabajan las glándulas en endocrinología.

Desgraciadamente hay pocas pruebas en medicina que aseguren al cien por cien que alguien tiene una enfermedad o que puedan excluir al cien por cien que no la tiene. Si es así se habla de patognomónicas, por ejemplo si detectan un germen, o una célula tumoral precisa. Sería maravilloso que todas las pruebas de ayuda al diagnóstico de las que disponemos fueran patognomónicas. La realidad es que tienen unos indicadores de su validez, relacionándolas con la enfermedad de que se trate. Por ejemplo su sensibilidad, en qué medida son positivas en los enfermos que la padecen, y/o especificidad en qué medida son negativas en los que no la padecen. Sería magnifico que todas tuvieran un 100% en estos indicadores; pero desdichadamente no es así y pueden darnos positivas en sujetos que no padecen la enfermedad y al revés negativas en quienes la padecen. Un ejemplo válido sería los que llamamos marcadores tumorales. Son sustancias que vierten a sangre ciertos tumores, detectarles y medir sus niveles es relativamente fácil, si esos indicadores fueran del 100%, detectar un cáncer sería muy fácil, desdichadamente no es así.

Rasgos que nos importan. A las pruebas diagnósticas debemos exigirle ciertas características: la exactitud, es decir que mide exactamente lo que queremos saber, reproductividad, que expresa que el valor que nos dan es siempre ese, en esa muestra, no se influye por la técnica de medida, almacenaje, etc? la factibilidad, o posibilidad de hacerla, por ejemplo si no hay que ir a EE UU para hacerla, la agresividad, informa de lo difícil, o incómodo de hacerla; hay que decir que la medicina actual tiende a ser agresiva, el coste, hay que saber que todas cuestan: materiales, tiempo de quien las realiza, etc.. si a todos los enfermos se hicieran todas, arruinaban un país en días.

El papel del médico: No es fácil, debe hacer las imprescindibles, porque le ayudan y aseguran sus acciones, pero no pasarse. La realidad es que se las tiene por objetivas, y solo lo son relativamente, ya que en sus resultados influyen, en el laboratorio, los productos químicos, el estado de los aparatos, su grado de ajuste o calibración, las habilidades de los técnicos que las ejecutan. Y además en gran manera la subjetividad de quien las interpreta, que es clave en todas las de imagen.

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