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«Contra el yihadismo hay que luchar en el campo de batalla físico y en el ideológico»

Alberto Fernández. Diplomático y experto en terrorismo islámico

«Contra el yihadismo hay que luchar en el campo de batalla físico y en el ideológico» fotos de INFORMACIÓN/Reuters

Estados Unidos fue pionero en afrontar el debate entre seguridad y libertad que ustedes tuvieron tras las Torres Gemelas y llega ahora a Europa. ¿La UE y España en particular van por el camino correcto?

Más o menos sí, pero el problema es más grave en la Unión Europea que en los Estados Unidos. Existen más problemas de integración y me parece que los europeos tienen menos confianza en sí mismos, en que ofrecen algo valioso para los inmigrantes, más que dinero y una vida más cómoda. En Estados Unidos, el inmigrante o refugiado acepta lo que implica «ser un americano», cree o acepta esa narrativa americana; en Europa no estoy tan seguro de que sea así.

Los republicanos en el Senado piden cerrar las fronteras americanas a los refugiados de Siria. ¿Cuál es la solución?

Un Estado, y más un Estado democrático, tiene todo el derecho a decidir a quién acepta y a quién no. Algunos republicanos se quejan de que sabemos poco o nada de quienes vamos a dejar entrar en nuestro país. Y mire, no son solo los republicanos. El nuevo Gobierno de izquierdas de Trudeau, en Canadá, dice que solo aceptará refugiados que lleguen en familia, niños y mujeres y no hombres solteros. Es algo más que pura xenofobia. Los gobiernos tienen que equilibrar la solidaridad y la misericordia con la seguridad nacional y, por supuesto, con una palabra no muy de moda, la soberanía.

¿Terrorismo yihadista o fanatismo islámico?

Ambas cosas. El islamismo es el concepto de la superioridad musulmana que debe imponerse al «otro». El yihadismo es el concepto de imponer el islamismo por la fuerza. Los dos son parte del mismo espectro político-ideológico totalitario. Y, claro, el islamismo no es el Islam.

Usted alerta acerca del peligro que supone el Estado Islámico virtual. ¿Cómo podemos combatirlo?

Tiene que existir una alternativa atractiva musulmana o no-musulmana, desde el laicismo o el liberalismo, en ese mismo espacio virtual donde se mueven esos jóvenes vulnerables. Una de las ventajas que exhiben los extremistas es la de poder aplastar las voces de la cordura y la coexistencia. Habrá que bajar el volumen de los yihadistas y aumentar el nuestro, sabiendo que lo que ofrecen los malos tiene cierta atracción y sigue siendo un discurso excitante y radical, precisamente diseñado para atraer a una juventud vacía y aburrida.

Prohibir el burka, frenar la construcción de mezquitas... ¿Son medidas adecuadas?

No veo nada malo en esos pasos, pero son superficiales para atajar el problema. Los países occidentales tienen todo el derecho a exigir que se cumpla ese principio democrático que promueve la tolerancia y la integración. Por ejemplo, habrá que preguntarse dónde, cómo y con quién se preparan los líderes religiosos musulmanes en Europa.

¿Hay un Islam moderado?

Siempre ha existido y todavía existe. Pero el peso político y económico en las últimas décadas ha estado con el islamismo (especialmente con el salafismo), que recibe mucho apoyo de Arabia Saudita y los países ricos del Golfo. A ese islamismo se le ha mimado allí y lamentablemente también en Occidente. Las voces del Islam progresista, del sufismo, del liberalismo islámico, son huérfanos políticos y económicos, en Oriente Medio y en Occidente.

El presidente Obama y el Papa adoptan una postura de prudencia. Francia declara la guerra y pide apoyo a otras potencias, entre ellas a España.

No hay contradicción entre la prudencia y la guerra. La guerra ha sido impuesta a Francia y a Occidente. Tenemos que luchar contra este mal en el campo de batalla físico actual, en Oriente Medio, pero también en el campo de batalla ideológico y en los medios de comunicación. Hay que hacerlo sin histeria, con confianza y certeza.

¿Cómo percibe el ambiente en España, ese Al-Ándalus que reclaman, tras los atentados de París?

Al-Ándalus fue liberada por sus pueblos autóctonos. Aunque he estado mucho en el país los últimos cinco años, realmente no sigo el ambiente político actual en España. No quiero ofender a nadie, pero la España que me atrae siempre ha sido la tradicional y católica, la de la cruz de San Andrés. Soy católico y de América Latina y creo mucho en la solidaridad de los pueblos hispanos y en todo lo bueno que España ha dado al mundo.

Tras las Torres Gemelas, América se unió. ¿Es posible vencer al Estado Islámico (EI) desde sociedades divididas en debates políticos?

Uno puede luchar y debe, aunque hay divisiones en la sociedad. Es un desafío, claro, pero es también un asunto que excede las pugnas internas en España.

¿Qué papel desempeña realmente la mujer en ese autoproclamado califato?

Desempeña un papel tradicional, al estilo del salafismo. Lo mismo que en Arabia Saudita o en el Afganistán de los talibanes.

Al Bagdhadi, el líder del califato, conocido como «el creyente», dice que venderá en mercados a todas las mujeres y niños occidentales. ¿Debemos tomar muy en serio esas amenazas?

Sí. Ellos realmente tienen esa aspiración. La ambición que persiguen es mundial y totalitaria. Ahora bien, aunque es una amenaza real, no tiene suficiente fuerza como para dominarnos si somos fuertes y serios. El Estado Islámico es más una amenaza para los propios musulmanes, la mayoría de las víctimas son musulmanes.

¿Nuestra civilización está en serio peligro?

No. Oriente Medio sigue al borde del abismo. Eso le afecta especialmente a Europa, que está tan cerca. En Europa es mucho más catastrófica la baja tasa de natalidad en el continente.

¿El Estado Islámico actúa solo por motivos religiosos o hay algo más?

No diferencian entre lo religioso y lo político. El más importante papel del Estado es imponer el Islam, el salafista y yihadista, por supuesto, tomando la pauta del periodo del Islam formativo.

Obama reanuda las relaciones con Cuba. ¿Avanza la apertura política de la isla?

No me gusta la apertura de Obama a la dictadura castrista. Entiendo que quiera mejorar las cosas a través del diálogo y el acercamiento, pero cedimos en casi todo y no recibimos nada a cambio. El pueblo cubano sigue en la miseria, explotado por el régimen y los capitalistas extranjeros que pactan con el Estado. La represión no ha cambiado en nada. Es parte de una larga trayectoria, de una política exterior de Obama fracasada, que va de la lucha contra el Estado Islámico a Cuba.

¿No se perciben cambios?

Solo para los que controlan la economía. La cúpula política militar de siempre tiene ahora más oportunidad para ganar divisas.

Procede de una notoria familia cubana, su abuelo se casó con la famosa artista Rita Montaner. ¿Le gustaría volver?

Mi abuelo, el abogado Alberto Fernández, estuvo casado con Rita Montaner en los años veinte, tuvieron dos hijos, se divorciaron y él se casó con mi abuela, Carmen Rives Rico. Claro que me encantaría volver, pero no me interesa con el régimen castrista en el poder.

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