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El hombre lobo y el lobo humano

Aunque el hombre todos los años mata a muchos lobos, algunos lobos han salvado muchas vidas

El hombre lobo y el lobo humano

Los seres humanos llevan años jugando con el mundo sin importarles lo más mínimo los sentimientos y el sufrimiento de todas sus víctimas. Y, así, han llenado la historia de niños humanos criados por animales y de animales salvajes a los que, por capricho o moda, han criado como humanos. A los unos y a los otros, sin compasión alguna, los han condenado al aislamiento más severo y, lo que es aún peor, al cautiverio de por vida

Existen cientos de testimonios que confirman lo anterior. Si comenzamos por los niños podemos afirmar que centenares de ellos, a lo largo de la historia, fueron criados por todo tipo de animales. De hecho, está documentado que más de cincuenta lo fueron sólo por lobos salvajes. Probablemente de estos últimos el caso de las hermanas Amala y Kamal ha sido uno de los más conocidos en la historia. Ocurrió en la India, en las proximidades de Midnapur.

Una noche, un explorador realizó una incursión nocturna en la jungla. Todo iba bien hasta que, de pronto, se cruzaron ante él una madre lobo seguida de sus lobeznos. Todos corrían a gran velocidad. No podía dar crédito a lo que estaba viendo. Lo verdaderamente sorprendente es que, junto al grupo, como dos animales más, corrían dos niñas. Sí, eran dos crías que seguían al grupo como dos animales más. Durante días aquel hombre no pudo olvidar la escena.

Así que se puso manos a la obra y, tan sólo dos semanas más tarde, montó una expedición para buscarlas. Tras recorrer varios kilómetros y seguir centenares de huellas, por fin, encontró a la manada. Estaban tranquilos en un lugar apartado. En un primer momento intentó atrapar sólo a las niñas pero, fue imposible. La loba las defendió con tal agresividad que era imposible hacerse con ellas. Finalmente, abatieron a tiros a toda la manada. Sólo sobrevivieron las dos niñas que, como lobas, se defendieron con uñas y dientes desde dentro de una cueva donde se habían refugiado.

Las niñas fueron capturadas y trasladadas a una localidad cercana pero, en realidad, nunca recibieron un trato humano. Recogen las crónicas de la época que fueron bautizadas por los nativos de la zona como Manus-Bagha, espíritus de la noche.

Las niñas fueron recluidas en una especie de celda con barrotes de la que nunca pudieron salir. Jamás caminaron erguidas. Nunca llegaron a hablar. Su vida fue un auténtico calvario.

Es curioso, mientras que la sociedad las rechazó y las marginó, sin embargo, aquella loba que, años antes, las encontró solas, sucias y abandonadas en medio del bosque, al contrario de los humanos, nunca las repudió ni huyó de su compañía. Sólo vio a dos crías que necesitaban ayuda. Se acercó a ellas y les ofreció cobijo y comida. No sé, quizás tengamos aún mucho que aprender de los animales. En fin.

El caso es que las dos niñas, finalmente, fallecieron solas y aisladas antes de alcanzar los diez años de edad.

En el Arca de Noé tenemos recogidos a dos lobos ibéricos pero, en realidad, sus historias tienen mucho más que ver con la de todos esos niños criados por animales. Verán, Lupus y Leris nacieron lobos, sí, pero fueron separados también de sus madres al nacer aunque, en sus casos, por supuesto, no por voluntad de ellas sino del ser humano que fue quien, finalmente, acabó criándolos.

Lupus creció en un parque de animales rodeado siempre de personas pero sin contacto alguno con lobos. Sus primeros juegos fueron con niños, sus primeros aprendizajes con humanos. Pasó rápidamente de ser un lobezno a ser adulto pero, por el camino, se olvidó de ser un lobo.

Y, así, cuando el centro en el que vivía cerró, ningún otro parque quiso hacerse cargo de él ¿Quién quiere a un lobo que no sabe que es un lobo?

Entonces no se les ocurrió otra cosa que pedir autorización para sacrificarlo. Menos mal que, afortunadamente, nos enteramos por las autoridades y pudimos rescatarlo y salvarlo. Tras muchas aventuras y desventuras, Lupus hoy vive en el Arca.

Sin embargo, durante mucho tiempo estuvo solo. De hecho pensamos que nunca podríamos encontrar compañía para él por cómo lo habían criado.

Pero pasó el tiempo y un día supimos de Leris. Ella también fue criada a biberón como Lupus pero, en su caso, lo fue por necesidad. La encontraron una noche siendo una cría, en plena Sierra Morena, junto al cuerpo, abatido a tiros, de su madre.

Así que creció también entre biberones, sin saber que era una loba. Por eso, cada vez que, ya adulta, intentaban integrarla en alguna manada, una y otra vez, era rechazada por el grupo. No había solución para ella. Se había convertido en una preciosa loba ibérica, sí, pero, tan acostumbrada a estar entre personas, que ni siquiera sabía aullar.

Por eso, cuando nos llamaron y nos contaron su historia, por primera vez pensamos que quizás Lupus y Leris podrían encontrar un lenguaje común que les permitiera hacerse compañía. Y, así fue, el milagro se produjo. Hoy viven juntos en el Arca y, desde el primer momento, han sabido hacerse buenos amigos.

Y, qué quieren que les diga, salvando todas las distancias que cada uno quiera poner, en realidad, el caso de ellos y de tantos otros animales salvajes criados a biberón me recuerda mucho al de todos esos niños ferales que salvaron sus vidas gracias a los animales? Y, no sólo porque, al final, todos, de una forma u otra, quedaron condenados al aislamiento y la soledad más absoluta, sino, sobre todo, porque todos conocieron que no hay animal más peligroso que el ser humano

Nota: En el Arca de Noé rescatamos aquellos animales salvajes que necesitan ayuda. Más información en: www.fundacionraulmerida.es o www.animalesarcadenoe.com

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