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La fiebre de los fichajes

La fiebre de los fichajes

Lunes

CASADO CON TODOS

En vísperas electorales, el PSOE suele padecer la misma dolencia que Florentino Pérez durante la pretemporada: la fiebre de los fichajes. Aunque se intenta formalizar un programa de gobierno denso, el margen de actuación es reducido: moderación tributaria, control del déficit y cosmética laboral. Salvo el folclórico resabio de anticlericalismo (nunca ratificado cuando se ha alcanzado el poder, quizás porque quienes braman contra la asignatura de religión son los mismos que se dan de codazos para matricular a los críos en los agustinos), es mucho más vistoso incorporar algunos nombres ajenos a las siglas con que se pretende disfrazar la táctica electoral de un noble aperturismo. El Gareth Bale de Pedro Sánchez es Irene Lozano, una parlamentaria de UPyD que hasta ahora practicaba vudú con los socialistas. Intentando rebajar la irritación de algunos compañeros, Patxi López ha explicado que el talante integrador del PSOE alcanza a «mucha gente»: Compromís, Ciudadanos, Podemos, Esquerra, PNV,? Tras agotar las siglas, la imagen de su partido era la de un cojín con la impronta del último trasero que se ha posado sobre él.

Martes

BUSINESS IS BUSINESS

Hay mucho de Pío Cabanillas en la estrategia audiovisual de la familia Lara: «Vamos a ganar, pero todavía no sabemos quiénes». Mientras Matías Prats nos pide perdón por insistir desde Antena 3 en que el milagro económico de Rajoy se estudia en Harvard, su compañero de nómina Ferreras atribuye al PP desde La Sexta la reedición agravada de las siete plagas de Egipto en formato BOE. Es la consecuencia lógica de convertir el derecho a la información en un artículo a gusto del consumidor como los yogures o las compresas y excuso mencionar hasta dónde degrada al ciudadano esta sublimación del beneficio. Observando escrupulosamente la receta, La Sexta amañó una tertulia entre los dos aspirantes al estrellato, Pablo Iglesias y Albert Rivera. Si lo que se pretendía era convencernos de que hay vida más allá de PP y PSOE, el esfuerzo era superfluo por sabido; pero resultó inolvidable la apática actitud del moderador cuando ambos descubrieron que «hay que redistribuir la riqueza» para a continuación dejar en suspenso cómo piensan conseguir esta perogrullada. Los Lara ganaron el debate.

con un par

Dolores Agenjo era directora de un instituto de Hospitalet cuando Mas perpetró la pantomima de referéndum por la que está siendo juzgado. Ella se negó a ceder las instalaciones a pesar de las verosímiles presiones que debió de sufrir y hoy ha comparecido como testigo ante el juez. Su evolución política es la de muchos otros nacidos en los años cincuenta del siglo XX, de la utopía colectivista a la apoteosis del individuo, lo que en la indescriptible coyuntura catalana ha implicado el tránsito del trotskismo marginal a Ciudadanos. Es seguro que esto permitirá a la militante prensa catalana refutar su testimonio ignorando la evidencia de que la

Generalitat auspició un acto ilegal. Pero, naturalmente, Dolores Agenjo no es la protagonista de su propia peripecia, sino el millar de colegas que sí prestaron las aulas para una quermés hilarante. Descontados quienes accedieron de buen grado por compromiso político, restan aquellos que prefirieron ser avasallados a afrontar los riesgos de la rebeldía. Una entre mil.

Jueves

LA GRAN EVASIÓN

Me ha sorprendido la detención del tesorero de Convergencia ya que pensaba que había sido detenido hace meses. Me ocurre algo parecido con los antiguos gestores de las cajas de ahorros, que siguen bajando la basura de casa cada noche, y con Raphael, cuya retirada doy por inminente desde hace años pero es desmentida una y otra vez gracias a los niños de San Ildefonso o a Alex de la Iglesia. El tesorero de Convergencia es el eslabón perdido del 3% que, según Maragall, las empresas abonaban al partido a guisa de derrama patriótica y cuasi-institucional. Este es un asunto poco explorado del ecosistema catalán, fundamentalmente una trama de intereses envueltos en la «senyera», que Madrid prometió respetar tácitamente mientras «Els segadors» sólo se cantara en bodas, bautizos y finales de Champions. El nacionalismo con gemelos en la bocamanga y visado de Liechtenstein renegó del pacto y ahora sólo cabe especular si las pesquisas judiciales neutralizarán a Mas o lo harán los intelectuales desgreñados de la CUP, que todavía no han decidido si son catalanes anticapitalistas o catalanistas revolucionarios.

Viernes

EL CEPILLO

Amancio Ortega es doble noticia: la revista Forbes lo ha nominado el hombre más rico del mundo y ha donado 19 millones de euros a la sanidad gallega. Es una cantidad respetable que sin embargo palidece ante su fortuna de 70.000 millones, por lo que 19 millones suponen para él lo que los cinco céntimos de propina del café para los demás. No es una comparación demagógica, sino estrictamente socialdemócrata sobre la que imagino se abalanzará Pedro Sánchez, quien el lunes propuso elevar la fiscalidad a las grandes empresas y relajar el saqueo que sufren los asalariados. Lo cierto es que existe un innegable matiz de miseria colectiva cuando la filantropía de un particular sufraga los mamógrafos que la administración niega. Por cierto, yo también babeo cuando se aproximan las rebajas y quiero mi mamógrafo. En un universo ideal sin deslocalización de empresas, exilios fiscales ni sicavs, los impuestos sustituyen a la beneficencia. Demasiado ideal, demasiado socialdemócrata.

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