Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Protejamos a los niños

Hoy no estoy de humor. ¿Qué es lo que no habéis entendido?

Protejamos a los niños ILUSTRACIÓN: Víctor Sánchez Belmar

Esto viene a cuento de cómo me tratáis a los niños. Repaso la prensa reciente: «Boko Haram secuestra a más de 100 niñas de una escuela en Nigeria». «Los 43 estudiantes desaparecidos en Méjico fueron asesinados». «El hambre mata a 10.000 niños al día en el Tercer Mundo».

A ver qué me he perdido. ¿Qué es eso del Tercer Mundo? ¿Acaso creé yo un primer, un segundo y un tercer mundo? ¿Donde habéis leído tal cosa? Porque yo no lo recuerdo, vamos, y si lo pone en algún versículo le voy a meter un paquete al autor del Génesis que se va a enterar.

Bueno, aceptemos que todos hemos cometido errores en el pasado. Pero vamos a intentar resolverlos. Me pasó algo parecido en Endédalus; allí llevaban dos milenios haciendo trabajar a las mujeres como animalas. Y es que el redactor de su Biblia se confundió y trascribió por error: «Sierva te doy y no esposa». Y claro, los Endedalusianos se pasaron dos mil años viviendo como curas, hasta que me di cuenta y les envié a un tal Pablo Iglesias, que montó un sarao que ríete de Jericó.

Pero los errores están para aprender de ellos y enmendarlos. Así que repetid conmigo: «Los niños son la prioridad de la Humanidad. Están para cuidarlos, educarlos, procurarles una infancia feliz, prepararlos para ser personas de bien y mejorar la especie generación tras generación». Eso, otra vez.

¿Fácil, no?

Pues ya os estáis aplicando el cuento. Porque me he cabreado, de verdad. Os doy dos meses... no, ¡uno! Un mes. Si sigue habiendo niños soldado, si veo a niñitos haciendo zapatillas de deporte que luego compráis en Occidente como si las hubiera cosido Bill Gates, si en la tele vuelve a salir un solo chavalín con el abdomen dilatado por la miseria mientras presentáis el nuevo misil nuclear capaz de recorrer medio mundo y localizar el eructo de un moro, si mandáis al corazón de las minas a chiquillos de diez años... Si los niños del mundo no son felices... no son niños, en definitiva, me voy a cabrear de verdad.

Y os aseguro que no os va a gustar lo que vais a ver.

Y preparaos, que luego viene Alá, que está negro -con perdón, a veces no soy todo lo políticamente correcto que me gustaría- con lo de los niños que cargan de explosivos y los envía a morir con no sé qué patraña de vírgenes y paraísos que nunca hemos visto por aquí.

JC me dice que me calme, que no sois mala gente en general, y que a mí me sale la vena vengativa a la mínima. Pero creo que he tenido paciencia. He esperado a que hallarais petróleo, a que hicierais tres revoluciones industriales, a que llegarais a la Luna y a que tuvierais una herramienta de comunicación global, internet, le llamáis vosotros. Creo que he sido paciente, siempre esperando a que los avances científicos se acompañaran del correspondiente adelanto social. Pero nada, que no, que cada año dais un pasito atrás. Y donde más me duele es en los niños. Porque si vosotros queréis ser desgraciados, vivir frustrados porque no conseguís un coche supersónico o una casa de tres mil metros cuadrados, es vuestro problema. Pero con mis niños no permito que sigáis jugando ni un siglo más.

Un mes, he dicho. Y no es broma. Estoy preparando una fiesta tal que Sodoma y Gomorra van a parecer dos hogueras alicantinas en comparación.

Creedme, no os va a gustar verme enfadado de verdad.

JC, déjame, déjame que esta vez sí estoy cabreado... no, ahora no hay perdón que valga, ni propósito de la enmienda, ni esas zarandajas de la gracia de Dios que me hiciste aprobar. Ahora van a ver la cólera de Dios...

Ufff... Qué ganas tenía... después de tantos siglos de contenerme...

¡He dicho un mes!

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats